El polvo de harina sigue flotando en el aire, como testigo de un ritual ancestral que, año tras año, hermana a los riojanos y visitantes de todo el mundo,en una de las fiestas más auténticas y federales del país. La Chaya 2025 cerró su edición con números contundentes: más de 46.000 asistentes en tres noches y una recaudación bruta de entradas que superó los 517 millones de pesos. Pero más allá de las cifras, lo que quedó demostrado es que la identidad y la cultura popular resisten, incluso en tiempos de ajuste y desinversión.
En un contexto donde las políticas nacionales de recorte están golpeando con fuerza a la cultura y el turismo, La Rioja se convirtió en ejemplo de cómo una fiesta popular no solo es un espacio de encuentro y tradición, sino también una herramienta estratégica para la economía local,el festival riojano se erigió como un símbolo de resistencia y reafirmación identitaria.
“Venimos de un ataque muy agresivo hacia nuestra provincia con respecto al festival”, expresó el gobernador Ricardo Quintela en diálogo con Página 12. “La afluencia de gente superó nuestras expectativas. La segunda noche estuvo llena en su totalidad, y la tercera noche creemos que superará las 25.000 personas, algo inédito”.
Lejos de ceder ante la adversidad, el gobierno provincial apostó a sostener la Chaya no solo como un evento cultural, sino como una política pública estratégica que moviliza turismo, genera empleo y fortalece la identidad local.
Impacto económico: la fiesta que mueve La Rioja
Más allá del aspecto simbólico, los números de la Chaya 2025 respaldan su impacto real en la economía riojana. En solo tres noches, la fiesta generó:
• Más de 46.000 asistentes.
• $517 millones de pesos en recaudación bruta de entradas.
• 75% de ocupación hotelera en la provincia.
Para una provincia donde el verano es considerada temporada baja, estos indicadores representan una inyección de vitalidad económica, con beneficios directos no solo para el sector hotelero y gastronómico, sino también para una amplia red de trabajadores:
• Artistas y músicos que encuentran en la Chaya un escenario de visibilidad y trabajo.
• Técnicos, sonidistas y productores que garantizan el espectáculo.
• Artesanos y emprendedores que comercializan sus productos en el marco del festival.
• Comerciantes locales que ven un aumento significativo en sus ventas.
“El verano es temporada baja en nuestra provincia, pero gracias a la Chaya, la ciudad estuvo llena. Se ha notado mucho el turismo en la capital en estas tres noches”, explicó Gustavo Luna, ministro de Turismo y Culturas de La Rioja.
El impacto de la Chaya no solo se sintió en la capital provincial, sino también en los alrededores, donde la demanda de alojamiento y gastronomía creció de manera exponencial.
Un desafío al ajuste y un modelo a seguir
Mientras en varias provincias del país se han cancelado festivales y eventos culturales debido a la falta de financiamiento, La Rioja eligió un camino distinto: en lugar de ver la cultura como un gasto, la posicionó como una inversión clave para el desarrollo local.
Este modelo no solo fortalece la identidad riojana, sino que además genera empleo, fomenta el turismo y promueve el consumo interno, con un efecto multiplicador en toda la provincia.
“Defender la Chaya es defender el trabajo, la identidad y la cultura popular”, sostienen desde el gobierno provincial.
Lejos de conformarse con el éxito alcanzado, La Rioja ya tiene la mirada puesta en la Chaya 2026, con la ambiciosa propuesta de extender el festival a cinco noches y sumar una grilla de artistas aún más potente.
“Esto significa cientos de puestos de trabajo de calidad”, aseguró Luna.
En un país donde los recortes presupuestarios amenazan la cultura y el turismo, La Rioja demuestra que otra estrategia es posible: una en la que la identidad, la música y la celebración no solo son expresiones artísticas, sino también motores de desarrollo y resistencia.
Porque la Chaya no es solo una fiesta. Es un símbolo de lo que somos y de lo que podemos construir, incluso cuando los vientos políticos soplan en contra.
Cobertura Especial por Karen Apaza Flores,Agostina Carlesso y Emmanuel Cabral