El presidente de la Nación (no del BCRA) publicó una nota para negar tres veces el atraso cambiario y asegurar que “el Gobierno no devaluará a costa del dolor de los argentinos de bien”. La tituló “El disco rayado de los economistas”, que cantan siempre el atraso del tipo de cambio. 

El tema es que el rayado es Milei. Él repite el disco neoliberal y se hace el desentendido. Ya devaluó 118%. Hizo la devaluación oficial más grande de la historia argentina (sacando las hiper que son de otra naturaleza), y no le importó que fuera a costa de los argentinos, quienes se terminaron comiendo una inflación casualmente del 118% anual (dejó los dedos pegados).

En vez de “lluvia de inversiones”, ahora el disco rayado dice “semejante oleada de dólares”, que llevarían el dólar a 600 pesos. “El Gobierno no devaluará”, ¿piensa en exculparse como Adolfo Prat-Gay cuando al comienzo del gobierno de Macri levantó el cepo y dejó que el mercado “sincere” el valor del dólar? “Yo no soy el que te devalúa, es el mercado hermano”.

Milei aduce una imposibilidad técnica-metafísica: “nadie puede determinar el vector de precios de equilibrio general intertemporal, ya que su cálculo implica conocer las preferencias, la tecnología y las dotaciones, tanto de la economía local como de la mundial, y no sólo en el presente, sino también para el futuro”. Nadie le pidió tanto. 

Es más sencillo. Alcanza con ver cómo están quebrando gigantes del agro argentino, ver cómo paran empresas industriales, cómo se van las multinacionales. Nissan prefiere irse al México woke de Claudia Sheinbaum y los aranceles de Trump, en vez de perder plata en la Argentina libertaria.

No se trata de militar una devaluación, sino de señalar que el tipo de cambio es el principal precio de nuestra economía porque regula al resto de los precios. Influye sobre los sectores productivos, la inflación y la distribución del ingreso. 

Antes de perdernos en discusiones bizantinas sobre atrasos o adelantos de huevos y gallinas, hay que preguntarse ¿atrasado respecto de qué? o mejor ¿para (beneficiar a) quién? El tipo de cambio es un precio que lo define la política, incluso la de un gobierno libertario que admitió no ser lo suficiente “libertarado” como para dejar que algo tan importante lo defina el mercado.

Hace tiempo Diamand explicó el problema de que un único tipo de cambio pretenda expresar la realidad de todos los sectores de la economía. La solución era tipos de cambio múltiples y propiciar así el desarrollo

Desde Martínez de Hoz a nuestros días, el sector financiero y la deuda externa metieron la cola y alteraron las dinámicas del mercado cambiario, definiendo las crisis y los rescates. 

Entradas de capitales en ciclos de timba, derrumbe productivo, seguido por fugas y salvatajes del FMI, con sus condicionalidades, describen bien las experiencias neoliberales. Salvo la de Milei, que por su condición de plebeyo colado le negaron la parte de la plata dulce y ahora espera los amargos caramelos “media hora” que le pueda dar el FMI.