Gremios que representan al sector científico e investigadores autoconvocados participaron de una asamblea en el Polo de Palermo, lugar en el que están las oficinas de las autoridades del sistema. Y más allá de las formas, todas las voces se unieron en un mismo diagnóstico: “la situación está cada vez peor”. A los despidos y el ajuste presupuestario arrastrado desde 2024, se suma el cese de las becas a jóvenes investigadores que entregaba al Conicet (otro organismo clave hoy paralizado). Por otro lado, está la inminente difusión de un nuevo DNU que amenaza con cerrar, fusionar o limitar las capacidades de organismos públicos, entre ellos el Conicet, el INTI y el INTA.
Como si fuera poco, hay versiones que enuncian la posibilidad de que el gobierno modifique el estatuto para que los investigadores de el Consejo Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, no se dediquen full time a sus tareas, sino que se conviertan en un complemento. De esta forma, hacer ciencia podría parecerse más a un hobby que a un trabajo, y la precarización estaría a la vuelta de la esquina. Para colmo, el telón de fondo: la función ciencia y tecnología se dirige a alcanzar un mínimo histórico de porcentaje del PBI (0,15 por ciento), por debajo incluso del piso de 2002 que había sido 0,17 por ciento.
Los testimonios
En diálogo con Página/12, Nuria Giniger, dirigenta de ATE Conicet, señala: “La situación en Conicet es una catástrofe, no tenemos fondos para investigar. Si además se tiene en cuenta que nuestros salarios están muy retrasados, los trabajadores empiezan a pensar en otros caminos posibles. Tratamos de adaptar las investigaciones que llevamos adelante a temas más ‘redituables’. En efecto, empieza una competencia muy difícil de llevar”.
Además, continúa Giniger, no hay nuevos ingresos a la Carrera del Investigador Científico. El diagnóstico, desde la asunción de los libertarios, es oscuro. “Afrontamos una primera embestida sobre Conicet durante la primera parte del año pasado y luego le siguió la plancha, un letargo. Nos cocinan a baño María”, subraya.
Mientras el presidente señala frente a medios internacionales que “no me gustan las aplicaciones a todo lo que tenga que ver con las ramas sociales”, el semanario francés Charlie Hebdo comparte una sátira titulada “La cruzada anti-ciencia de Milei” sobre la penosa situación que enfrentan quienes se encargan de la producción de conocimientos en Argentina. En una viñeta satírica, muestra al libertario entrando a un laboratorio donde, motosierra en mano, le corta las manos a todos los científicos que trabajan allí y anuncia: "Sólo nos quedaremos con los que se puedan coser su propio brazo".
Jorge Geffner, prestigioso inmunólogo del Conicet y referente de la Red de Autoridades de Institutos de Ciencia y Tecnología, denuncia: “Esta asamblea responde al desfinanciamiento total y absoluto de los proyectos de investigación de la Agencia. Tampoco existe más Equipar y Construir Ciencia, dos programas para acceder a nuevos equipos y mejor infraestructura. Además, ya no ingresa más nadie al Conicet”. Y ejemplifica: “La gente de la convocatoria 2022 sigue esperando y no tiene novedades de cuándo se producirá algún alta. Hay 800 personas esperando. En abril salen los resultados de la convocatoria 2023, es decir, otros 800 más. Tendremos a 1600 jóvenes investigadores con incertidumbre para ver cómo seguirá su futuro”, observa.
Becas y el DNU que asoma
En cuanto a las becas de la Agencia, días atrás se supo que múltiples becarios no recibieron el salario de enero. Y peor aun, nueve de ellos de distintas ramas y provincias, se enteraron por mail de la baja de su beca. Las becas constituyen la herramienta a la que acceden los investigadores en formación, precisamente, para continuar con su capacitación. Es un paso determinante en el trayecto que implica cómo investigar y para qué hacerlo en el futuro. La Agencia es un organismo que durante los últimos años había desempeñado un rol clave en el fomento de actividades y en el robustecimiento del sistema.
En relación al DNU que se prepara desde la cartera que administra Federico Sturzenegger, Giniger apunta: “La Ley Bases impide desmantelar Conicet, pero no impide la fusión, ni otros modos de acción. Hay que estar muy atentos a ver qué pasa y defender la ciencia pública”. Cerrar, transformar, fusionar, tres verbos que, si bien definen procesos distintos, apuntan al mismo objetivo: achicar el Estado a su mínima expresión.
Entre otros rumores que recorren los pasillos de instituciones científicas, se desliza la posibilidad de que el Conicet se provincialice, de manera que cada provincia debería financiar a los institutos y centros que están comprendidos dentro de sus límites geográficos. También se conversa sobre la versión de que las investigaciones que corresponden a las Ciencias Sociales pasen a ser financiadas por las universidades.
Geffner opina: “Cualquiera de esas dos opciones sería malísima. En el mejor de los casos refleja que no entienden absolutamente nada de lo que son las ciencias sociales, pero todo es un comentario. Hasta que no salga la letra del decreto no sabemos qué va a pasar”, refiere con cautela.
Otra de las ideas que desde el oficialismo encaran es la chance de unificar el INTI, el INTA y la Conae, y crear como resultado un gran instituto con el objetivo de siempre: “mejorar la eficiencia del sector”. Bajo esta premisa, no se tocaría al Conicet, pero sí el funcionamiento de estos espacios dedicados a la producción tecnológica del agro, la industria y el espacio que, de cara al futuro, podrían depender de una estructura única.
Cifras que asustan
De acuerdo al análisis presupuestario que realiza el Centro Iberoamericano de Investigación en Ciencia, Tecnología e Innovación, la preocupación del sector se traduce en números.
Entre otros datos, el informe revela: “Como porcentaje del PBI la Función CyT se dirige a alcanzar un mínimo histórico (0,15 por ciento), por debajo incluso del piso del 2002 (0,17 por ciento). En 2024 pasó a representar el 0,20 por ciento, luego de alcanzar el 0.30 por ciento del producto en 2023. Este descenso en el bienio implica un ajuste muy superior al que hizo el macrismo en cuatro años, entre 2015 y 2019 (48 por ciento vs. 35 por ciento en relación con el PBI)”.
Además, en lo que va de la gestión del gobierno actual, la ejecución real cae en todos los organismos cuando se la mide contra 2023: Conicet (-42,2 por ciento), INTA (-44,4 por ciento), CNEA (-54,6 por ciento) e INTI (57,5 por ciento) destacan como algunas de las más afectadas por su peso en el sector. Si el futuro es negro, ¿qué sigue?