Argentina siguió los pasos de EE.UU. y anunció su retirada de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, los libertarios podrían quedar pedaleando en el aire: ahora Trump negocia las condiciones para la permanencia de su país. Por estos días, los libertarios también analizan la salida del Acuerdo de París, consenso que involucra las voluntades de casi 200 naciones para limitar los efectos del cambio climático. EEUU amaga con irse de los organismos multilaterales porque, en el nuevo mandato del republicano, refuerza su postura aislacionista y su retórica de que todos necesitan de EEUU y EEUU no necesita de nadie. Sin embargo, más allá de copiar la coreografía del norte: ¿por qué Argentina se marcha de estos espacios? ¿Nuestro país también puede solo? ¿Qué pasaría si esta política exterior se expande hacia otras entidades supranacionales de Naciones Unidas como la FAO (Alimentación y Agricultura) o la Unesco (Educación, Ciencia y Cultura)?

Bernabé Malacalza, doctor en Ciencias Sociales (Flacso) e Investigador del Conicet, arroja pistas y reflexiona sobre estos interrogantes: “Es una postura que están tomando EE.UU., Israel y Argentina. De hecho, Israel anunció su retiro del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas luego de que Trump lo hiciera. Milei hubiera hecho lo propio, pero existió una traba burocrática que se lo impidió”.

Malacalza continúa con una hipótesis que serviría para comprender las acciones anti-multilateralistas. “La política exterior de Argentina es lo que se podría llamar emulación performativa, no es un alineamiento con EEUU, sino una emulación de Trump”. Esto es: la gestión libertaria, según el investigador, hace una interpretación de lo que haría el mandatario norteamericano y, en ese camino de complacerlo, “desarrolla una creatividad, innova”. Y agrega: “Buscan que Argentina sea vanguardia al interior del movimiento reaccionario internacional”.

Quieren posicionar a la nación como vanguardia en la ultraderecha y para ello sorprenden con decisiones a contracorriente. De hecho, Argentina intenta destacar entre otros ejemplos mundiales como El Salvador de Nayib Bukele o la Italia de Giorgia Meloni, que pese a comulgar con las ideas de derecha, no se retiran de los organismos. Pues la ecuación no da: “irse no tiene beneficios, tan solo reúne mala reputación”, advierte Malacalza.

La palabra de Adorni

Cuando el vocero Manuel Adorni comunicó la salida de la OMS a mitad de semana, dijo que no se descartaba retirar al país de otros ámbitos internacionales. En redes sociales, el odio del gobierno hacia la OMS fue alimentado por el propio presidente, que acusó a los expertos de la entidad de ser "ideólogos de la cuarentena cavernícola".

Ante el diario francés Le Point, Javier Milei afirmó que analiza retirar a Argentina del Acuerdo de París, signado en 2015 con el fin de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero a 1.5 grados con respecto a la época preindustrial. La agenda ambientalista, desde su punto de vista, está promovida por las ideas del “marxismo cultural” y afirma, contra toda la evidencia científica, que el cambio climático no tiene nada que ver con las actividades humanas.

No obstante, el futuro es incierto. El viernes se conoció que todo podría cambiar si finalmente Trump logra imponerse en la negociación para garantizar su permanencia en la OMS. Como moneda de cambio, busca que el próximo director de la organización en 2027, cuando finaliza el mandato de Tedros Adhanom Ghebreyesus, sea estadounidense. El interrogante que se abre es: si EEUU vuelve, ¿Argentina vuelve también? El precio de ser una sombra puede ser demasiado caro.

Acuerdo de París: ¿afuera?

Para tener referencia de lo excepcional que sería la decisión, tan solo Irán, Libia, Yemén y EE.UU. son los únicos miembros de Naciones Unidas que no forman parte del Acuerdo de París. De hecho, EEUU ha sido el principal emisor de gases de efecto invernadero de la historia. Como su retirada se hará efectiva el año que viene, se espera que participe de la COP 30, la Cumbre Climática que se celebrará en Belem, Brasil, y que intentará rubricar nuevos compromisos de los Estados en la temática. Una hipótesis nada descabellada –teniendo en cuenta cómo se desarrollan las acciones– es que el gobierno norteamericano envíe representantes para boicotear la posibilidad de futuros consensos.

Sergio Federovisky, exviceministro de Ambiente de la Nación, analiza los impactos que la salida de Argentina podrían tener: “El primero es de orden simbólico y ético. Demuestra que un país que está en el lote de las naciones más afectadas por las consecuencias del cambio climático, en vez de sumarse a los esfuerzos globales por combatir esa situación, se aísla y decide tomar una posición negacionista”.

El segundo impacto, desde la perspectiva del exfuncionario, ya no es simbólico sino que tiene consecuencias prácticas: “Argentina quedará fuera de cualquier proyecto que pueda brindarle recursos y herramientas para el desarrollo de energías alternativas, y fundamentalmente afuera de la aplicación de políticas que reduzcan la vulnerabilidad ante los desastres naturales provocados de manera directa y como consecuencia del calentamiento global”.

¿Soberanía ambiental y sanitaria?

Al informar la salida de la OMS, Adorni también dijo: "No vamos a permitir que un organismo internacional intervenga en nuestra soberanía, mucho menos en nuestra salud". Lo curioso es que Argentina da la espalda a espacios internacionales con la excusa de ejercer su soberanía, pero no se detiene a analizar las consecuencias.

En relación a lo ambiental, Argentina podría perder el acceso a créditos internacionales si decide salir del Acuerdo. Esto es así porque, a partir de diversas cláusulas, los organismos financiadores condicionan la entrega de préstamos a naciones que solo se comprometen con el cuidado del ambiente. Estas son fricciones diplomáticas innecesarias que chocan de frente con una agenda global que marcha camino a la integración y al desarrollo sostenible.

Dejar de formar parte de la OMS implicaría perder apoyo en programas integrales destinados a enfermedades transmisibles y no transmisibles, de salud mental, materno infantil y de vacunación. Así lo consignaron diversos actores como la Fundación Soberanía Sanitaria.

Adrián Díaz, exfuncionario de la Organización Panamericana de la Salud, opina: “En un mundo tan complejo, globalizado, expuesto a múltiples amenazas y desafíos, es ilusorio pensar que algún país, por más poderoso que sea, pueda prescindir del resto. Nadie se salva solo, basta recordar lo ocurrido en la pandemia. La estrecha colaboración entre estados, academia, sector privado, ONG y organismos multilaterales con el liderazgo de la OMS, permitió una respuesta más coordinada y la posibilidad de disponer de vacunas en tiempo récord”. Y cuestiona el ejemplo estadounidense: “Si durante su primera presidencia, Donald Trump hubiera promovido y aplicado las medidas recomendadas por consenso científico internacional y la OMS, tales como el aislamiento y la vacunación, EE.UU. hubiera podido evitar cientos de miles de muertes ocurridas en su territorio”.

La soberanía no equivale, en este marco, a dar la espalda al mundo, sino a hacerse fuerte en un planeta en el que es imposible prescindir de la articulación. Sin embargo, el gobierno no opina lo mismo. “Probablemente Argentina podría salir de la Unesco y de la FAO también. Hacerlo tiene un impacto concreto en fondos y financiamiento, y en redes de articulación para gestionar políticas públicas, pero en todos los casos habrá que ver las trabas legales. No es tan sencillo, porque las salidas en algunos casos podrían ser hasta inconstitucionales y marchar en contra de los derechos humanos”, comenta Malacalza.

Agenda antiwokismo

En julio de 2024 Argentina ya había mostrado los primeros signos de ruptura con la OMS. Fue cuando decidió no suscribir el Tratado contra las futuras pandemias, destinado a mejorar la articulación ante las crisis globales que podrían avecinarse.

En septiembre, la todavía canciller Diana Mondino anunciaba la disociación de Argentina del Pacto para el Futuro que impulsa Naciones Unidas. Este acuerdo incluye ejes como la paz y la seguridad internacionales; el desarrollo sostenible y las finanzas para el desarrollo; la ciencia, tecnología e innovación y la cooperación digital; la juventud y las generaciones futuras; y la transformación de la gobernanza global. El Pacto, a su vez, significaba una actualización del compromiso de las naciones con la Agenda 2030, iniciativa que Milei había definido como un “programa de gobierno supranacional de corte socialista” que atenta “contra la soberanía de los estados-nación” y violenta “el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”.

Todas estas decisiones son consecuentes con la prédica que critica al “wokismo”, una palabra de moda usada para atacar, precisamente, a quienes defienden derechos y son un amplio abanico de actores que abarca incluso a magnates y jefes de Estado. Los anti-woke emplean la expresión para denunciar un “virus que ataca a valores tradicionales y a todo Occidente”.

“El alineamiento de Milei con la agenda de política exterior de Trump y la supuesta batalla cultural que estaría dando contra lo que denomina la ideología ‘woke’ -además de ser un gigantesco papelón internacional- incumple tratados y convenciones internacionales suscritos por el Estado argentino y lleva al país al progresivo aislamiento respecto de la región y el mundo. No hay ningún argumento que pueda justificar la salida de Argentina de los organismos multilaterales”, advierte Díaz.

Argentina se marcha de espacios valiosos de articulación internacional y el futuro es incierto. Si se retira de todos: ¿por qué no abandona también el FMI?