Una rafaga de democracia y empatía flota en el aire desde que la Marcha del Orgullo antifascista y antirracista LGBTIQ+ pasó por las calles del país. Más de 2 millones de personas (*) en Argentina y el mundo entero se manifestaron acompañando la consigna “basta Milei”. Al fascismo, al closet y al racismo la sociedad argentina dijo NUNCA MÁS.

Gabi Mitidieri es historiadora, docente y trabajadora del CELS. Forma parte del instituto de género de la facultad de filosofía y letras de la UBA y además participó de la organización de la primera asamblea antifascista antirracista lgtbiqnb+. La mirada de esta referente, en exclusiva para SOY.

¿Cómo se dio una construcción tan rápida y a la vez contundente en menos de diez días de una Marcha de dos millones de personas, federal e internacional?

-Fue un poco inesperado, apenas tomamos dimensión de lo grave que había sucedido en Davos empezamos a pensar qué posibilidades reales había de tramar un primer encuentro, de convocar como maricas, tortas, travas, no binaries a nuestras redes, a nuestra comunidad, en un lugar público, abierto. Nos encontramos en Parque Lezama una noche, éramos no más de 40 y decidimos que había que hacer algo. Luego la convocatoria de más de 5000 personas en una asamblea nos sorprendió. Las personas que nos juntamos venimos de habitar muchos espacios de coordinación de LGBT+ durante el macrismo, pero también compañerxs con militancia sindical, feminista, artística, partidaria, que forman parte de movimientos sociales, de derechos humanos, medios comunitarios, asambleas barriales, luchas ambientales. En una segunda asamblea comenzamos a trabajar en comisiones. Yo, por ejemplo, en la de Cuidados. Y luego de una semana de muchísimo trabajo nos encontramos en las calles.

Gabi Mitidieri es historiadora, docente y trabajadora del CELS.


¿El desencadenante fueron los dichos de Milei en Davos? ¿Cómo te impactó?

-En términos de violencia verbal es inédito, Milei nos asoció a cánceres, al abuso... lo cual, además, se superpone con muchísima violencia simbólica y física hacia nuestras comunidades. Este gobierno no puede dar una respuesta económica duradera que solucione la crisis entonces necesita construir un enemigo poderoso para antagonizar y fidelizar a su base. Por otro lado a las derechas conservadoras siempre le quedamos a la mano para basurearnos.

Una respuesta poco original digamos…

-La comunidad LGBTIQ+ es un antagonista evidente, en un contexto en el que el capitalismo necesita re-privatizar los cuidados, volver al mercado el único regulador y articulador de una competencia salvaje e instalar a la familia nuclear tradicional como refugio. Hubo un error de cálculo. Este gobierno juega a ver qué tan lejos nos puede correr el arco. No esperaban este nivel de respuesta. No contaban con nuestras alianzas para organizar una manifestación, ni con un sentido común mucho menos facho del que creen.

¿Cuál fue el error de cálculo?

-El error de cálculo de Milei fue creer que pegándole a nuestra comunidad recortaba un enemigo. Nuestra comunidad viene de militancias múltiples, interconectadas. Entonces salimos, pero ellos no saben que ya venimos hermanados con otras luchas. La novedad acá fue que además hubo una térmica social con la que este decir “basta” sintonizó. Hubo un límite a la crueldad, a la deshumanización, al ajuste como sacrificio, al que haya cada vez más vidas que no importen.

¿Pensás que fue un ejemplo para la política tradicional, que no ha logrado últimamente este nivel de convocatoria?

-No sé si ponerlo en esa clave, pero sí creo que transitamos un momento de cierta crisis de representatividad política. El silencio de referentes habilitó una apuesta por el poner el cuerpo ahí, a ver qué pasaba. No nos imaginábamos que esa iba a ser una apuesta compartida por centenas de miles de personas en ciudad de Buenos Aires y en cada convocatoria de las distintas ciudades de todo nuestro país. Sin duda que atravesamos un punto de inflexión, ahí donde muchxs ya habían decretado una derrota. Hay algo de todo esto que tiene sabor a cosa nueva. Tenemos ganas de animarnos a probar formas otras de construir porque las que conocemos nos trajeron hasta acá.

Funcionó la apuesta… ¿Con qué sensaciones y emociones te quedaste?

-Seguimos todavía decantando lo que fue el sábado, un subidón de ánimo, la confianza en nuestro pueblo y en nuestra historia de luchas. Fue una alegría enorme, compartida, el vértigo y la adrenalina de ocupar la calle en una fiesta popular inmensa. Me guardo mil imágenes, compañeros de sindicatos guiñándonos un ojo, abrazos con jubiladxs, mucha gente suelta que nos agradecía por haber dado este puntapié para que muchxs más saliéramos a la calle, compañerxs despedidxs del Hospital Bonaparte, del Hospital Posadas, de los Sitios de Memoria. Fue un flash, nos sentimos muy acompañadxs por organizaciones de Derechos Humanos, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Nietes.

¿Por qué el término ‘antifascista’?

-Hay una larga tradición de historia antifascista en nuestro país. Me gusta centrarme en 3 hitos potentes: por un lado, la lucha de militantes exiliados de los fascismos europeos y la historia de solidaridad antifascista de las décadas del ‘20, ‘30 y ‘40 del siglo XX; por otro lado es muy necesario resituar la lucha contra el fascismo en el sur global, que requiere poner en relación la pelea antifa contra las dictaduras militares. En ese sentido, nuestrxs hermanxs mayores punkis en los ‘80 y en los ‘90, mezclando el enfrentamiento callejero contra neonazis locales, defensores de milicos, con circuitos de sociabilidad y educación sentimental anarca, fanzinera produjeron los primeros materiales que muchxs de nosotrxs conocimos sobre feminismo, sobre autodefensa, sobre formas radicales de autonomía. Me gusta pensarnos como parte de esa genealogía. Venir del feminismo también nos dio una experiencia intensa de lucha contra sectores reaccionarios, conservadores, misóginos, anti-derechos. Todos esos sectores encuentran hoy un paraguas común en este gobierno y no es casual.

¿Estamos frente a un emergente fascista contemporáneo? ¿Es fascista este gobierno?

-Sin duda, esta combinación de un modelo de país así de funcional a los intereses concentrados del capitalismo, y la construcción de un enemigo que viene a encarnar una otredad contra la cual antagonizar es fascista… yo creo que habrá gente que todavía prefiera eufemismos del tipo populismo de derecha, autoritarismo, nueva derecha. Pero creo que alcanzamos un nivel de ataque sostenido y de intentos de normalización de la homofobia, el macartismo bien gorila, el racismo feroz contra comunidades originarias, en particular hacia el pueblo Mapuche, que nombrarlo como fascismo también es una manera de decir hasta acá. No estamos dispuestxs a acostumbrarnos, a tolerar mansamente que esta sea la forma imperante de la política.

Trabajas muchísimo en archivo ¿Cuáles son, además, los puntos de unión con las luchas del colectivo del pasado?

-Hay luchas que reverberan y resuenan desde el pasado. Tengo siempre a mano esta frase que me gusta mucho: “la historia no se repite pero rima”. Aparecieron textos del Frente de Liberación Homosexual denunciando al fascismo en 1975, o por ejemplo me pasó en la Marcha de este #1F que me encontré frente a nuestro camión de la Asamblea antifascista LGBT+ y en medio de baile y música en la calle Reconquista un par pensamos en la lucha popular durante las invasiones inglesas que se dio en torno a esas cuadras. También resuena el piquete urbano que se tramó en diciembre de 2002, en esa alianza de asambleas y movimientos de trabajadorxs desocupadxs. Por supuesto hay una referencia obligada de las rondas de las Madres de Plaza de Mayo y es un poco entonces la foto de Lohana Berkins con Laura Bonaparte. Que haya ocurrido en febrero también rima un poquito con ese paro que le hicimos a Macri en el 2016 con una columna propia en medio del movimiento obrero organizado, con una bandera de la recién armada de la Colectiva Lohana Berkins.

Por último, ¿cómo imaginas la continuidad de todo esto?

-No tengo idea pero no es un no saber que me inquiete, confío en nuestra capacidad de lucha y organización, de hacerle lugar a esto que se armó. El horizonte hermoso sería poder trabajar en una articulación y coordinación de todas las luchas por una vida digna. Esto que empezó abre una ventana de oportunidad y de imaginación política que ya por el solo hecho de estar abierta, es un poco de aire, de expectativa y entusiasmo.

(*) El número aproximado de manifestantes fue construido desde la Asamblea antifascista LGBT+ en relación a la herramienta Mapchecking, teniendo cuenta asistentes a marchas recientes y similares como la Marcha Universitaria.