La semana pasada la Secretaría de Trabajo se jactó de la baja conflictividad laboral que se registró durante la segunda mitad del año 2024. Lo hizo incluso cuando los datos de inflación y recesión parecían expandirse y el empleo registraraba una caída de 180 mil puestos de trabajo públicos y privados. Más allá de lo que dijo lo que supo ser el Miniserio de Trabajo, las protestas existieron y se hicieron ver aunque estuvieron limitadas a los gremios afectados. Ante este escenario la CGT, por caso, no hizo nada de manera conjunta y masiva como la última movilización y paro que organizó el ya lejano 1º de mayo de 2024. En rigor, la quietud fue apenas sacudida cuando el primer sábado de febrero algunos dirigentes participaron de la multitudinaria marcha antifascista que convocaron las organizaciones LGBTIQ+ tras el discurso agresivo, discriminador y violento del presidente Milei en Davos. En este contexto, nada muestra que esa calma pueda ser interrumpida. Salvo, como reconocen algunos, que haya un ordenamiento desde la política. Es decir, desde el peronismo. Un escenario que bien podría comenzar a corporizarse una vez superada las elecciones legislativas donde los gremios y sus dirigentes harán su juego según sus preferencias. Pero para eso falta un largo trecho.
En el inicio del gobierno libertario la CGT cobró un protagonismo que sorprendió incluso a algunos de sus propios integrantes. Paros, movilizaciones y acciones en los estrados judiciales para frenar la embestida libertaria le otorgaron a la central sindical un protagonismo político que suplantó, al menos por unos meses, a la dirigencia política que todavía estaba bajo el efecto del shock de la derrota electoral. Sin embargo, ese hiperactivismo fue decayendo hasta retomar su estado actual donde prevalece la decisión de habilitar espacios de diálogo con el gobierno en busca de soluciones a reclamos, como el de las obras sociales, que a pesar de la insistencia y las charlas no han dado resultado.
Mientras tanto, los números de la economía siguen mostrando que afuera de las paredes del histórico edificio de la CGT la crisis no se detiene aunque el INDEC exprese un freno en la inflación.
Sin duda, lo más activo en la central obrera es la normalización de las regionales de la CGT. El número crece día a día y esa acción tuvo, por caso, éxitos como una participación mayor y organizada de las regionales en las movilizaciones y paros que supo convocar la CGT. También se sintió esa presencia en varias provincias donde las regionales estuvieron más activas que la "casa central" en los actos que se realizaron ese 1º de febrero en sus distritos.
La política
En este tiempo libertario, la CGT mostró otra faceta, además de la activista que predominó en los primeros meses de 2024, y fue la unidad a pesar de los cambios internos. Ni siquiera el portazo de Pablo Moyano resquebrajó la conformación del consejo directivo.
En otros tiempos, el predominio de los sectores dialoguistas hubiera provocado la generación de una central obrera paralela. No son los mismos tiempos.
De todas formas, los sectores internos de la CGT que en conjunto reclamaron una conducción política para confrontar con el gobierno libertario, poco a poco fueron acercándose a los grupos internos del PJ.
Mientras en términos generales, la CGT se acerca al gobernador Axel Kicillof y se entusiasma con la posibilidad de que el mandatario rompa con la titular del PJ, Cristina Fernández de Kirchner, hay algunos dirigentes en particular --como Héctor Daer-- que esperan con ansiedad lo que hará Sergio Massa, al fin y al cabo su referente en la política.
Hay además un universo de unos 13 gremios que están más cerca de CFK entre los que se destaca el Smata que lidera Ricardo Pignanelli, la Bancaria de Sergio Palazzo, los canillitas y la Unión Ferroviaria, entre otros donde también se podría incorporar a gremios moyanistas. No son compartimientos estancos. De hecho acá hay gremios que no integran la CGT como la Asociación de Personal Aeronáutico que lidera Edgardo Llano que es parte de la CTA y el gremio judicial que dirige la diputada Vanesa Siley.
Hay momentos en que el gremio del personal legislativo es parte de este universo sindical K, pero al mismo tiempo es integrante del Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) que supo liderar el taxista Omar Viviani y que simpatizaba con Massa.
También está la Corriente Federal de Trabajadores (CFT) donde confluían el Núcleo del MTA, la Corriente Político Sindical Federal y la Asociación Bancaria. Hasta ahora está(ba) también identificada con CFK. Pero en este último tiempo el Núcleo, donde participa Sadop y APLA de Pablo Biró, se abrieron buscando independencia.
En la vereda de enfrente se ubica, por así decirlo, el pequeño agrupamiento que mantiene el gastronómico Luis Barrionuevo. Este relanzó el viernes pasado su partido Trabaj.Ar. En el acto estuvo el triunviro Carlos Acuña, titular del gremio de los trabajadores de estaciones de servicio que no hizo nada todavía para frenar la automatización del expendio de combustible y que perjudica a sus trabajadores. También estuvo Roberto Fernández de la UTA, con muchas internas en el gremio, y el panadero Rubén Aguiar que no logra que le reconozcan su elección.
Durante su discurso Barrionuevo criticó a los "mariscales de la derrota" entre los que citó a CFK. Curioso discurso porque Barrionuevo no solo no ganó cuando se presentó para ser gobernador de Catamarca, sino que terminó generando disturbios para impedir los comicios. En el acto, el gastronómico estuvo acompañado de las 62 Organizaciones peronistas, la rama política de la CGT que -a pesar de lo que dice Barrionuevo- hay por lo menos otras dos 62O que se adjudican el sello oficial. Lo cierto es que al acto del gastronómico no fueron representantes de gordos, independientes, ni la UOM. Incluso no hubo nadie de las delegaciones regionales.
Mientras los integrantes de la conducción de la central obrera mantienen su táctica dialoguista con la Rosada, otean el devenir de las internas del PJ y encaminan sus preferencias, afuera lo que escasea es la tranquilidad.