En un contexto de creciente importación de alimentos, los productores frutícolas argentinos advierten sobre el riesgo de desperdicio de millones de kilos de peras y manzanas debido a la caída del consumo interno y las dificultades en la exportación. La crisis del sector se agrava en un mercado cada vez más concentrado, donde los pequeños productores enfrentan costos crecientes y una baja rentabilidad.

Mientras la producción nacional cae, el país aumentó la importación de alimentos, lo que genera aún más presión sobre los productores locales. Durante 2024, el precio de la manzana en góndola experimentó un incremento del 48,1%, muy por debajo de la inflación acumulada del 117,8% en el mismo período, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).

A lo largo del año, solo en cuatro de los doce meses el valor de la fruta creció a un ritmo superior al índice inflacionario. Esto evidenció una fuerte caída en términos reales, por lo que el poder adquisitivo del precio de la manzana se desplomó cerca del 50%, reflejando una pérdida significativa en su valor relativo dentro del mercado.

Producción en baja

Durante 2024, la producción de peras y manzanas registró una disminución del 3%, alcanzando un total de 1,059 millones de toneladas, muy por debajo del pico de casi 2 millones registrado en 2001. Esta cifra representó una reducción del 0,6% en comparación con el promedio de las últimas cinco temporadas, lo que implicó una pérdida aproximada de 40 mil toneladas respecto al ciclo anterior.

El sector industrial de la manzana fue uno de los más afectados, registrando una caída del 32% en los volúmenes destinados a la molienda en comparación con la temporada 2023. La caída de la producción total de manzanas fue del 12% interanual y registró una caída del 50% en comparación con el promedio del período 2019-2023.

A la caída del volumen de exportación se suma un drástico descenso en el consumo interno. La producción también refleja esta tendencia: si hace dos décadas superaba los 1,3 millones de toneladas, en 2024 la cifra fue de 466.300 según datos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA).

Por otro lado, la cosecha de peras en 2024 alcanzó las 645.700 toneladas, lo que implicó una disminución del 1% respecto al año anterior. La demanda de peras se mantiene baja en el mercado interno con un consumo per cápita anual de sólo 2,5 kg.

Concentración

Uno de los problemas que viene arrastrando el sector en estos últimos años es la creciente concentración de la tierra y la producción en un reducido grupo de empresas, entre las que se destacan el Grupo Prima, Kleppe, Cervi y Tres Ases. Este sector empresarial con respaldo tecnológico para el almacenamiento en frío y el empaque tiene la posibilidad de conservar la fruta en grandes cámaras de frío y especular con el precio que le ofrecen a los pequeños y medianos productores.

Según el Censo Nacional Agropecuario de 2018, Río Negro tiene 107.952 hectáreas cultivadas, de las cuales el 33% corresponde a frutales de pepita y carozo. Sin embargo, en los últimos años se ha observado una disminución del 16,92% en la superficie plantada con frutales, lo que refleja una crisis en el sector.

En esta actividad participan aproximadamente 1.600 productores, una cifra que sigue disminuyendo debido a la falta de rentabilidad. La cadena productiva involucra 260 establecimientos de acondicionamiento y empaque, 220 frigoríficos y 11 plantas de elaboración de jugo concentrado, generando un total de 75.000 empleos entre directos e indirectos.

Otro punto crítico que sumó el gobierno de Javier Milei, es la competencia de la fruta importada. Los productores solicitaron al Gobierno medidas de protección frente al ingreso de fruta chilena, que se comercializa a precios más bajos en el mercado interno. Sin embargo, la respuesta del Gobierno nacional es que no van a devaluar y que la respuesta la tiene que dar el Gobierno provincial.


Ante la falta de soluciones, los productores enfrentan el dilema de cosechar sabiendo que irán a pérdida o dejar la fruta en los árboles. Se estima que entre 80 y 100 millones de kilos de fruta podrían quedar sin recolectar esta temporada, lo que significaría un desperdicio de alimentos y la posible quiebra de pequeños y medianos productores.

*Universidad Nacional de La Plata (UNLP)