La justicia procesó, con prisión preventiva, al delivery David Nazareno Avila por el delito de integrar una organización terrorista. En enero, la detención del joven rionegrino motivó el show habitual de la ministra Patricia Bullrich quien sostuvo falsamente que se logró evitar un atentado. El largo texto del procesamiento (56 páginas) llama la atención. Avila fue fiscal electoral de La Libertad Avanza en los comicios de 2023, tiene apenas cinco (5) seguidores en las redes sociales, no se le encontraron ni armas ni explosivos y no participó de ninguna reunión con otros supuestos integrantes del grupo. El vecino de General Roca, de 21 años, no tenía ni auto ni moto, apenas una bicicleta. La acusación se basa en que, por Internet, reivindicó a la organización terrorista Estado Islámico y pidió que lo ayuden a ser “un mártir contra el gobierno sionista”. Avila admitió esos posteos, aunque dijo que quería que le manden dinero, para quedárselo. El hombre estuvo dos meses en el Ejército, pero fue echado por robar un chocolate de un supermercado y, por lo que se sugiere en el informe de la expulsión de la fuerza armada, parece tener problemas mentales. En fuentes judiciales le reconocieron a Página/12 que no hay reales evidencias de un accionar terrorista y mucho menos de un atentado en preparación. Pero consideraron que “no sabés cuando un sujeto de estas características se sube a un camión o camioneta y empieza a atropellar gente como lo hicieron terroristas en Europa y Estados Unidos”.

Una reunión inexistente

El procesamiento fue firmado por el juez federal de Campana Adrián González Charvay, tras una investigación capitaneada por el fiscal Santiago Marquevich a cargo de la Unidad de Crimen Organizado. En la pesquisa también participó el Ministerio de Seguridad y, según parece, Avila empezó a ser monitoreado en las redes ya durante el gobierno de Alberto Fernández. Tras dictar el procesamiento, Charvay se declaró incompetente porque Avila nunca se movió de Rio Negro, por lo que le envió la causa al juzgado federal de General Roca. La hipótesis inicial es que hubo una reunión de terroristas en Pilar o Escobar y por eso actuó el juez de la jurisdicción, con sede en Campana. Al no existir la reunión, el expediente -dice el juez- debe pasar a la provincia patagónica.

Una acusación dura

En el texto de González Charvay se imputa a Avila por “haber formado parte de agrupaciones permanentes o transitorias, en particular del grupo autodenominado Estado Islámico”. El juez dice que no sabe cuándo arrancó el supuesto vínculo -"en fecha aún no establecida"- y continuó hasta su detención, el 9 de enero.

En verdad, Avila difundía posteos de Estado Islámico, esencialmente unas fotos, y estaba suscripto a dos grupos, uno denominado Archivo de la Revolución Siria, en árabe, y el otro, en ruso, llamado Eres Vladislav Roslya. El imputado afirma que se comunicaba en sus posteos usando el traductor de Google.

En ese marco, escribió unos mensajes: “tengo un contacto que me vende armas pero necesito apoyo financiero” y “¿me enseñarán a hacer explosivos para atacar?”. Otro usuario le contestó: “mamá tiene todo lo que necesitas” y le reenvió un archivo cuyo título era “hacer un artefacto explosivo de forma sencilla”.

En otros mensajes, Avila postea: “mi nombre es Naza, soy de Argentina y quiero ser mártir en Argentina. En Argentina tenemos un gobierno sionista que apoya a Israel y debe pagar por sus pecados sionistas”.

El delivery dice que solo quería plata

En su defensa, Avila dijo que en realidad sólo quería que le manden plata. “Yo lo voté a Milei, no tengo nada en contra de él, incluso lo fiscalicé en las elecciones. Festejé cuando ganaron. Yo los voté. Si me mandaban plata, yo los iba a bloquear y me quedaba con la plata. Sólo quería la plata, pero agregué lo demás para que sea más realista”.

En los allanamientos a su vivienda no le encontraron nada. Ni armas ni explosivos ni la menor infraestructura para ningún ataque: apenas una bicicleta con la que hacía su trabajo de delivery. Un dato curioso es que la agencia para la que realizaba las entregas, en General Roca, queda en la misma cuadra que una empresa cuyos dueños son judíos: el juez dice que puede ser una casualidad, pero lo utiliza como prueba en su contra.

También el magistrado considera una evidencia el paso de Avila por el Ejército. En el procesamiento González Charvay sugiere que el imputado dio ese paso como voluntario porque quería aprender el manejo de armas, algo curioso considerando que es bastante más sencillo aprender sin necesidad de alistarse en ninguna fuerza. Pero, además, en el texto, el magistrado consigna el informe del Ejército: “no reunir las condiciones de competencia, rendimiento del servicio y de disciplina establecidas en las normas vigentes”. Por lo que averiguó este diario, la fuerza verde consideró que era un muchacho con problemas mentales y el hecho detonante fue el robo de un chocolate en un supermercado de San Martín de Los Andes.

Procesado con prisión preventiva

El argumento central del juez es el siguiente: “lo cierto es que es poco plausible que un argentino solicite financiamiento a un grupo terrorista con base en la República Árabe de Siria con el fin de estafarlos, tal como refirió Avila, Es un intento fallido de darle a su conducta delictiva una apariencia de inocencia”.

El magistrado sostiene que el posteo de las tres fotos de Estado Islámico, un texto antisemita, dos referencias al sionismo y los mensajes hablando de que quiere ser martir y realizar un ataque “son un acto de apoyo a Estado Islámico, porque puede interpretarse como forma de alentar, promover o colaborar con los objetivos ilícitos de este tipo de organizaciones”. Pero, en la página 31, González Charvay da un paso más: considera que hay un alusión a la teoría del lobo solitario, es decir que Avila podría ser de aquellos terroristas que no necesitan reuniones ni de ser parte de una célula, sino que podría actuar por sí mismo, aislado ,“pero representando al grupo”.

Con esos elementos, el juez dicta el procesamiento por el delito de “tomar parte de agrupaciones que tuvieren por objeto principal imponer sus ideas o combatir las ajenas, agravado por tener la finalidad de aterrorizar a la población, en concurso con haber alentado a la persecución contra grupos de personas a causa de su raza, religión o ideas políticas”. El cálculo del juez es que la pena oscilaría entre los seis y los 16 años de prisión.

Este diario tuvo la chance de hablar con quienes estuvieron en la investigación. En off the record admiten que Avila se parece más a un joven con problemas psiquiátricos que a un militante terrorista. Sin embargo, respaldan la decisión del juez porque consideran que personas de esas características han actuado, precisamente como lobos solitarios, y provocaron numerosas muertes.