En ocasiones, las personas se cruzan con oportunidades únicas que no está bueno desaprovechar. A veces se trata de momentos trascendentes, fáciles de identificar, pero hay otros que, de tan mezclados con lo cotidiano, pasan inadvertidos, aunque también son capaces de cambiarle la vida a más de uno. Un ciclo de cine, por ejemplo, puede resultar uno de esos eventos comunes y hasta ordinarios que entran y salen todo el tiempo del timeline de la vida. Sin embargo, algunos de esos ciclos constituyen auténticos tesoros que siempre está bueno descubrir, porque aportan ese tipo de riqueza invaluable que la economía es incapaz de medir. La retrospectiva completa de la obra del cineasta ruso Andréi Tarkovski, que la Sala Lugones ofrece desde el viernes 14, es una de esas oportunidades.
Organizada junto a los estudios Mosfilm, con apoyo de la plataforma MUBI y auspicio del programa radial Pax Russika, el ciclo Integral Andréi Tarkovski abre la temporada 2025 de la Lugones con la proyección de copias restauradas de las siete obras filmadas por el gran maestro del cine soviético. La grilla incluye las películas La infancia de Iván (1962), Andréi Rublev (1966), Solaris (1972), El espejo (1975), Stalker (1979), Nostalgia (1983) y El Sacrificio (1986), obras de uno de los autores más influyentes de la historia del cine universal. Los días y horarios de las proyecciones pueden consultarse en la página de la Sala Lugones.
“No se trata sólo de siete películas de un gran autor ruso del siglo XX, porque la vigencia de Tarkovski trasciende lo cinematográfico”, afirma la cineasta y productora Silvana Jarmoluk, representante de Mosfilm y curadora de las muestras que se realizan con sus películas en la Argentina. “Hoy en día filósofos y teólogos reflexionan sobre su filmografía mucho más profundamente que los estudiosos y teóricos del cine. Su arte les da a los pensadores muchas razones para hablar sobre el estado del espíritu humano, sobre cómo, dónde, por qué caminos se mueve una persona, cómo se construye su relación con la Eternidad y hacia dónde se dirige la humanidad. Por eso Tarkovski es eterno”, concluye.
-La obra de Tarkovski es una de las cumbres de la historia del cine. Pero, ¿qué lugar cree que ocupa en el panorama cultural actual?
-Tarkovski nació hace 92 años y bien podría haber vivido hasta nuestros días. Pero es difícil imaginar una persona así como nuestro contemporáneo, porque a mi entender es un clásico absoluto, como Pushkin en la literatura y Tchaikovsky en la música. Y no es descabellado compararlo con ellos, porque para todo el mundo sigue siendo el director de cine ruso número uno y por mucho que sigan apareciendo otros talentos, ese estatus no oficial permanece indiscutible. Pero lo principal es que sus películas no pierden relevancia, sino que, al contrario, se interpretan de un modo nuevo cada vez.
-A pesar de esa condición de clásico, en su tiempo las cosas no le resultaron sencillas en su país, la desaparecida Unión Soviética.
-Es que su triunfo en el extranjero siendo muy joven lo colocó en una posición ambigua. Tarkovski gana el Festival de Venecia a los 30 años con su primera película, La infancia de Iván, y eso le otorgó un lugar especial en lo profesional, porque todos, incluidos los jefes de la industria cinematográfica soviética, entendieron que se trataba de un genio. Pero por otra parte, sus colegas lo envidiaban, las autoridades lo detestaban por su independencia y temían su fama. Además, el tono "no soviético" de su cine empezó a percibirse casi como disidencia.
-¿Y cuál cree que es el efecto que el paso del tiempo ha tenido sobre sus obras?
-Él decía que el cine es el “tiempo capturado”. Y en sus películas fue capaz no sólo de capturarlo, sino también de detenerlo, de obligarlo a seguir algunas de sus propias leyes internas, incluso sin recurrir a la cámara lenta, tan querida en la actualidad. Luchando constantemente y a veces sin éxito con el tiempo en la vida cotidiana, perdiéndolo en tiempos muertos forzados o, por el contrario, al no tener tiempo para filmar, tuvo poder absoluto sobre el tiempo en el arte. Por eso creo que el tiempo, no tiene ni tendrá jamás poder sobre Tarkovski.
-Lo que el tiempo sí logró afectar fueron los originales de sus películas, por eso este ciclo incluye versiones restauradas de toda su filmografía. ¿Cuál es la novedad que presentan estas copias nuevas?
-En el caso de las de Tarkovski, se trata de películas que permanecen almacenadas desde hace más de medio siglo y ese hecho, incluso cuando se haya realizado en las condiciones adecuadas, no pudo evitar que su estado se viera afectado con la presencia de astillas, suciedad, el llamado “grano” de la película. Pero el principal problema de los originales eran los “arañazos” en las escenas dinámicas y en los panoramas, en los primeros planos, que son lo más difícil de “combatir” para los restauradores. Además, con las bandas sonoras se llevaron a cabo procesos de restauración separados, porque el positivo industrial de las películas también contenía una banda sonora. Sin embargo, debido a su mal estado, la versión restaurada incluyó una banda sonora conservada en una copia en formato Digital Betacam.
-En tiempos en los que el consumo industrial define el vínculo que muchos espectadores mantienen con el cine, ¿qué puede aportar la revisión de la obra de un cineasta tan complejo, tan narrativamente visual?
-Tarkovski es un ejemplo de artista maximalista, que no sigue los pasos de nadie y que hizo los sacrificios más serios e impensados. Es probable que si hubiese vivido hasta el 2025, habría encajado en el mundo de la “nueva ética” incluso menos que en la época del estancamiento soviético, durante el gobierno de Leonid Brezhnev. Pero todo eso ya no tiene importancia, porque el gran legado de sus siete largometrajes, que el público tendrá la oportunidad de redescubrir gracias a esta retrospectiva, deja la personalidad misma en un segundo plano. Y aunque los tiempos han cambiado, los temas planteados por Tarkovski, las ideas que formuló en metáforas artísticas, no han perdido su poder de resonancia. A veces incluso parecen profecías reales. Y éste es el poder del verdadero arte: permitir que cada nueva generación encuentre en él respuestas a sus preguntas más urgentes y mas existenciales.
-¿Cuál es el rol que cumple Mosfilms, no solo en relación a Tarkovski y a esta muestra, sino dentro del ámbito del cine ruso?
-Somos un consorcio cinematográfico dedicado a la restauración de clásicos del cine en estrecha colaboración con el Fondo Estatal de Cine Ruso, encargado de almacenar los originales de las películas. Hasta ahora, sus especialistas restauraron más de 110 películas, entre ellas las de Tarkovski, pero también varios clásicos universales. Puedo mencionar Iván el Terrible o Alexander Nevsky (Sergei Eisenstein); Ven y mira, (Elem Klimov); Ascencion (Larisa Shepitko); la épica Guerra y paz (Sergei Bondarchuk); Soy Cuba (Mikhail Kalatozov), o Viy (Alexander Ptushko), entre muchas otras. Mosfilm lleva a cabo todos estos trabajos de restauración íntegramente por su cuenta, sin recurrir a financiación gubernamental o de patrocinadores y en todos los casos están disponibles para su visualización gratuita en el cine online de Mosfilm y en su canal oficial de YouTube.