El primer dato certero acerca de la posible explosión del submarino ARA San Juan fue brindado el jueves 23 de noviembre por la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (Ctbto, por sus siglas en inglés), luego de que dos micrófonos hidroacústicos de la red de sensores que utiliza en todo el mundo registraran un sonido con las características de una “explosión no nuclear”. Al tener sede en Viena, Austria, la organización elevó el informe elaborado con los datos al embajador argentino en ese país, Rafael Grossi, quien a su vez lo mandó al canciller Jorge Faurie y al ministro de Defensa de la Nación, Oscar Aguad. A partir de entonces, Grossi aseguró en entrevistas con distintos medios que había sido él quien alertó a la Ctbto para que hiciera la investigación, y el gobierno de Cambiemos asumió la supuesta audacia del embajador como un aporte fundamental del Poder Ejecutivo en la búsqueda del submarino. El mismo día que se presentó el informe, PáginaI12 se comunicó con la Ctbto y, tal como ya publicó, dos integrantes del organismo señalaron que el trabajo había sido realizado por su propia iniciativa. Ahora, en una nueva comunicación con este diario, la jefa de prensa del organismo, Elisabeth Wächter, reiteró que “nadie nos encargó que le hiciéramos el informe, no lo hicimos por pedido del embajador”. A pedido de este diario detalló cómo fue todo el proceso. “La Ctbto analiza los datos obtenidos por la red de radares siempre que ocurre un acontecimiento en el cual hay en riesgo vidas humanas, por nuestra propia iniciativa”, insistió.

La información captada y sistematizada por la Ctbto llegó a la Armada durante la mañana del jueves, de modo que en el primer parte diario el vocero oficial de la fuerza, Enrique Balbi, ratificó el hasta entonces rumor de la posible explosión. “Hubo un evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con una explosión”, anunció Balbi. Luego detalló que Grossi había transmitido horas antes la información al canciller Faurie, quien alrededor de las 10.15 llamó al ministro Aguad y al comandante de la Armada, Marcelo Srur. Los datos recabados por la Ctbto coincidían, por otro lado, con un parte de la Marina norteamericana que había detectado una “anomalía hidroacústica” en la misma región, y permitieron, además, delimitar el área de búsqueda.

El mismo jueves, Grossi sostuvo en una entrevista con el diario Clarín que “era pertinente contactar a los técnicos expertos para determinar si en el cúmulo de información que regularmente las estaciones de este organismo van recabando (a nivel internacional) podía existir información para nuestra búsqueda”. La nota del matutino con fecha del 23 de noviembre relató que “el diplomático contó que en el marco de la búsqueda del ARA San Juan se dirigió a las autoridades de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (Ctbto), que tiene sede en la capital austriaca”. El mismo día, el diario Perfil señaló en una nota que “Grossi fue quien pensó en los instrumentos de esta organización para dilucidar el caso del ARA San Juan. Personalmente, requirió la ayuda de su director ejecutivo, Lassina Zerbo, un diplomático de Burkina Faso que el embajador argentino conoce personalmente desde hace años”.

Al día siguiente, La Nación publicó una artículo sobre el embajador en el que afirmó que “teniendo en cuenta que ese organismo detecta movimientos sísmicos o alteraciones hidroacústicas con el fin de descubrir a países que realizan ensayos nucleares en todo el mundo, Grossi había sugerido pedirle al ente que analizara sus registros para verificar si hubo una explosión en la trayectoria del submarino”. Luego citó al embajador, que dijo: “Este organismo no está buscando esos tipos de datos. Nosotros fuimos y le planteamos el problema. Lo que ellos han hecho es de una gran generosidad porque no es a lo que se dedican. Es el resultado de un profundo análisis técnico de la organización”. La supuesta lucidez de Grossi para solicitar información a la Ctbto se reforzó con el hecho de que integró el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). La Nación advirtió en el citado artículo que “en la Argentina no hay, probablemente, otra persona que sepa más que él de asuntos nucleares. Su trayectoria como experto en la temática le valió reconocimiento internacional, al punto de integrar la cúpula del OIEA”.

El mismo día en que se dio a conocer el informe, PáginaI12 se comunicó con la Ctbto y uno de los ingenieros hidroacústicos que participó de la investigación, Mario Zanpolle, indicó que “noso- tros registramos datos durante las 24 horas del día para ver si hay alguna explosión nuclear”, y aclaró que “el informe sobre el ARA San Juan lo hicimos por nuestra propia iniciativa, cuando nos enteramos acerca de la desaparición del submarino y detectamos sonidos inusuales en algunas estaciones hidroacústicas cercanas”. En un nuevo diálogo, cuando se le preguntó a Wächter específicamente quién había encargado la investigación, la jefa de prensa contestó que “hicimos la investigación por iniciativa nuestra, nadie nos pidió que la hiciéramos. No existió un pedido del embajador”. Wächter describió que “como hacemos siempre que ocurre un acontecimiento en el cual hay en riesgo vidas humanas –como, por ejemplo, un desastre natural o un accidente industrial–, por nuestra propia iniciativa chequeamos si el Sistema de Monitoreo Internacional (IMS) puede proveer información relevante”. 

El IMS es la red de sensores que utiliza la organización para detectar explosiones nucleares prioritariamente, pero también otro tipo de señales, conformado por 337 dispositivos alrededor de todo el mundo. Entre los diferentes tipos de sensores tiene 170 dispositivos para medir ondas sísmicas en la superficie terrestre; 60 para registrar ondas de sonido de baja frecuencia; 80 destinados a monitorear la presencia de partículas radiactivas en la atmósfera; y 11 estaciones hidroacústicas cuyo objetivo es “escuchar” ondas de sonido en los océanos. Las primeras señales que se vincularon al submarino fueron recogidas por dos de estos últimos radares; uno ubicado en el medio del Océano Atlántico Sur, sobre la dorsal atlántica, y otro en la Isla Crozet, ubicada en el Océano Índico, entre Sudáfrica y la Antártida. Con la información se pudo determinar un área de búsqueda, que luego se redujo, el pasado miércoles, al agregar al análisis otros datos obtenidos por el IMS, esta vez de dos sensores destinados a medir ondas sísmicas.

“En el caso del ARA San Juan, luego de buscar por nuestra propia iniciativa entre una vasta cantidad de datos, y después de identificar y localizar un evento de interés, informamos a la Misión Permanente de Argentina en Viena”, apuntó Wächter. Este organismo, explicó la vocera, “es el canal de comunicación entre la Ctbto y las autoridades argentinas”. “En esa consideración, le mandamos al embajador la información generada por la Ctbto ni bien estuvo disponible”, agregó.