¿Hay alguien que pueda decir que Mar del Plata está más linda que hace diez años? ¿O más segura? ¿O más integrada socialmente? ¿O con mejor infraestructura?

A la gran mayoría de los marplatenses nos costaría bastante encontrar algún indicador socioeconómico del cual los podamos enorgullecernos. Quizás solo pueda decirse que nuestra ciudad es un muy buen destino para inversores y desarrolladores inmobiliarios, porque pareciera que hacen lo que quieren en ella. Pero ¿qué costo social tendrá esto a mediano plazo?

Una de las ciudades que más crecieron demográficamente en los últimos cincuenta años, considerada por muchos como una de las mejores “vidrieras” argentinas, se encuentra al garete, nadie está manejando el timón. Y sigue creciendo sin planificación alguna.

Mariano Zurita, reconocido profesional militante del Colectivo Hábitat y un estudioso del ordenamiento territorial, nos brinda algunas precisiones: “A mí me gusta hablar del derecho al hábitat más que del derecho a la ciudad. Porque creo que este último se ha vuelto funcional al proceso de despoblamiento del interior del país, de la provincia. Con el modelo extractivista y de siembra directa en vigencia, se contribuye a procesos migratorios internos creando aglomerados poblacionales precarios que después hay que urbanizar aceleradamente. El derecho al hábitat incluye que podamos vivir de un modo comunitario en la ciudad y también en la ruralidad. Todos sabemos que hay muchos pueblos del interior que han quedado vacíos. Y no hay ninguna duda de que la pandemia puso en crisis la aglomeración de tantas personas”.

En Mar del Plata, “la gestión del suelo urbano está fuertemente atravesada por el mercado; su renta es capturada solo por algunos, no es compartida con la totalidad de los habitantes, hay mucha voracidad en el sector privado. El otro problema grave es que las extensiones de tierra donde se van construyendo urbanizaciones avanzan sobre lo rural sin planificación democrática alguna. La Municipalidad no quiere intervenir con la excusa de la inversión. La política en general no quiere la participación ciudadana, no consulta a los vecinos, porque eso canalizaría la disconformidad creciente. Se podría estar de acuerdo en que hubiera una zona bien determinada para el desarrollo inmobiliario y/o la vacancia temporal de inmuebles destinado al turismo y al ahorro, pero tiene que ser parte de un consenso, de un acuerdo entre el pueblo, los inversores y la política, con compensaciones que se puedan destinar al mejoramiento habitacional de la periferia. El Concejo Deliberante no está a la altura porque está atravesado por otras cuestiones, y es manipulable. Por eso, la ley provincial 14.449 de acceso justo al Hábitat propone herramientas para generar equidades en el manejo de la renta del suelo en los territorios, con la gestión democrática de las ciudades, por ejemplo, crear el Consejo Local de Hábitat. En General Pueyrredón se han presentado proyectos para implementarlo, y nada ha ocurrido. Y eso que contamos con el antecedente del Plan Estratégico para Mar del Plata-Batán que se elaboró hace unos años atrás y que fue un muy buen intento, pero vaciaron esa instancia y casi nada de lo ahí propuesto se llevó a cabo. Una verdadera pena”.

Zurita no teme ser polémico y también alienta una autocrítica: “En la gestión social del hábitat, con emprendimientos de los movimientos sociales destinados a construir infraestructura, viviendas y espacios comunitarios, debemos ser más sólidos técnicamente y respetar lo que está normado en lo provincial y lo municipal. La lucha legítima no puede implicar un vale todo. Tampoco estoy de acuerdo con ocupaciones o con las tomas de tierras, porque eso es jugar con la desesperación de la gente que necesita acceso a suelo y vivienda digna, generando una inseguridad dominial-jurídica difícil de resolver en el tiempo. Pero ojo, a no hacerse los distraídos, porque la principal causa de la irregularidad en el suelo en los territorios, es la no gestión municipal del suelo urbano, el cual se vuelve funcional a lo ilegal y a lo indebido, como las ventas truchas hechas por personas inescrupulosas”.

Le consulto sobre lo que habría que hacer en lo inmediato: “En General Pueyrredón habría que declarar la emergencia dominial para poder regularizar muchas situaciones irregulares. Eso elevaría la recaudación municipal. También necesitamos un censo urbanístico (catastral, dominial, de habitabilidad y de uso), para conocer la realidad ocupacional, y así acordar zonas destinadas a determinadas funciones por determinados plazos de tiempo, como por ejemplo inmuebles en vacancia para disponer a la demanda de alquiler. La planificación es fundamental para que después no haya excepciones a escondidas. De ese modo, ningún desarrollador debería tener vergüenza por querer invertir y tener que pedirla, como pasa ahora. Hay que pautar reglas de juego claras”.

Desde hace algún tiempo que muchos dicen que Mar del Plata se ha conurbanizado. Quienes andan por los barrios saben que todas las semanas siguen llegando nuevas familias a afincarse. Crecen algunos asentamientos, generándose nucleamientos habitacionales en condiciones muy precarias, donde no hay ningún servicio básico. Y también hay barrios que tienen décadas de vida a los que todavía le faltan las cloacas, o el asfalto. Y ni hablar del acceso a la salud, que está explotada.

Zurita se explaya en la problemática: “Es urgente y necesario consensuar un límite a la creciente trama urbana por lo menos a treinta años. El desorden generalizado no permite organizar la inversión pública. Porque se podrían acordar ordenadamente compensaciones económicas para desarrollar otras zonas menos apetecibles donde nadie va a invertir. Y, eso le permitiría al propio Estado planificar bien los servicios que tiene que poner en funcionamiento. Hay que limitar este auge desenfrenado de los barrios privados, porque eso lo descompensa, porque de un año para el otro debe llevar agua, cloacas, gas, luz, etc. Eso nos sale carísimo a todos los marplatenses, y además, como contrapartida los barrios populares quedan abandonados porque no tienen capacidad de presionar. Otra iniciativa, por ejemplo, podría ser generar acuerdos con privados para que no haya tierras en desuso porque las dejan en vacancia buscando que sin ningún esfuerzo suban el valor con los años. Eso generaría condiciones para que hubiera una mayor oferta de terrenos y haría, indirectamente, que los precios de la tierra bajaran. Pero la actual gestión municipal ni siquiera copia a sus amigos de CABA, que al menos hacen negocios planificando, y aplicando la plusvalía urbana por vía de las compensaciones”.

Y agrega: “Desde la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires se están haciendo cosas buenas. Recientemente, se ha mejorado con la entrega de escrituras de inmuebles terminados hace años. También se está abriendo un debate acerca del ordenamiento territorial en toda la provincia, desde la cartera del Ministro Carlos Bianco. Pero a mí lo que más me interesa, es lo que pasa en la ciudad donde vivo. Y ahí no estamos nada bien, porque falta mayor articulación con lo local”.

Somos muchos los que creemos que Mar del Plata tiene todo para ser un lugar mucho mejor, que podemos concertar nuestras potencialidades de manera justa y equitativa, pero pareciera que han logrado acostumbrarnos a la mediocridad. No estaría nada mal que en principio, los marplatenses dejáramos de comprar espejitos de colores. “A veces tengo la sensación que hay una intención deliberada de desplanificar a la ciudad. Estoy convencido de que se puede hacer otra cosa, para eso tenemos que imaginar y crear colectivamente”, invita Zurita.