“Nadie hizo nada para detenerlos. Es demasiado tarde para mí. Estaba sola. Quizás no sea demasiado tarde para vos”. Ghost no habla, perdió la voz cuando se llevaron a su abuela muchos años antes. Ghost vive escondida en el subsuelo de un shopping abandonado, junto con otros desclasados y perseguidos.Ghost (interpretado por la actriz Samantha Morton) es la protagonista de 2073, el docudrama de AsifKapadia.

Al menos por el momento, no es tan fácil ver 2073, porque no se encuentra en ninguna plataforma. Los buceadores de vías alternativas para acceder a productos culturales pueden encontrarlo en Stremio, en muy buena calidad y con los subtítulos bien sincronizados.

El nuevo documental de Kapadia –que ya había hecho los de Amy Winehouse, Ayrton Senna y Diego Maradona-, mantiene como hilo conductor a una ficción. La acción transcurre en 2073, en New San Francisco, treinta y siete años después de que en el mundo se produjera el “suceso”. En ningún momento se aclara qué clase de evento fue. Si un cataclismo bélico, climático o político. Lo cierto es que el mundo se ha convertido en un lugar peligroso, hípervigilado, con fuerzas policiales que ejercen su poder con brutalidad, con una elite que vive en las alturas y con gran parte de la población sumida en la pobreza extrema, alimentada con la basura (comestible y tecnológica) que desechan los ricos.

Las imágenes de violencia, autoritarismo extremo y dolor se suceden en ese mundo. La policía mata, los incendios destruyen, las protestas son aplastadas. Los líderes se unen y pasan por encima de sus ideologías originarias con un solo fin: mantener el poder a toda costa.

Hasta allí, el documental actuado de Kapadia podría ser un muy buen capítulo de Black Mirror, o la segunda temporada de Years and Years, salvo por un pequeño detalle: todas las imágenes de episodios sociales (protestas, represión, vigilancia extrema, etc.) no son ficción, ni tampoco son del año 2073, sino episodios históricos reales. Son videos tomados de hechos que tuvieron lugar en distintas partes del mundo desde 1990 al presente.

Ghost no habla, pero piensa y sus pensamientos nos llegan con su conmovedora voz en off. Como todos los marginales, vive de recolectar basura y esconderse de la policía, algo que es casi imposible en esa sociedad hipervigilada, con cámaras de detección de rostros, drones que asemejan pájaros o perros de pesadilla.

Kapadia no explica qué ocurrió en el 2036 pero su documental arriesga varias causas posibles. ¿La suma de ellas sería la razón de lo que va a ocurrir en diez años, días más, días menos?

En primer lugar, Kapadia destaca los gobiernos autoritarios llegados al poder por medios democráticos.

Como en sus anteriores documentales, el documentalista británico prefiere que sean las voces de los entrevistados quienes hablan, acompañadas de imágenes de estos años aciagos. Así se suceden periodistas, activistas y analistas políticos. El periodista James O´Brien afirma: “Ante una crisis financiera o de refugiados estos demagogos emergen. Prometen que te van a defender de una amenaza que no existe”. Y el analista político y funcionario de Barak Obama, Ben Rhodes, agrega: “Hay una prensa de derecha increíblemente deshonesta, que difunde desinformación.”

“¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo permitimos que esto sucediera?”, pregunta Ghost. El personaje de ficción se mueve bajo un cielo naranja que no es de ficción, sino las imágenes de los incendios ocurridos hace unos años en la Costa Oeste norteamericana.

Los videos se suceden: trabajadores golpeados en manifestaciones en Francia, mujeres y chicos reprimidos salvajemente dentro de un subte en Hong Kong, un hombre desarmado asesinado por la policía en Estados Unidos, aquel niño inmigrante muerto en una playa, otro que debe mostrar su documento a un soldado israelí armado hasta los dientes en territorio palestino.

“Lo que quieren borrar es nuestra memoria, nuestra lengua, cultura, historia; a la gente que se relaciona con otras personas, a la gente que protesta”, dice Ghost: “El evento no sucedió de una vez. Lo hicieron de manera cautelosa. Tomaron el control de los lugares que solíamos frecuentar, construyeron muros, nos prohibieron la entrada. Cuando estás desesperado y lo único que hacés es sobrevivir, no podés ver lo que se llevaron. No te podés defender.”

El primer ministro indio Narendra Modi, responsable de matanzas de musulmanes, una limpieza étnica que aún continúa en la India, ante la pregunta acerca de si se arrepentía de algo sobre esa represión que alimentó desde el estado y con grupos paramilitares, responde: “Sí. Hay un área en el que fui muy débil. Me refiero al manejo de la prensa.”

Una periodista perseguida por Modi, Rana Ayyub, dice en 2073: “En este club exclusivo para hombres, cada uno lee el manual del otro. Minorías: las silenciamos. Medios de comunicación: los silenciamos. Disidentes: los arrestamos o asesinamos. Redes sociales: las cooptamos. Tecnologías de la información: las utilizamos.”

“Cuál es la función del periodismo? Hacer que tanto el poder público como privado se hagan responsables de sus acciones” afirma en 2073 la periodista filipina Maria Ressa, premio Nobel de la Paz 2021, perseguida por el gobierno de Rodrigo Duterte.

Las persecuciones a musulmanes en la provincia china de Xinjiang llevaron al desarrollo de la tecnología más avanzada de control social. En 2014 comenzaron los controles por cámara de reconocimiento facial. Categorizaron a toda la población en normales, sospechosos y no confiables. Todos los musulmanes uigures mayores de 12 años debieron ir a un hospital para proporcionar un “perfil de salud”. ADN, huellas dactilares, reconocimiento del iris, reconocimiento facial desde diferentes ángulos y reconocimiento de voz.

Funcionó tan bien esa tecnología que China ahora la exporta a muchos países del mundo como Ecuador, Israel, Uganda o India. Tecnologías similares se usan también en Reino Unido y Estados Unidos. “Dado que estamos inmersos en una arquitectura totalitaria, basta un cambio de gobierno o de circunstancias para que [los gobernantes] apliquen el totalitarismo. Y entonces ya es muy tarde”, afirma Silkie Carlo, activista social.

Cori Crider, abogada de derecho humanos, agrega: “Hay un nuevo grupo de reyes que nadie votó y tiene más dinero y poder de lo que cualquier corporación tuvo alguna vez.” 2073 exhibe imágenes de Elon Musk (Tesla, X), Mark Zukerberg (Meta), Sergey Brin y Larry Page (Alphabet), Jeff Bezos (Amazon) y Peter Thiel (Palantir). Ellos manejan el mundo a partir de algo muy básico: el conocimiento absoluto de lo que hacemos, pensamos y queremos.

La supervivencia de los más ricos: ellos sí están preparados para una catástrofe que amenace la civilización en algún momento de su vida. No importa si ese evento es una guerra, la catástrofe climática, la pandemia o la revolución económica. Como las cucarachas, ellos van a sobrevivir a todo.

 

“El 72 por ciento del mundo vive bajo un mando autoritario –concluye María Ressa--. Destrozan las instituciones democráticas desde adentro. Hacen alianzas a nivel mundial. El tiempo corre. Si no actuamos mientras podemos, vamos a perder nuestra voluntad. Ese es el punto de inflexión: ¿Caemos en picada? ¿Sobrevivirá la democracia? ¿Triunfará el fascismo?” La respuesta a estas preguntas no está en 2073. Tenemos que encontrarlas nosotros mismos.