No se puede borrar lo que uno es. Lo que sí se puede es ser mejor. Y la memoria y la decisión son las herramientas. El intento del gobierno de Javier Milei de borrar parte de la vida de los argentinos, al sacar una imagen, e impedir un espectáculo, no tiene futuro. Porque esa imagen ya fue incorporada a lo que somos y lo que siempre recordaremos. Lo demuestra Milo J, el cantante, que iba a presentar su trabajo 166 en ese lugar recóndito de la memoria. Y el (no) secretario de Derechos Humanos, de un gobierno que grita a favor de la (no) libertad, lo impide y quiere borrar lo que no se puede.

Para usar el lenguaje de este gobierno, se habla de “los argentinos de bien” para diferenciarlos, supuestamente, de los “argentinos de mal”. Pero se oculta una imagen donde un argentino de bien baja la imagen de un argentino de mal. A no ser que este gobierno constitucional piense que el ex general Jorge Rafael Videla, un dictador que encabezó un golpe militar contra un gobierno constitucional sea un argentino de bien.

Aclaremos: la imagen que sacó el gobierno es la de un presidente constitucional que ordena bajar la imagen de un dictador. La imagen del dictador está en esa configuración, no fue borrada. Pero está en el lugar simbólico que le corresponde, que es el del repudio. Es la imagen depuesta del dictador depuesto, muerto en prisión por los crímenes que cometió al usurpar el poder político.

En esa imagen que mandaron retirar de las paredes de la ex ESMA están simbolizadas las dos herramientas. La memoria, en la imagen depuesta. Y la decisión política, la voluntad de los argentinos de ser mejores, representada en la decisión del presidente Néstor Kirchner, de bajar el cuadro del dictador Videla.

Esa imagen la he visto en la calle, la han serigrafiado y multiplicado. He visto el recorte de diario pegado en la pared de una verdulería. Es una imagen poderosa por la decisión que expresa. Es una imagen que se ha viralizado en las redes. Y se volverá a viralizar, millones de veces, millones de Néstor Kirchner bajando a Videla. Y no serán trolls pagados para mentir y perseguir, será una imagen viralizada por “argentinos de bien”.

Porque no existe “argentino de bien” que pueda reivindicar a un dictador golpista, que endeudó el país y destruyó la economía, que instaló el terrorismo de Estado a través de la violación, la tortura, la desaparición y el asesinato de miles de argentinos.

El cuadro de Videla no estaba en cualquier lugar, sino en el Colegio Militar, como si se tratara del homenaje a un militar común. No fue un militar común. Fue un militar que deshonró el uniforme al desatar el terrorismo de Estado contra el pueblo de su país. Ni siquiera se puede intentar justificar ese crimen y menos en el Colegio donde se forman los militares. Y mucho menos se lo puede presentar como ejemplo, como implicaba la permanencia de su fotografía en el Colegio Militar.

Lo normal tendría que ser que nadie que reivindique la memoria de Videla o justifique sus crímenes podría pertenecer a las Fuerzas Armadas. A esta altura, la simple reivindicación de la figura de Videla expresa la existencia de una mentalidad corporativa que va en detrimento de las Fuerzas Armadas.

Nadie en sus cabales se anima a reivindicar públicamente los crímenes del terrorismo de Estado que personificaron Videla y sus secuaces. Ni siquiera los hijos de estos criminales, algunos de los cuales están en las Fuerzas Armadas o son funcionarios del gobierno, se animan a reivindicarlos y sólo hablan de “justicia completa”. No pueden reivindicar esos crímenes. Porque reconocen la abominación y saben que los mismos criminales que rodeaban a Videla comprendían que si sus crímenes salían a la luz, no tendrían retorno. Por eso trataron de ocultarlos. Si hubieran sido tan justificables, lo hubieran hecho a la luz del día.

Este gobierno que habla de “gente de bien”, se alineó con el diablo. Con lo más oscuro y sucio de esta historia de los argentinos. Esa imagen que sacaron de las paredes de la ex ESMA, relata la voluntad de un pueblo de no repetir esa historia. Y no estaba en cualquier lugar. Estaba en un sitio de la Memoria, que es casi como decir la memoria que guarda los malo y lo bueno. Lo que no queremos que se repita. Y lo que tomamos como ejemplo, como esa voluntad poderosa que representó Néstor Kirchner para encarnar un reclamo de su pueblo.