Primero fue el presidente, con la columna "Atraso cambiario: el disco rayado de los economistas". Le respondió al día siguiente el gobernador Kicillof, desde otro portal de noticias, con el mismo formato. El título fue "¿Dólar atrasado o precios adelantados?" en alusión a un creativo aporte del ministro Luis Caputo.

Evidentemente, el presidente no se sintió conforme con el resultado de ese cruce, abrumado por datos empíricos como el índice Big Mac, la salida de turistas argentinos al exterior y el serio problema de competitividad que sufre la industria, expuestos con claridad por el gobernador. 

Tanto que debió comenzar la semana en el estudio televisivo de América, una vez más, para desmentir la devaluación, en una maniobra que a los más veteranos nos recordó los días finales de la convertibilidad.

El interés de Milei se concentra básicamente en la economía y los perros, no parece haber nada más allá de esos dos tópicos para él. De manera que, muy probablemente, Mieli ni haya leido a George Lakoff ni sepa quién es. 

Lingüista, investigador, docente, asesor político, cercano tanto al Partido Demócrata estadounidense como al PSOE español, Lakoff es autor de numerosos libros, trabajos y artículos, que son bibliografía obligatoria de las carreras de comunicación y posgrados de comunicación política.

No es haitual que un libro de comunicación política se convierta en best seller. "No pienses en un elefante" (2004) lo hizo. Allí, entre otros conceptos, este pionero de la teoría del framing o encuadre, sostiene que hay palabras con un peso tan grande, que anulan la negación que las antecede y provocan el efecto inverso al deseado. El elefante del título es el primer ejemplo: nunca nadie pudo cumplir la consigna de no pensar en él.

Con la palabra "devaluación" en Argentina ocurre lo mismo. Evoca temores, preocupaciones, historias familiares de ahorros que se evaporaron, hitos como 1975 o 1989 y frases célebres de ministros o presidentes: "el que apuesta al dólar pierde", "les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo" y "el que depositó dólares recibirá dólares", entre otras.

Por todo ese peso, por esa carga emotiva y simbólica, negar una devaluación es imposible. Intentarlo es, además, una decisión poco inteligente, un signo evidente de debilidad.  De estar defendiendo muy cerca del arquero. Pasaron ya tres semanas de la asunción de Trump, la ilusión de un acuerdo inmediato con el FMI se evapora día a día y no parece haber plan B.

La jornada del lunes fue negativa para los papeles argentinos en los principales mercados bursátiles del mundo. Acá, otra vez el BCRA debió quemar gran cantidad de reservas para contener el precio de la moneda estadounidense. Conclusión, no le creyeron.

Pero, si es improbable que Milei sepa quién es George Lakoff y de qué se trata su trabajo, es imposible que su principal asesor y responsable de la comunicación oficial, Santiago Caputo, lo desconozca. 

La deducción obvia es que Milei fue a la entrevista con Antonio Laje y dijo lo que dijo por decisión propia. Cuando el político empieza a prescindir del consejo del consultor, se trata de una señal inequívoca de deterioro en la relación, de que las acciones de este empezaron a pegar la vuelta. 

Y si este, más que un consultor en comunicación, es un integrante del denominado "triángulo de hierro", entonces la crisis económica empieza a tener un correlato a nivel político, a corroer las relaciones al interior del poder.

Durante el fin de semana también circularon versiones sobre una supuesta renuncia o despido del ministro Caputo, o de decisiones para "levantar" a Sturzenegger, su rival interno, para así esmerilarlo.

Los conocedores del mundo del dinero sostienen que para Caputo la posición de ministro es interesante si y sólo si obtiene fondos frescos, que fue la promesa que le hizo al presidente al inicio del gobierno.

La renuncia de Caputo sería un mensaje clarísimo para los beneficiarios del carry trade, una suerte de último llamado de embarque y, a la vez, un golpe de KO para la administración libertaria. Rajarlo antes de que renuncie, para sobreactuar autoridad, algo a lo que este gobierno es muy afecto, no modificaria la lectura general del hecho. 

Con Caputo adentro, al menos se mantiene alguna expectativa, se puede correr el arco una vez más, ganar algo de tiempo.  Pero Caputo, que conoce el timing de su oficio, sabe ponerse a salvo de las esquirlas. Sabe cómo hacer que la bomba le estalle a otro. 

En síntesis, Milei necesita a Caputo, Caputo no necesita a Milei. Caputo sabe que la devaluación es inevitable. Qué piensa realmente Milei, cuál es su grado de conocimiento de la realidad, es una pregunta sin respuesta.