Justo ahora le tocó a Silvia Teijeira titular un disco con una palabra en tensión: Libre. Lo pensó, pero pudo más su necesidad de mostrar que así se siente cuando se sienta frente al piano, fija suma atención en él, y viaja en bellas melodías. En piezas que no ahorran en diversidad, dentro del amplio mundo de las músicas de raíz criolla. Hay pues en Libre -disco de reciente edición Club del Disco mediante- un propósito manifiesto de pasar por el piano 13 temas, de cuyas plumas no comen las hormigas. Entre ellas, la suya, claro. Y las de Carlos “Negro” Aguirre, José Larralde, Ariel Ramírez, Damasio Esquivel, Teresa Parodi y don Remo Pignoni. “Lástima que el disco coincidió con este contexto en el que se apropiaron de la palabra libre, pero, bueno, siempre nos afanan los términos”, ríe esta inspiradísima y versátil pianista nacida en Federal, Entre Ríos. “Igual, que mi disco se llame así significa defender el término tal como nosotros lo concebimos desde siempre”.
Libre se escucha pues el tema epónimo compuesto por ella. Y libre, también, trascienden “Alma Guaraní”, de Esquivel y Sosa Cordero; “El por qué”, de Larralde; o “A la abuela Emilia”, perlita que recrea junto a Teresa Parodi, su creadora. “Cuando hicimos este tema, mi mamá estaba en la última etapa de su vida. Era muy viejita, y yo veía un paralelo muy fuerte con Emilia”, cuenta la pianista, que también es arregladora y docente. “A Teresa la admiro de gurisa, pero hasta la grabación no había tenido trato con ella, más allá de haberme acercado dos veces a saludarla. Es tan gente, tan generosa, que vino a grabar sin poner ninguna condición. Llegó al estudio, nos saludamos, pasamos el tema dos veces, y luego hablamos mucho. Es una mujer carismática, y tiene con qué. Fue movilizador el encuentro con ella, me hizo crecer”.
Sí –y mucho- conocía Teijeira a su comprovinciano Carlos Aguirre, uno de sus formadores, junto a Raúl Barboza, Hilda Herrera y Lilián Saba. “El 'Negro' era un `gurí` cuando empecé a estudiar con él. Todos los días iba a sus clases de piano y audioperceptiva. Lo miraba tocar con atención y eso me abrió un mundo”, evoca Teijeira, yendo hacia los días en que abandonaba una carrera universitaria para dedicarse a la música. “El ´Negro´ era chico, tenía 21 o 22 años entonces, pero se comprometió mucho con mi educación musical que no era fácil, porque venía de abandonar Derecho en la Facultad. Pero a partir de ese momento tuve claro que quería ser solista, y tocar música argentina folklórica, de raíz popular. No tocaría Guastavino, por ejemplo. Me parece alucinante, pero no es lo mío”, asegura. Remo Pignoni -de quien versiona “Tientos cruzados”- sería el límite en este sentido. “Remo también era tanguero, era jazzero, y además me vibró, tanto como me vibra el chamamé. Amo tocarlo en el piano, pese a que nunca va a sonar el chamamé que yo escucho y que me emociona, porque no lo puedo hacer con el piano. Puede que otra persona sí, pero no yo. Sin embargo, puedo acercarme lo más posible a la hora de traducirlo. En general, es algo que me pasa con todas las versiones. Intento hacerlas lo más parecido posible a las originales, porque me gusta que se entienda claramente qué estoy tocando”.
El eclecticismo explícito de Libre se explica en el reflejo estético que su hacedora trae de chica, cuando escuchaba y cantaba zambas, vidalas y tangos en su hogar litoraleño. “Es importante no cercenar por géneros. Más bien se trata de que aflore, como en `El por qué` de Larralde ¿no? Una vez me invitó Pedro Patzer al homenaje que se le hizo al “Pampa” en Radio Nacional, y yo no tenía nada de él, pero recordé que de niña cantaba esa canción, y fue la que toqué, y luego grabé para este disco”, cuenta Teijeira, cuya actividad no se restringe simplemente a grabar discos y tocarlos en vivo (publicó Rulos de zamba, Latiendo, y Bien Florido Puro Litoral, además del flamante), sino que escribe libros de partituras para piano. Entre ellos figuran Puertas abiertas de par en par y Entre Ríos, Música de mi terruño.
“En realidad, los libros son parte de una búsqueda que no pasa exclusivamente por el piano, sino también por hacer análisis, por vivir, por escribir, por muchos lugares. Siempre trato que no haya distancia entre la mente, la emoción y las manos. Es más, trabajo para que pueda aflorar eso”, sostiene, y se extiende el propósito: “Hay personas dentro del arte que buscan la belleza, y eso es genial. Pero hay otras para quienes la música implica un medio como para expresar todo lo que tenés dentro. Y, para mí, la música es esto. Obvio que busco la belleza, sino no estaría todas las horas que estoy sentada al piano, trabajando, pero las personas no solo somos belleza. Por eso, trato de que la vida se exprese en lo que toco”.