Nueva entrega de la colección "La otra palabra", dedicada a iluminar las voces de pensadoras y filósofas que a lo largo de la historia del pensamiento generaron textos y acciones que es posible ahora reivindicar y volver a analizar. Dirigida por la medievalista y docente Jazmín Ferreiro, lleva ya cuatro títulos publicados, donde los textos originales se enmarcan con impecables biografías escritas por distintas docentes y académicas que ponen en contexto a las obras y al personaje. Las griegas, Hildegarda de Bingen y Simone de Beauvoir fueron los primeros. Flora Tristán. Filósofa intempestiva abre ahora a los lectores el camino recorrido por una mujer de acción que, además de escribir y de reflexionar sobre la situación de las mujeres a lo largo de la historia, y en particular de la sociedad de la primera mitad del siglo XIX, tanto europea como latinoamericana, activó proyectos que realmente intentaron generar un cambio en la estructura social en varios niveles.
Francesa y de ascendencia peruana, Flora (París 1802 - Burdeos 1844) se casó muy joven y tuvo hijos en Francia, pero luego se separó escapando con ellos de un marido violento y viajó a Perú entre 1833 y 1834 en busca de una herencia que le correspondía. Hija natural del aristócrata y coronel peruano Mariano de Tristán y Moscoso, y de la francesa Teresa Lesnais, con quien arman familia fuera del marco legal y viven en París en condiciones privilegiadas, recibiendo en su casa a importantes personajes como Simón Bolívar, cae en desgracia junto a su madre a la edad de cinco años cuando muere Moscoso y deben trasladarse a una zona obrera en las afueras de París.
Su increíble peripecia por estos pagos latinoamericanos fue rememorada con el título Peregrinaciones de una paria (1839), título central para comprender esa primera autopercepción de mujer marginal en tanto hija natural y esposa separada. El padre de sus tres hijos (uno de ellos muere y quedan Ernesto y Alina, quien años más tarde sería la madre de Paul Gauguin), la hostigó y persiguió hasta lograr un acuerdo judicial en el que ella se quedaba con la nena y él con el varón. Pero las persecuciones no cesaron incluso a la vuelta de ese viaje, donde Flora escribe y analiza la sociedad virreinal previa a la incipiente república peruana y, en particular, a la condición de las mujeres, con agudeza y perspicacia. Allí su objetivo era buscar ese sostén económico que le correspondía y que logra en forma moderada, ya que no termina recibiendo una herencia pero sí un acuerdo de mensualidad fija que determinará su tío.
Ya de vuelta en la Europa atravesada por un amplio proceso de industrialización, las acciones y escritos se suceden concentrados básicamente en denuncias sobre la explotación de las mujeres y de la clase obrera en general, como Paseos en Londres (1840), que además anticipa los análisis de Marx y Engels, quien, a diferencia de aquél que nunca lo hace, la menciona y en efecto cita en un par de oportunidades. También arremete Flora con varios textos afirmativos y programáticos donde expone su plataforma teórico-política con el fin de llevar a cabo los cambios que necesita la sociedad para liberar esos sectores de la sociedad, tales como La unión obrera (1843) y La emancipación de la mujer (1846).
El feminismo de Flora tiene entonces una línea directa con la ilustración y con las primeras manifestaciones y lineamientos que surgen durante la revolución francesa. No olvidemos aquellos grabados y dibujos de Jacques-Phillipe Caresme, Jean François Janinet y John Wells que, entre otros, muestran el frente de mujeres alineadas en la marcha sobre Versalles del 5 y 6 de octubre de 1789, donde unas 6000 o 7000 lideran esa revuelta que sería luego olvidada e ignorada por la historiografía durante mucho tiempo, así como las propuestas y análisis de la misma Tristán. La introducción a este ejemplar recorre en detalle el germen del feminismo y de sus primeros postulados en ese contexto, emparentando a Flora con otras mujeres fundadoras que también escribieron, argumentaron y discutieron con los principios centrales de los filósofos modernos, tales como Olympe de Gouges, Mary Astell y Mary Wollstonecraft en Inglaterra.
En Unión Obrera describe cómo “el mejoramiento de la situación de miseria e ignorancia de los trabajadores es fundamental, porque todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer”. Para Flora la posición subalterna de las mujeres se deriva de la aceptación del falso principio que afirma su inferioridad respecto del varón. Este discurso ideológico hecho desde la ley, la ciencia y la iglesia margina a la mujer de la educación racional y la destina a ser la esclava de su amo. En ese texto postula además la unión de los trabajadores y las mujeres —los oprimidos del mundo—, en una Internacional que, mediante una revolución pacífica traerá la prosperidad y la justicia.
Flora pasó los últimos años de su vida recorriendo Francia y dando discursos a las mujeres y a la clase obrera sobre cómo organizar la lucha y las instituciones para poder sentar las bases de una sociedad más igualitaria. Su principal seguidora y discípula, Éléonore Blanc, escribe su primera biografía y publica su diario, el Tour de France, que Flora esperaba publicar con el título: El tour de Francia: estado actual de la clase obrera bajo el aspecto moral, intelectual y material, y que se editaría en forma póstuma recién en 1973 con notas de Jules Puech.
HERMANA FUNDADORA
Flora Tristán. Filósofa intempestiva
Luisina Bolla. Galerna 252 páginas