“Gano más de delivery que el miserable sueldo pegando palos”, escribe EOV en el grupo de Whatsapp de casi mil integrantes de la Gendarmería, rebelados, y convocando a concentraciones para este lunes, para el otro o para el martes 25 de febrero. “Que se vayan a cagar, hoy presento carpeta médica psiquiátrica”, contesta LM. “El aumento no alcanza para la SUBE”, postea un tercero. Varios señalan que están trabajando en el arreglo de aires acondicionados, heladeras y otros electrodomésticos, en Uber o como deliverys. El clima caliente entre los gendarmes está al borde del estallido: 1,6 por ciento de aumento en enero; 1,2 por ciento en febrero y, como Patricia Bullrich sabe que todo está por desbordarse, cinco por ciento en marzo, el mayor aumento que recibe cualquier estatal en esta época. También ese aumento les parece mínimo porque, según alegan, los trasladan a CABA, Rosario, Santa Fé y otras ciudades donde los alquileres les consumen la mitad del sueldo. En los chats y mensajes no hay quejas porque los mandan a reprimir, lo que reclaman es que reprimir requiere de otros sueldos. En los mensajes incluso se mezclan algunos que llaman a Victoria Villarruel como “señora presidente”. Es más, en las últimas horas los Gendarmes Autoconvocados le enviaron una carta abierta a Villarruel enumerando sus reclamos, algo insólito teniendo en cuenta que el Ejecutivo es ejercido por Javier Milei y la ministra Bullrich.
¿Habrá concentraciones?
Según se ve en distintos posteos, la convocatoria es para este lunes, a las 9, en el Monumento a la Bandera, en Rosario; en el Edificio Centinela, en el Puerto de Buenos Aires; en la Plaza San Martín de Jesús María, Córdoba; en la Plaza Belgrano de San Salvador de Jujuy y en la Plaza San Martín de Tartagal, Salta. Nadie sabe si efectivamente alguna de las movidas se concretará porque, como anticipó Página/12, Bullrich se lanzó a un vasto operativo de espionaje contra los cabecillas. Este diario publicó detalles del informe de la Sala de Situación de la Dirección General de Inteligencia Criminal de la Policía Federal, o sea una operación de espionaje (ilegal) de una fuerza (Policía Federal), sobre otra (Gendarmería).
A ese informe se sumó una especie de formulario escandaloso que se obligó a llenar a distintos efectivos durante la última semana, según reveló el programa Minuto Final de C5N. Se les preguntó, por ejemplo, “¿tiene conocimiento de la existencia de un grupo de Whatsapp denominado ‘familias reclamando lo que corresponde’? Informe si conoce al creador del grupo ¿Tiene conocimiento de algún otro efectivo que forme parte del grupo? ¿Conoce a otros efectivos que inciten al personal a reclamar por mejoras salariales, desconociendo la autoridad del señor Director Nacional?”. El formulario-interrogatorio continúa exigiendo una especie de delación. En paralelo, Bullrich mandó a distribuir una increíble orden en la que se prohíbe a los efectivos y sus familias que hagan cualquier tipo de comentario en las redes sociales, con la amenaza de sanciones disciplinarias.
La combinación entre la ofensiva de espionaje, el temor y el tímido aumento del cinco por ciento que se aplicará recién en marzo pone algún interrogante en que las concentraciones se concreten este lunes. Una alternativa que se baraja es que se concentren familiares, no efectivos de la fuerza. La otra versión que corre es que podrían sumarse integrantes de otras fuerzas que están haciendo el mismo planteo, en especial los del Servicio Penitenciario: en el chat hay mensajes de “los candados”, como les dicen a los penitenciarios.
Datos alarmantes
La página llamada 1588, de Corrientes, refleja habitualmente comunicados de los gendarmes que, en su mayoría, provienen de las provincias limítrofes. Voceros de los efectivos revelan un dato asombroso: casi el 45 por ciento de los gendarmes pidieron la baja o presentaron carpetas médicas psiquiátricas, un recurso habitual de los efectivos que no dan más y que suelen contar con el visto bueno de numerosos médicos que firman los legajos.
Los factores que llevan a la carpeta psiquiátrica no son menores:
*Los gendarmes son llevados a reprimir a CABA, en algunos casos a jubilados. Aunque lo dicen en general, no se quejan de que tienen que reprimir, pero mencionan “órdenes humillantes y degradantes que nos desgastan física y mentalmente en la lucha contra la narcocriminalidad”.
*En los textos mencionan que las jornadas son de 12 horas o incluso de 24 horas, por lo cual uno de los reclamos es que se acorten a ocho horas “como en otros empleos”.
*Los trasladan -según argumentan- sin criterio alguno a ciudades en las que tienen que alquilar -CABA, Santa Fé, Corrientes capital, Tucumán, Chaco, Santiago del Estero, Córdoba--, necesitan garantía y no la tienen. Mencionan alquileres de 350.000 o 450.000 pesos, impagables con un sueldo de 800.000 como el que tiene un cabo primero, un subalférez o un alférez.
*En forma expresa o tácita también hay un reclamo por la falta de preparación para intervenir en zonas calientes como Rosario. “Nuestras familias no saben si volvemos”, señalan.
Aumentos que no son aumentos
En el Boletín Oficial se publicaron los sueldos de enero, febrero y marzo. Un subalférez, que es un grado medio y que es el que tienen los que van atrás en las motos cuando se reprimen las protestas, cobró 834.000 pesos en enero; 844.000 en febrero y recibirá 886.000 en marzo, cifra que en realidad percibirá en los primeros días de abril. En términos porcentuales, son 1,6 por ciento en enero; 1,2 por ciento en febrero, en ambos meses muy por debajo de la inflación, y el cinco por ciento de marzo que Bullrich publicita como una gran concesión en la política de motosierra. A ese sueldo se le descuentan -dicen los rebeldes- la obra social (IOSFA), la mutual (Amugenal), Sociedad Militar (que es un seguro de vida). Alguno, más politizado, pone en el chat: “sin nosotros no aprobaban la Ley Bases”, en referencia a la represión cuando se votaba en el Congreso.
En el grupo de Whatsapp de los rebeldes, el anuncio del aumento de marzo provocó más enojo todavía: “es una burla”, “una cagada”, “se ríen en nuestra cara”, “es joda eso”. Un suboficial recibe en febrero (se cobra a principios de marzo), 10.000 pesos más que en enero: “ni para la SUBE”.
¿Para reprimir mejor?
Lo que se observa en los textos de los reclamos es que se cuestionan poco y nada las órdenes de represión. El reclamo parece traducirse en la frase “para que sigamos pegando palos, tienen que pagarnos mejor”. En ninguno de los posteos se critica a Javier Milei, pero están los que quieren dejar en claro que su referente es la vicepresidenta, Victoria Villarruel, con menciones de “señora presidente”. Esos sectores la ubican como adalid de los militares y reivindicadora de la dictadura de 1976.
La evidencia más nítida es que este sábado se conoció una carta abierta de los Gendarmes Autoconvocados dirigida a Villarruel, que en realidad no tiene competencia alguna en los sueldos. "Nos dirigimos a usted en representación de todos los integrantes de la Gendarmería Nacional para expresar nuestras serias preocupaciones y necesidades básicas desatendidas por la ministra de Seguridad y el Director de nuestra institución. Un gendarme con 15 años de servicio percibe un salario aproximado de 750.000 pesos, lo que lo coloca por debajo de la línea de pobreza". El texto hace referencia a que "los gendarmes, en sus días libres tienen que realizar trabajos adicionales no registrados o desempeñarse como conductores de aplicaciones de transporte". Al final de la carta abierta, le piden a Villarruel "que apoye nuestra causa por el bien de nuestras familias". Eso sí, no dejan de señalar que "el país está avanzando, pero parece haber olvidado nuestro esfuerzo".
Todos los ingredientes hacen que el conflicto aparezca como distinto al de 2012, cuando enfrentaron, en un verdadero levantamiento, al gobierno de Cristina Kirchner, con Nilda Garré como ministra de Seguridad. En 2012 los líderes eran de ultraderecha y se mezclaba cierto odio ideológico. Ahora se percibe sintonía con la administración Milei, pero no faltan quienes dicen que hay más voluntad represiva en Bullrich que en un cuerpo que está desgastado y enojado porque no les reconocen salarialmente su papel en la calle tirando gases.
Las amenazas de sanciones, informes de inteligencia, cuestionarios exigiendo delaciones, provocaron un silencio en las últimas 24 horas en el grupo de Whatsapp y en los posteos. Aunque lo tapen, el principal aparato represivo, la Gendarmería, afronta una crisis que tiene pocos antecedentes.