No hay ficción capaz de seguirle el ritmo a la realidad. Nada es lo que parece. Nada es creíble. Lo real no importa, es imperfecto. De un tiempo a esta parte la política ha dejado de gravitar sobre la gestión de intereses para hacerlo sobre las emociones. No se pretende modificar la realidad ni transformarla, sino inventarla, corregirla, y forzar el asentimiento público de esa depuración que encaja en la corrección política con la que se define el nuevo mapa de la "verdad". Esa diferencia entre la propaganda que dibuja la realidad y la verdadera realidad que no tiene quien la dibuje.
El fútbol nunca camina solo, siempre es acompañado por el arte de lo posible que es la política. Hace unos días Messi le dedicaba "con cariño" una camiseta a Karina y Javier Milei. Cariño (definición de la RAE): 1- Inclinación de amor o afecto que se siente hacia alguien o algo. 2- manifestación de cariño mediante hechos y palabras. ¿Un guiño político hacia el presidente? Sin duda. Las palabras hace tiempo que perdieron su inocencia.
Muchos de nuestros desencantos nacen del lugar donde ubicamos la utopía. Hubiéramos preferido una firma sin más, como tantas que Messi a estampado a lo largo de su carrera. Seguramente. Pero este "con cariño" pesa, quebranta, incomoda. Una dedicatoria cálida, cercana, enfocada en la dirección deseada, con la intencionalidad política suficiente para ser atendida. La ingenuidad es un estado del alma. Uno sabe muy bien donde pone su firma y como la acompaña. Está en su derecho. Faltaría más.
La caricia de Messi, (por cierto, nada habitual) la recibe un presidente poseído por un odio salvaje, que insulta a diestra y siniestra, que asocia pedofília con homosexualidad, abuso infantil con ideología de género, que legitima la deshumanización del otro, los discursos de miedo, de violencia, que niega el cambio climático, los crímenes de la dictadura, la violencia sexual y el abuso en un contexto de poder y de dominio basado en la desigualdad de género, de clase, de raza que las posibilitan. Profeta del insulto, de la infamia, de la injuria, de la difamación, del linchamiento. Enemigo de la cultura, del arte, del cine, del fútbol argentino, de todo lo público, lo colectivo, que ha convertido el país en más desigual, más vulnerable, más pobre. ¿Alguien puede encariñarse de una persona así?
La democracia no es el hecho que gobierne la mayoría después de hacer el recuento de votos, es el Estado social, el hecho de que quienes no poseen la riqueza cuenten en la vida publica y tengan el modo de hacerlo. Este Gobierno ha dejado de pensar en los pobres (nada nuevo) para pensar en los ricos, en su modo de vida, en sus deseos. Como esa idea para millonarios que es la privatización del fútbol argentino. Ese fútbol de amiguetes que idolatra tanto a Scioli. Con lo que decían de este muchacho, y como este muchacho se aferró al sillón y olvidó tan pronto lo que le decían. En este poco más de año de gobierno hoy solo quedan dos clases, y, lamentablemente, tu no estás en la que pensabas. Es tiempo de que el infierno no prospere.
Lo digo "con cariño".
(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón mundial 1979.