Los resortes del pensamiento aun funcionaban como para identificar las intenciones macabras de los noveles principiantes, montados en corceles rostizados, con ese fuego purificador de la moralidad que todo lo encubre.

¿Qué vislumbraba en esa acechanza camuflada en buenos modales? El desenlace siniestro de un ideario conservador, arbitrario, fanático, adornado con un sesgo direccionado hacia políticas totalitarias.

El concierto social una vez más se veía agrietado, ideologizado en sus creencias bien certeras, en sus concepciones superficiales, influenciadas por lo discursivo y lo efímero de las redes sociales en sus diversos formatos. Endeble en la fundamentación teórica, histórica, analítica, acerca de los acontecimientos recurrentes.

Así las cosas, lo que presenciamos en estos días es una nueva forma, un sistema de comunicación con cambios permanentes. Nuevos paradigmas que sustentan el andamiaje del funcionamiento de la vida en sociedad. Como un asteroide avanzando a la velocidad de la luz, con destino a estrellarse contra su misma ansiedad tecnológica.

Cuando los resortes íntimos de la mente humana funcionan con su intuición salvaje original, podremos descifrar los engaños a los que somos sometidos a diario. Cuando nos dejamos, nos acomodamos, nos relajamos de ese ejercicio íntimo de cuestionarnos y estar alertas, caemos irremediablemente en la telaraña social nociva que tiene sus coordenadas tan vitales como sombrías.

La pérdida de la libertad, la pérdida del deseo, síntoma del misterio del alma humana, están ancladas en esa estructura social diseñada para controlar, para ejercer el rol de algún dios o autoridad suprema. La rebeldía se atenúa frente a los discursos y gestos morales que estimulan pertenecer para existir.

El éxodo de esa premisa conformista representa la factible marginalidad posterior. Cuestionar, confrontar, como método para transformar ideas arraigadas como el musgo en estatuas medievales.

A ese conclave tan perverso como enigmático debemos dinamitarlo. Solamente pararse como el ser humano que ha revisado, aceptado, evolucionado, recriminado, perdonado su misma esencia, para surgir autentico, tan frágil como poderoso.