Dibujó toda la vida pero lo de instagram se dio de carambola, hace dos años. “Antes no me conocía nadie”, dice M1seria, bromeando sobre sus casi 90 mil seguidores en la red social donde hizo populares sus viñetas vintage, con dibujos y letra mayormente en blanco y negro, que se leen como bizarros e ingeniosos memes. “No sé ke haría sin mis seguidores”, le dice una cara, especie de máscara, a otra, que le responde: “Trabajar, seguramente”.
M1seria es como se conoce a este autor cuyo nombre empieza con una M, y tiene 33 años. Su primer libro salió en 2023 y a comienzos de este año salió el segundo, una nueva recopilación de 300 viñetas de “puro traketeo y amor”, auto editado y que vende sin editorial de por medio. Nació en Monte Grande, creció viendo los chistes de los diarios y en su mesa de luz tenía libros de Quino y Rep, pero sobre todo miraba televisión y dibujaba con crayones las paredes de su casa. “En la familia no se hablaba de arte. Mi vieja quería que vaya a una escuela de dibujo pero nunca quise, lo veía tan extraño a mi vida, ¿en Monte Grande? ¿Estudiar dibujo?”, reconstruye de una crianza donde dormía la siesta debajo de un mostrador, con madre kioskera y padre atendiendo un videoclub.
Todo lo recuerda caóticamente. Fue a tres colegios diferentes y repitió un año, hasta que a los 19 se mudó solo. Dejó el skate, aprendió a tocar la guitarra y nunca soltó el lápiz para dibujar, aunque lo veía más como un escapismo que como una apuesta creativa. “Trabajé como cadete, jardinero, en un call center, en la apicultura, de cantar en el colectivo, de venta de artículos del hogar, hasta que me mudé a la Capital y un gran amigo me hizo conocer la gastronomía”. Vivió un año en España, donde trabajó de camarero. Volvió y conoció un bar “muy cool” de San Telmo, que organizaba una suerte de jam de dibujo y cerveza con artistas consagrados. “Y flashé heavy, dije... ¡quiero estar del otro lado de la barra! Así que por primera vez tomé clases de dibujo. Pero no duré mucho, pues... vida nocturna”.
El año pasado, en un encuentro de “Nuevas voces del arte y la cultura urbana” del Museo Moderno, compartió mesa con Jona Dibujos, otro emergente del arte visual del conurbano, en una actividad presentada como “Jam de memes y charla sobre IA”. Lo suyo, enfatiza, se asienta en el meme y el humor gráfico. “No siempre es memes, a veces es historieta o shitpost. Igual, siento que todo es circunstancial”, bromea, y lo del shitpost no parece casual: muchas de sus viñetas parecen intencionalmente de baja calidad, incoherentes y “chatarreras”, irónicas y más disparatadas que cualquier meme convencional, una tira diaria ciertamente deforme, cáustica con lo argento. “Tengo una rutina bastante marcada. A veces viene primero el dibujo, a veces el mensaje, pero trato de anotar todo lo que se me ocurre siempre. A veces las saco en un minuto y a veces están ahí por un mes”.
Vuelve sobre su historia y dice que la fantasía de ser-su-propio-jefe duró un año y medio, cuando después de abrir un café con un amigo llegó la pandemia. En quiebra, se empleó en un restaurante de Villa Crespo y aprendió a moldear pizza napolitana. En esos giros de la vida, murió su papá y sobrevino hubo un fuerte cambio de chip. “Me quité su mirada de encima, y además entendí que me quedaba menos tiempo para todo”, y dice que en su casa aprendió a hacer kombucha, la gaseosa china de té fermentado, y que llegó a probarla Chris Martin, el cantante de Coldplay. “En la pandemia tuve mucho tiempo libre, lo cual me permitió dibujar por horas, que es lo que necesitaba. Y en ese momento nace M1seria, de la disciplina de dibujar todos los días y opinar de lo que pasa en este país tan espectacular”.
Se ríe de sí mismo y asegura que tiene más historia gastronómica que artística. Lo cierto es que nunca había pensado hacer arte más allá de sus dibujos de niño: “Me creía nacido para salvar los bosques, estudiando biología en la UBA”. Acota que “los empleos esclavizantes” y “las amistades turbulentas” le enseñaron más que internet, contrariamente a lo que se supone de un nativo digital. Sobre sus viñetas, las define simplemente como dibujos artesanales donde intenta “bajar data” de lo que observa de todos los días, sin una búsqueda específica. “Lo del anonimato se dio solo, nunca me mostré mucho, y ahora ya lo siento natural que no me conozcan la cara. Creo que a la gente le gusta que prime mi obra sobre mi ego. Me gusta mucho estar en mi casa, si no estoy dibujando, estoy cuidando mis plantas, nativas como dios manda”.
En su nuevo libro, especie de “grandes éxitos” de lo que sube a las redes, se despliegan chistes para fumones, cybernavegantes absurdos, irrumpen criaturas antropomorfas, juegos de palabras en círculos como “escupe, escucha, lucha”, cholulismo y melomanía, sátira pop, una conversación entre Dylan –el perro del ex presidente Alberto Fernández– y uno de los canes de Javier Milei, hay “influencers porteños”, acidez contra los estamentos familiares y amorosos, y un ida y vuelta de “chavistas” fanáticos del Chavo. “La red va tan rápido que el contenido pisa al contenido. El libro resuelve la imagen para la posteridad. Además, hay que vivir de algo, ¿no? Igualmente extraño mucho bandejear y atender gente, me sale muy bien y me llena el alma, pero ya fue suficiente”.
M1seria está cómodo en su trinchera de Instagram, destaca los videos de Joe Cappa y se ríe con los cómics del chileno Volao, y en el boca a boca de sus seguidores siente un milagro poder venderles un libro impreso. Dice ser consciente de sus propias limitaciones, pese a la marea constante de la era digital. Hoy lo conmueve hacer una canción y no tanto pintar una pared. “Es difícil querer entrar a las grandes ligas cuando no tenés amigos artistas”, suelta, en tono crítico. “Cuestión que ya llevo dos años de lobby porteño encima y ha sido aleccionador. Los nichos son crueles y el jet set porteño es impenetrable. No me malinterpreten, estoy feliz de haber conocido tanta gente inspiradora y que admiro en este último tiempo. Me interpela más la música que el arte visual. ¡Me aburre tanto lo que entra por los ojos! Aparte es mucho más divertido juntarte con músicos que con dibujantes. Igual los amo, que no se me enojen”.