“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal” Karl Marx.

 

En 1873, en la segunda de las intervenciones intempestivas titulada Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida, Friedrich Nietzsche describe tres modos en los que los seres humanos modernos se relacionan con la historia, a los que agregará una cuarta forma sugerida por él.  

También advierte sobre las terribles consecuencias que conlleva que una de estas maneras se imponga por sobre las demás, ya que, como veremos, todas estas formas de imitar, conservar y criticar son fundamentales para la vida de un pueblo o de un sujeto. 

La primera. Historia Monumental. Puede pertenecer tanto a los seres de acción como a los inactivos. Su principal lema es: "Dejad a los muertos que entierren a los vivos".

Este tipo de historia pertenece a quienes veneran los monumentos, los hechos gloriosos, la pulcritud y claridad de los efectos en sí, la verdad icónica y luminosa del gran acontecimiento. 

Puede servir como modelo, como recordatorio de que, si se pudo crear algo grande y magnifico en el pasado, puede volver a crearse nuevamente en el presente. 

El peligro está cuando el monumento queda desgajado de las causas que lo provocaron y de él se sirven seres viles y resentidos para repudiar todo presente. Así los grandes acontecimientos se transforman en una especie de mito, de poetización. 

De esta manera podemos ver como el desmedido amor a los grandes monumentos del pasado, su devoción y respeto, por los grandes hombres de la historia no parte de intenciones nobles. 

Por el contrario, oculta un inmenso odio a todo lo grande, fuerte, creador y vivo de su tiempo. Por eso hacen público su amor por los de antaño. 

Estos personajes, con su disfraz de expertos, logran suprimir el arte creador sentenciando; "Todo lo que no es monumental no es necesario: Mirad, lo que es grande ya está ahí". No quieren la grandeza, porque no la pueden, de allí que intentan enterrarla. Son como médicos que solo suministran venenos.

La segunda. Historia Anticuario. Pertenece a quienes preservan y veneran. Su lema dice así: "Aquí se pudo vivir, por lo tanto, se puede vivir y aquí se podrá vivir; somos tenaces ya que no nos derrumbaran de un día a otro”.

Desde lejos se ve la piedad, el amor y el eterno agradecimiento que aflora en este tipo de individuos cuando miran hacia atrás. Respetan como nadie el pasado, la tradición y el linaje, pero terminan momificando la vida. 

El alma queda poseída en los objetos, incrustada a ellos, como al pasado mismo. Cada cosa por mínima o decrepita que sea conserva su fuerza, su valor. Preservar es la tarea suprema. Guardar para futuras generaciones esas cosas que para ellos resultaron buenas. 

El alma anticuario hace de los objetos conservados un nido familiar. La historia de su pueblo se confunde con su historia. El hombre anticuario posee la furia del coleccionista, que acumula incansablemente cosas por el solo hecho de que han existido alguna vez. El alma anticuaria queda envuelta en el olor de lo rancio.

La tercera. Historia Crítica perteneciente a la juventud, cuyo lema señala que: "Ser injusto y vivir son una y la misma cosa" 

Se necesita de vez en cuando, para poder vivir, destruir lo establecido, rasgar la continuidad de lo dado. Abrir un agujero en la constante permanencia de lo idéntico. Es por esto que el crítico rompe sin importar a quién, ni qué. De allí su injusticia. Mas el que juzga aquí no es él, sino la vida. Es ella la que no respeta nobleza ni bajeza, honores ni diplomas. 

¿Por qué ella es injusta? No porque otorga o destruye sin medidas, sino porque no pudiendo dar a cada uno lo suyo, da a cada uno lo de ella. ¿Qué es lo de ella? Una potencia obscura, insaciablemente ávida de sí misma. 

Es difícil, dice Nietzsche, no darse cuenta hasta qué punto vivir y ser injusto es una y la misma cosa. La Historia Crítica niega el pasado, lo destruye de raíz y, por ello mismo, corre el riesgo de imposibilitarlo todo.

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“La Humanidad nunca vive por completo en el presente, en las ideologías del superyo perviven el pasado, la tradición de la raza y el pueblo…desempeñando un papel poderoso en la vida humana, independientes de las relaciones puramente económicas” (Sigmund Freud)

 

Ahora bien, la Genealogía es entendida por Nietzsche como un nuevo modo de vincularse con la historia, una actitud, disposición, una tarea: Historia Efectiva es el nombre de ese otro hacer. 

Este tipo de historia invierte la relación de lo próximo y lo lejano. Atañe, no a las cimas alejadas de los grandes monumentos, las alturas icónicas de los hombres sublimes, la tradición noble y remota de un pueblo, sino a la sangre, el deseo, al amor, el suelo, el clima, la alimentación. 

Está más próxima a la medicina que a la filosofía, circunda los cuerpos, las enfermedades, la salud, el sexo, los olores, la decrepitud, las diferentes formas de la muerte, las miserias cotidianas, los amores, el odio en todas sus modalidades. 

Su principio anti-metodológico dice: “más cerca del arte que de la ciencia o, en su defecto, ciencia, pero jovial”. 

Su posición política se define así: "Contra el demagogo que niega el cuerpo porque sostiene el ideal y contra el historiador que se niega a sí mismo para sostener la historia. Porque ellos imitan la muerte para entrar en el reino de los muertos".  

Señala tres posibles usos de la historia efectiva, aquí seguimos los precisos señalamientos de Michel Foucault en Nietzsche. La genealogía. 

La historia monumental, la veneración de los monumentos, deviene parodia. Hay que hacer un uso paródico de la historia: oponiéndose a la historia reminiscencia o reconocimiento, parodiar los monumentos para trastocar la realidad establecida. 

La historia Anticuario, aquella que preserva y conserva el pasado, deviene disociación sistemática. Oponiéndose a la historia como simple continuidad, disocia y destruye identidades perpetuadas. 

Por último, la historia Crítica, diatriba contra las injusticias del pasado por la verdad que el hombre detenta hoy, deviene destrucción del sujeto de conocimiento. Oponiéndose a la historia conocimiento sacrifica y destruye la verdad, más aún, al sujeto de conocimiento mismo. 

Porque si el saber no sirve para hacer tajos en los sedimentos sofocantes de la evocación melancólica, en las letras encarnadas en el cuerpo sufriente, en el silencio mortífero de todo lo que quiso alguna vez, y sigue queriendo, morir, no sirve para nada.

*Psicoanalista. Docente. Escritor.