Para la mitad de los argentinos, el liderazgo opositor directmente no existe. Para la mitad restante, se reparte entre dos figuras del peronismo bonaerense: la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner (28 por ciento) y el gobernador Axel Kicillof (16 por ciento). Por debajo de ellos, un póker de nombres araña un punto cada uno.

Esa percepción tan extendida de vacío y falta de alternativas en buena parte de la sociedad explicaría que la imagen presidencial, que volvió a caer en el último mes, no caiga aún más abajo.

A la vez, el análisis confirma que, para quienes intentaron durante más de un año convivir amablemente con el oficialismo libertario, ofreciendo apoyo legislativo a cambio de partidas y recursos que en realidad les correspondían, se encuentran desperfilados de cara a la contienda electoral de octubre próximo. 

La aparición del informe coincide con el visto bueno que la Cámara de Diputados de la Nación le dio al proyecto de Ley de Ficha Limpia, pensado estrictamente para impedir la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner, que otorga al poder judicial la última palabra en la materia.

Curiosamente, uno de los potenciales candidatos a encabezar la lista oficialista en Buenos Aires, el pergaminense José Luis Espert, que desde su banca acompañó el proyecto, salió a aclarar sin que se lo pregunten que su voto "no es por temor". "Me encantaría enfrentar a Cristina y derrotarla", dijo. 

Las opiniones sobre Javier Milei se encuentran totalmente polarizada. Tiene, según Equipo Mide, 49 por ciento de imagen positiva, otro tanto de negativa y sólo dos puntos de "no sabe/ no contesta". 

Sin embargo, dos datos deberían funcionar como llamado de atención para el oficialismo. El primero es que, entre las opiniones positivas, apenas 19 por ciento manifiestan una opinión "muy buena" mientras que, en el otro extremo del arco, las opiniones muy malas suman 39. 

Las opiniones más moderadas, "buena" y "mala", suman respectivamente 24 y 10 puntos, lo que conforma apenas un tercio del total y es coherente con el clima de violencia que el gobierno instala a diario. 

El otro elemento que, entre los que se manifiestan a favor de las medidas económicas, sólo la mitad de reconoce abiertamente como oficialista. La mitad restante podría calificarse como una suerte de apoyo blando, periférico o volátil, que es el primero que se pierde cuando no aparecen resultados concretos de gestión.

La encuesta de mide se hizo sobre una muestra de 2018 casos, respetando cuotas de género, región, edad, nivel educativo, socioeconómico, y voto a presidente en 2023, con un margen de error estimado en 2,18 puntos.

Pensamiento mágico

Una vez más, en el plano económico, se observa cierta disociación. También en este ítem, las opiniones se encuentran divididas casi a la mitad. Pero, ante la pregunta sobre cómo impactan en la economía familiar de los encuestados, el panorama es dramático.

Un 34 por ciento afirma que no llega a fin de mes, un 14 manifiesta que debe endeudarse para afrontar gastos corrientes y un 12, que aún tiene ahorros, tiene que echar mano de ese recurso. Sólo el 18, menos de un argentino cada 5, cree que las medidas no le afectarán a nivel personal.

La explicación de esa conducta radica en las expectativas sobre el futuro. Otro estudio, en este caso de Analogías, fechado a fines de enero pasado, muestra que hay un 27 por ciento de argentinos que cree que los próximos años serán mucho mejores y otro 20 que cree que serán mejores. Sumados, son casi la mitad de la muestra.

El estudio no profundiza ni pregunta sobre los indicios o elementos que alientan esas expectativas, en un contexto de recesión y desempleo creciente por el dólar planchado y dudas acerca del futuro de la cotización de la divisa estadounidense, por el ritmo creciente de pérdida de reservas del Banco Central.

Cuando la pregunta se vuelve más específica, sobre cómo será el futuro personal y familiar a nivel económico, el optimismo cae a 36, frente a otro 30 que cree que estará peor y un 20 que supone que seguirá igual.

En la comparativa del presente respecto del pasado reciente, apenas un 20 por ciento dice estar mejor que hace un año. Los que están peor que al inicio del ciclo son más del doble (44).

Si, tras un año de gobierno libertario, son muchos más los que están peor que los que están mejor, cuesta encontrar motivos que inviten a esperar un resultado distinto, yendo por el mismo camino. Ocurre que las expectativas, con independencia de toda racionalidad económica, están ligadas a la noción de sacrificio. 

Hay un 45 por ciento, mayormente compuesto por varones jóvenes, de las franjas sub 30 y, en menor medida, de 31 a 44 años, que coincide con el núcleo duro libertario, que creen que "el sacrificio servirá para resolver los problemas económicos". 

El 41,5 que cree exactamente lo contrario, que fue un sacrificio absolutamente  inútil, está compuesto en su mayoría por mujeres, en especial mayores de 45 años. Las opiniones respecto a la utilidad del sacrificio se distribuyen de manera pareja en todos los niveles educativos.