Primero tuvimos Inventing Anna, la historia de cómo la falsa heredera Anna Sorokin se abrió camino en los círculos sociales de la élite neoyorquina. Después vino The Dropout, que documenta cómo la empresaria Elizabeth Holmes estafó a algunos de los mayores inversores del mundo. Ahora le ha llegado el turno a Belle Gibson, una estafadora australiana especializada en bienestar, que ha sido objeto de una dramatización de gran presupuesto. Apple Cider Vinegar ("Vinagre de manzana"), una nueva serie de seis capítulos estrenada en Netflix, narra la historia real de la joven influencer que engañó al mundo haciéndole creer que había curado su cáncer cerebral terminal con dieta y terapias alternativas.
Gibson surgió en los albores de Instagram, convirtiendo su impresionante número de seguidores en una aplicación de éxito y un lucrativo contrato para la publicación de un libro. Contó a sus seguidores que los médicos le habían dado "cuatro meses de vida, como mucho" debido a un tumor maligno, antes de confundir las expectativas médicas al rechazar el tratamiento convencional y centrarse en la nutrición y las terapias "holísticas". Pero la premisa sobre la que había construido su floreciente imperio del bienestar resultó ser una completa invención.
Adaptación del libro The Woman Who Fooled The World ("La mujer que engañó al mundo"), escrito por los periodistas Beau Donelly y Nick Toscano, que dieron a conocer la historia en 2015, Vinagre de manzana cobra vida gracias a un reparto de estrellas (Kaitlyn Dever, de Unbelievable, es la protagonista, junto a Aisha Dee, de The Bold Type, Alycia Debnam-Carey de Fear The Walking Dead y Essie Davis, de The Babadook). La serie pretende estar "inspirada en una historia real", pero con la advertencia de que "algunos personajes y acontecimientos han sido creados o ficcionalizados". ¿Hasta qué punto se basa en hechos reales?
En el caso de Belle Gibson, la mayor parte de lo que vemos en pantalla sucedió realmente. Gibson nació en Tasmania el 8 de octubre de 1991 (aunque mintió constantemente al respecto, diciendo a la gente que era tres años mayor), y su educación permaneció rodeada de misterio durante varios períodos. Nunca conoció a su padre; su madre, la divorciada Natalie Dal-Bello, se instaló en Adelaida y se volvió a casar en 2012 después de trasladar a la familia por los estados del sureste de Australia durante varios años. Ella y su hija están ahora distanciadas.
Lo que está claro es que, ya en su adolescencia, Gibson había desarrollado un gusto por los cuentos chinos. Un ex novio afirmó que "no podía pasar cinco minutos sin inventarse una historia"; una antigua compañera de clase la apodó "mentirosa patológica".
Pero fue en Internet donde Gibson empezó realmente a sacar músculo narrativo. Desde 2005, ya subía mensajes a foros de Internet en los que decía que tenía cáncer cerebral. Un par de años más tarde, tras abandonar los estudios a los 16 años, Gibson se mudó a Perth, cruzó el país, aceptó un trabajo en un centro de llamadas de una aseguradora médica privada y empezó a publicar aún más afirmaciones falsas sobre su salud en salas de chat de skateboarding. Describió que había sido tratada de cáncer y sometida a una cirugía mayor; dijo que había "muerto" durante varios minutos en la mesa de operaciones; afirmó que necesitaba que le sustituyeran una válvula cardiaca pero que "aún no podía permitírselo".
En 2010, quedó embarazada de su pareja de entonces, Nathan Corbett, y dio a luz a su hijo, Oli, a los 19 años. Gibson se había trasladado a Melbourne mientras estaba embarazada y esperaba a que Nathan, que trabajaba en otro estado, se reuniera con ella. Embarazada, sola y en una ciudad nueva sin ninguna red de apoyo, Gibson recurrió una vez más a los foros de Internet en busca de un sentimiento de comunidad, esta vez los dirigidos a las futuras mamás. En uno de ellos, What to Expect ("Qué esperar"), contó que tenía cáncer, detalló sus temores a abortar y expresó su decepción por haberse visto obligada a cancelar su baby shower porque ninguna de sus amigas se había molestado en reservar un viaje a Melbourne.
Nathan se fue a vivir con ella, pero le costaba encontrar trabajo. A principios de 2012, la pareja se había separado, aunque Nathan seguía muy involucrado en la vida de su hijo. Ese mismo año, Gibson se unió a Instagram, que por aquel entonces era una floreciente aplicación para compartir fotos. Como señalan Donelly y Toscano en el libro, aún no existían los conceptos de "influencer" o "Insta-famoso": eran los primeros tiempos.
Gibson comenzó una relación con un hombre casi 20 años mayor que ella, Clive, y empezó a publicar en Instagram sobre su salud bajo el nombre de "Healing Belle". Afirmaba estar curándose de un cáncer cerebral terminal con terapias alternativas: terapia craneosacral, oxigenoterapia, tratamientos de colon y ayurvédicos. Además, por supuesto, de alimentos y jugos integrales y ecológicos. "Belle Gibson: un cambio radical con cáncer cerebral y obsesión por la comida", dice su biografía. Fotos estilizadas de comida y bebida y de la propia Belle -joven, atractiva, con una piel perfecta, gafas de sol extragrandes y pelo rubio despeinado- componían su cuidada página web. Gibson siempre se mostraba radiante de salud, a pesar de publicar regularmente sobre su enfermedad que, según ella, había sido irrefutablemente confirmada por una resonancia magnética un año antes.
En realidad, Gibson había sido remitida a una evaluación neurológica en 2011 tras notificar síntomas como dolor ocular, dificultad para hablar, problemas de visión y pérdida de memoria. ¿Los resultados? "Perfectamente normal". No había mención alguna al cáncer, ni a ningún otro problema neurológico.
Pero sus seguidores de Instagram no lo sabían, y en poco tiempo había acumulado 200.000 de ellos, una cifra impresionante hace una década (aquí, Vinagre de manzana se desvía ligeramente de la verdad, afirmando que acumuló más de 2 millones de seguidores). Los discípulos de Gibson la llamaban "inspiradora", "guerrera", "ángel". Vendía lo que muchas personas que luchaban contra el cáncer querían: esperanza. Y estaba bellsima haciéndolo.
En 2013, se puso en serio a rentabilizar su nueva influencia, registró su empresa y contrató a un pequeño equipo para desarrollar una aplicación llamada The Whole Pantry. Denominada la primera aplicación de bienestar del mundo, era una ventanilla única para recetas paleo, sin gluten y veganas, además de guías de estilo de vida saludable. A pesar de que se desarrolló con un presupuesto muy reducido, el diseño de la aplicación era atractivo y limpio, con una interfaz de usuario ágil. De la noche a la mañana causó sensación, se descargó cientos de miles de veces y a fines de año fue nombrada por Apple mejor aplicación de comida y bebida y la segunda mejor aplicación para iPhone del mundo. Incluso fue seleccionada como una de las pocas aplicaciones que se desarrollarían para el nuevo reloj inteligente de Apple.
Gibson no tardó en convertir el éxito en un contrato para la publicación de un libro, firmando con Penguin por un anticipo de 132.000 dólares australianos (unos 70 mil dólares estadounidenses) apenas dos meses después del lanzamiento de su aplicación. The Whole Pantry ("La despensa completa"), en cuya introducción se destaca el "viaje por el cáncer" de Gibson, se publicó en otoño de 2014 y a fines de año había vendido 16.000 ejemplares. Pero todo este éxito se basaba en un gran error: simplemente no había pruebas, y nunca las ha habido, de que Gibson hubiera tenido cáncer.
No surgió de la nada. Varios años antes de que Gibson pusiera en marcha su negocio, otra atractiva joven australiana, Jess Ainscough, empezó a escribir en un blog sobre su viaje de "recuperación" del cáncer utilizando terapias alternativas bajo el nombre de The Wellness Warrior ("La guerrera del bienestar"). Aquí, la realidad y la ficción se dividen un poco en la adaptación de Netflix. Un personaje llamado Milla está claramente basado en gran medida en la historia de Ainscough, pero con algunas diferencias clave. En la serie, ella y Gibson se presentan como rivales, y Milla se siente cada vez más competitiva. Pero en realidad, aunque había conocido a Gibson en un evento y de vez en cuando interactuaba con ella en Internet, Ainscough no tenía mucha relación con Gibson fuera de la red. Desde luego, no había mucha rivalidad por parte de Ainscough: durante mucho tiempo, fue la reina indiscutible de la lucha contra el cáncer con tratamientos de la nueva era. Sin embargo, Vinagre de manzana traza el resto de su historia con bastante precisión.
Ainscough fue diagnosticada con un cáncer raro, de crecimiento lento e incurable en 2008, con sólo 22 años, tras descubrirse bultos en el brazo. Los médicos querían amputárselo, pero Ainscough se negó y se embarcó en una búsqueda para curarse a sí misma siguiendo una terapia llamada Gerson (en el programa, sustituida por la ficticia "terapia Hirsch"). Consistía en ingerir grandes cantidades de jugos crudos y cinco enemas de café al día y, durante un tiempo, pareció funcionar. Ainscough fue promocionada como una gurú del bienestar, acumulando miles de seguidores y consiguiendo un contrato para un libro, Make Peace With Your Plate ("Hacé las paces con tu plato"), de 2013, así como una carrera como oradora motivacional.
Pero la diferencia entre Gibson y Ainscough era que esta última realmente tenía cáncer y, en 2015, a la edad de 29 años, murió. Su madre, Sharyn, había muerto de cáncer de mama el año anterior, habiendo imitado a su hija y rechazado la medicina convencional en favor de la terapia Gerson. Hacia el final de su vida, Ainscough admitió que sus "creencias se habían tambaleado por completo"; probó la radioterapia en un último intento desesperado por sobrevivir, pero ya era demasiado tarde.
En una extraña maniobra, Gibson asistió al funeral de Ainscough, aunque no había sido invitada, y lloró a mares. No está claro si lloraba por Ainscough o por sí misma: era marzo de 2015 y acababa de recibir un correo electrónico de dos periodistas de The Age en el que le hacían preguntas sobre las supuestas donaciones de su empresa a varias organizaciones benéficas. Donaciones que, como ya sabían los periodistas, nunca habían sido recibidas por dichas organizaciones benéficas, a pesar de que Gibson había organizado campañas específicas para recaudar fondos para ellas. Entre estas causas se encontraba la familia Schwarz, a la que Gibson se había comprometido a donar "el 100 por ciento" del dinero de las descargas de la aplicación durante una semana para el tratamiento del cáncer cerebral inoperable de su hijo.
La pregunta de si realmente tenía cáncer había sido el soplo original, llevado a la publicación por la antigua amiga de Gibson, Chanelle. En la serie, el personaje es la representante de Gibson, además de amiga íntima de Milla. En realidad, era simplemente una empresaria que se había trasladado a Melbourne y se había hecho amiga de Gibson. En el año que llevaba conociendo a Gibson, Chanelle empezó a sospechar de las afirmaciones sobre el cáncer: las historias no parecían cuadrar. Tras enfrentarse a Gibson en su casa junto a otro amigo, Jarrod, en 2014 -enfrentamiento en el que Gibson lloró y se ofuscó, incapaz de aportar pruebas de su diagnóstico o tratamiento-, Chanelle decidió acudir a la prensa. Su amiga se había negado a confesar, a admitir que mentía y a obtener un diagnóstico adecuado de un médico, alegando que estaba "demasiado ocupada".
Sin embargo, publicar una historia sobre el historial médico de alguien sin pruebas es difamatorio y legalmente espurio. En su lugar, The Age se dedicó a perseguir el fraude de la organización benéfica de Gibson. Después de publicar la historia, que atrajo la atención internacional, pronto surgieron preguntas sobre la salud de la fundadora de la aplicación. Después de todo, si estaba mintiendo sobre donaciones benéficas, ¿sobre qué más podría estar mintiendo Gibson?
A partir de ahí, el castillo de naipes se derrumbó rápidamente. Gibson se puso a la defensiva, pero no pudo presentar ninguna prueba de su diagnóstico de cáncer. Penguin retiró el libro; Apple retiró la aplicación. Gibson concedió una entrevista en prensa y otra en televisión, pero siguió manteniendo que nunca había mentido. Admitió que podía haber sido "mal diagnosticada" o haberse engañado a sí misma, pero que realmente creía que tenía un cáncer terminal y que se estaba muriendo. Hasta qué punto se engañó intencionadamente o se convenció ilusoriamente de una enfermedad falsa sigue sin estar claro a día de hoy. Nunca se disculpó por sus actos.
En 2017, el Tribunal Federal de Australia declaró a Belle Gibson culpable de conducta engañosa en un procedimiento judicial civil y le impuso una multa de 410.000 dólares australianos, alrededor de 215 mil dólares. Sin embargo, "quedaba muy poco o nada" financieramente en The Whole Pantry cuando se disolvió como empresa en 2016. A fines de 2023, el importe total de la multa seguía pendiente.
El último giro extraño de esta historia tuvo lugar en 2019, cuando Gibson afirmó haberse unido a la comunidad oromo de Melbourne, originaria de Etiopía, e intentó reinventarse como "Sabontu". Según los informes, se le pidió que abandonara la comunidad una vez que su líder, el Dr. Tarekegn Chimdi, tuvo conocimiento de su conducta anterior. "Es preocupante que alguien que no es miembro de la comunidad utilice su nombre", declaró entonces a la prensa.
Gibson ya no aparece en ninguna red social.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.