Cuando en la quinta luna de Cosquín 2025 la consagrada artista Suna Rocha invitó al escenario a Gregorio Gómez Cantos, hijo mayor de Jacinto Piedra, pocos sabían de su procedencia, mucho menos de su voz y de su recorrido artístico.

Desde su temprana partida a España a los 12 años junto a su madre y hermanos, solo había visitado el país en 2018. En aquella oportunidad ya tuvo contacto con varios amigos de su padre y artistas consagrados, sobre todo, de su querido Santiago del Estero.

La historia de Gregorio se escribe con el dolor de una vida trunca por la trágica muerte de su padre el 25 de octubre de 1991, pero también, con el orgullo en alto expresado a través del canto y el compromiso asumido en alzar la voz y continuar el legado de Jacinto Piedra, un verdadero revolucionario en el campo del folclore argentino.

A poco de su viaje a Argentina, Gregorio no tiene prisa y se presta desde Munich, donde vive con su compañera y sus dos hijas, a una extensa charla.

Gregorio, el primero de la derecha, en Santiago (Imagen: gentileza Gregorio Gómez)

-¿Cómo fue tu infancia, qué recordás de aquellos primeros años de vida?

-Nací en Buenos Aires, en San Isidro, por cosas de la vida. En esa época mis viejos vivían en Buenos Aires porque el pediatra, Carlos Marrodán, músico también de Santiago del Estero, estaba trabajando en el hospital de San Isidro, y mi vieja fue a parir ahí, él fue el que el que me cacheteó cuando nací... este hombre fue el que me trajo el mundo, con permiso de mi madre, que fue realmente la que me dio luz. Nací ahí y a los 4 años de edad volvimos a Santiago donde nos radicamos. Y esa fue una época de muchos juegos, Santiago del Estero es otro mundo. Tengo recuerdos de mi viejo cuando él volvía de sus viajes por Bolivia, andaba mucho por el Altiplano, le gustaba mucho, y venía cargado con bolsas de caramelos a los reencuentros con nosotros. Me acuerdo mucho cómo nos hacía caminar descalzos en las noches templadas santiagueñas y cómo jugábamos con él también metiéndonos en los remolinos de tierra que se forman. Justo había una cancha de fútbol atrás de la casa y cuando se formaba la ventisca nos llevaba a jugar ahí, nos enseñaba a jugar con los remolinos.

Gregorio (derecha) junto a su familia (Imagen: gentileza Gregorio Gómez)

-Cuando mi viejo falleció yo tenía 8 años, y ahí se truncó un poco nuestra aventura en Santiago. Mi vieja con todo el revuelo que se armó, que fue multitudinario, decidió que nos vayamos. En el medio de lo de mi viejo se vivía todo el proceso de cambio político en Santiago del Estero con la caída de los Juárez, que era casi una dictadura, la familia esa llevaba mucho tiempo instalada en Santiago, entonces nosotros vivimos ese cambio del cual mi viejo fue parte. Recuerdo aquella campaña junto a Moreno y Zavalía, un movimiento del cual mi viejo fue estandarte, con su ultimo tema, "La Chacarera del Amor", titulada por algún otro artista también como "Chacarera del Cardenal". Esa canción fue estandarte de este movimiento político que derrocó esta dictadura en Santiago. Mi viejo estaba muy involucrado en esas campañas políticas que fueron multitudinarias en Santiago, y un noche, luego de un acto, yendo a Fernández con un amigo a otro compromiso de guitarreada, como se suele hacer en Santiago, tuvieron un accidente, el auto volcó y se dio de frente con un muro que todavía existe. Ahí fue donde falleció. Poco tiempo después mi vieja nos sacó de todo este huracán que hubo en esta época, tanto con la figura de mi viejo que se agrandó, como con el cambio político, fueron tiempos muy movidos. Mi vieja nos lleva para Córdoba, estuvimos en Río Ceballos, cerquita de la casa de mi tío Roberto Cantos, viviendo los siguientes cuatro años de mi infancia hasta emigrar a los 12 años a España.

-¿Cómo fue la llegada a España? un lugar diferente, otra idiosincrasia, y para vos, comenzar la adolescencia.

-Pasé toda mi adolescencia allí, he vivido 17 años en España, y, la verdad, fue duro tanto movimiento. Nosotros ya veníamos de movernos desde Santiago a Córdoba, después fue dificil mi vieja sola con los tres hermanos, de hecho mi hermano Manuel, el más chico de los tres, nació a la semana de morir mi viejo, mi vieja estaba embarazada cuando pasó todo eso y fueron tiempos difíciles, de mucho movimiento, inclusive la emigración a España ya fue un salto muy grande también para nosotros. Otra sociedad, otra cultura, fue difícil la adaptación.

Gregorio e(centro) junto a un los integrantes de una de sus primeras bandas de rock (Imagen: gentileza Gregorio Gómez)

-¿A qué ciudad llegaron?

-Llegamos a un pueblito que se llama Els Poblets, que en el idioma original, que es el valenciano, la traducción significa “los pueblitos”, y era justamente eso, un pueblito chiquito donde vivía mi tía, hermana de mi papá, que nos acogió una temporada. Ella estuvo mucho tiempo ahí, se casó con un holandés e hicieron familia. Entonces nosotros caímos ahí una temporada hasta mudarnos a Denia, que es otro pueblito que está al lado, ya un pueblo más grande, costero. Y ahí estuvimos los primeros años.

-Tengo entendido que en tu adolescencia dejaste la escuela y te pusiste a trabajar, no sé si como una rebeldía hacia el sistema o cómo lo tomás, pero en definitiva hacés una ruptura con el camino más tradicional.

-Totalmente, fue así. La adaptación fue muy dificil, otros códigos sociales a los que nosotros estamos acostumbrados, que éramos chicos muy inocentes, veníamos de jugar en el monte, de andar en caballo, de tener un contacto muy constante con la tierra, la naturaleza, y caer en un sistema y en una ciudad donde los chicos manejan otros códigos muy diferentes, para nosotros fue complicado ese cambio. A los 15 años, en la época adolescente y al no poder encajar en un sistema educativo, digo, "Voy a hacer mi camino, voy a trabajar". Así fue, no terminé en la secundaria, que me faltaba un año, y me puse a trabajar, a aprender oficios, ser autosuficiente y hacer mi camino. Es increíble pero si bien nosotros somos tres hermanos, Francisco, Manuel y yo, tenemos un cuarto hermano que es de la pareja que tuvo mi vieja en España. Él es Alonso y le pasó algo parecido pero al revés. El nació en España y con 10 o 11 añitos se han vuelto a Santiago, mi vieja volvió a Santiago, entonces él está ahí desde entonces, ahora tiene 23 años y es el más santiagueño de todos…

Gregorio y su hermano Francisco (Imagen: gentileza Gregorio Gómez)

-En un momento partís hacia Alemania donde estás radicado y tenés tu familia, ¿cómo fue esa decisión y cómo estás hoy allí?

-Nunca pude desarrollarme del todo en España, a pesar de que tengo parte de mis ancestros españoles por parte de mi madre, mis abuelos son españoles migrantes en la Guerra Civil en España con Franco. Aún así yo tengo mucha rebeldía en cuanto a esta etapa de mi vida en España. Nunca pude desarrollarme, nunca pude encajar en los códigos sociales que manejan los españoles, sin desmerecer la cultura española que es increíble, lo que ofrece el país, lo que tienen, pero esto es una cuestión personal, de nosotros, de no haber podido desarrollar nunca nada. Curiosamente, tampoco nunca hemos hecho música así a nivel profesional. Siempre en alguna guitarreada hemos tenido presente nosotros el folclore y nuestra música con mi hermano, pero nunca se dio así de armar algo. Entonces hubo una época donde entró en crisis el país, tuvo una crisis muy fuerte inmobiliaria, explotó todo y ahí cayó todo en cadena comenzando por la construcción, las inmobiliarias, las fábricas, comercios, gastronomía, fue toda una cadena muy fuerte, y es en esa época cuando mi vieja decidió volver a Argentina y yo salí para Alemania por un amigo que conocí en España. Él llevaba unos años viviendo en Alemania, me fui a visitarlo y como quien no quiere la cosa, fui echando raíces. Tenía más oportunidades laborales, me puse a trabajar y juntar platita, mi idea era volver a Argentina en breve, pero bueno, al final hay que dejarte sorprender por lo que te ofrece la vida.

Gregorio (derecha), con su actual banda de rock en Munich (Imagen: gentileza Gregorio Gómez)

-Y la vida te sorprendió, hoy estás trabajando y viviendo gracias a la música, que, entiendo, siempre tuvo lugar en tu vida y de alguna forma vuelve a aparecer, a brotar.

-La música explota o sale de una forma muy salvaje aquí en Alemania, empieza aquí la movida. Comienzo a frecuentar en el primer año que vivo aquí los lugares de música en vivo, donde se mueven los artistas, lo que se mueve en la escena musical de Munich, que es donde vivo. Empiezo a ver que hay mucha vida multicultural aquí, muy cosmopolitan, donde encuentro amigos de México, Cuba, España, Portugal, gente de Francia y de Latinoamérica. Y empiezo a ver que hay un movimiento interesante donde se abren los escenarios y la gente va a experimentar, se forman jam sessions, open stage, open mic, diferentes estilos de eventos, unos que son escenarios abiertos para cantar, escenarios abiertos para tocar instrumentos con otros músicos, con diferentes estilos, entonces me voy metiendo en eso y muy naturalmente empiezo a hacer percusión, empiezo a cantar, formo una agrupación, formo otra y vamos así aprendiendo, caminando y soltando. Así que se dio de forma bastante natural hasta el día de hoy que llevo 11 años haciendo música aquí, con tres proyectos diferentes. Hacemos peñas de folclore, folclore con mi hermano en dúo, trío, tenemos una banda de rock con seis integrantes y tenemos otra propuesta que es más comercial, si se quiere, o más animada, más bailable, que es música latina, latinoamericana con rumba española, música más movida. Con eso venimos laburando bastante bien. Y con el folclore siempre intentamos abrir espacios, dar a conocer, aunque para la gente aquí es muy exótico, hay interés y se está abriendo de a poco. Así que hoy estoy también tendiendo un puentecito a los chicos que van llegando y me avisan que andan por Europa. Intentamos armar peñas, a hacer las juntadas más grandes y mostrar también lo que es nuestro tesoro que tenemos de música allá y que aquí no se conoce.

En Cosquín 2025 (Imagen: gentileza Gregorio Gómez)

-¿Cómo son y que sucede en esas noches de peñas folclóricas en Munich?

-Son noches mágicas para nosotros, imagínate que es la música de cuna, la música con la que hemos crecido y ha sido el nexo de conexión siempre con nuestra tierra por más lejos que hayamos estado toda la vida, que ha sido toda una vida desde los 12 años. Ese nexo de conexión siempre ha estado muy fuerte adentro y para nosotros son las mejores noches, las que se puede brindar folclore con la música nuestra y compartiendo con los amigos que van llegando y pudiendo tenderles un puente. Me siento parte o responsable de poder colaborar de esa manera, sin ningún ánimo de lucro por supuesto, siempre con mucho esfuerzo organizando, buscando los lugares, haciendo las publicidades, dándoles alojamiento a los chicos e intentando que se sientan como en casa, que puedan abrir camino y mostrar el tesoro que tenemos nosotros de música en el folclore. Y así va llegando gente que va abriéndose caminos, algunos que se tiran ya una buena temporada por aquí buscando el pan y otros que vienen a conocer, pasear y mostrar su música.

Junto a Suna Rocha en Cosquín 2025 (Imagen: gentileza Gregorio Gómez)

-Viniste dos veces a la Argentina desde que te fuiste a los 12 años, en 2018 y este año, ¿Cómo son esos regresos al país? ¿Cómo los vivís?

-Es impresionante, vuelvo con el corazón lleno y saturado de experiencias, por así decirlo, tengo que ir procesando después todo lo vivido porque es realmente enriquecedor y realmente transformador para mi persona, para mis valores y mi camino, vuelvo muy emocionado de todo ese viaje. Viví muchas trastiendas, yo nunca había estado en Cosquín y llegué justo para el día 26 que se celebraban los 40 años de Coplanacu, imagínate que ellos tenían preparado un patio santiagueño compartiendo y celebrando con Néstor Garnica, Peteco Carabajal, Raly Barrionuevo, Orellana-Luca, Horacio Banegas. Así que con estos changos me encuentro en la trastienda, los saludo, compartimos calentando voces, comiendo empanadita, tomando un vino. Tuve tiempo para ver cómo se vive atrás toda la escenografía, todo el laburo de los técnicos, todos los encuentros en camerinos, esto ha sido el día 26 ambientándome y preparándome, tomando la temperatura al festival para mi presentación el 29 con Suna Rocha que tenía armado con ella.

-Te fuiste muy chico de Santiago, sin embargo, ¿Extrañas? ¿Qué extrañas? Porque son muchos los años...

-Son muchísimos los años, y lo que se extraña es el cariño de la gente, la humanidad que hay, como la gente vive de una manera más simple, con poco se hace mucho y es hermoso ser parte de eso. Después uno cuando se va, automáticamente antes de irse ya está extrañando porque la manera de vivir del santiagueño es muy hermosa, muy humilde y muy humana, muy cercana, en contraste con cómo vive la gente en Europa o en otros lugares, es absolutamente otro extremo. Entonces ese calorcito humano, ese cercanía se extraña siempre. Uno ya empieza a tener nostalgia apenas sube al avión, a mí por lo menos me pasa que ya se me cae un lagrimón. Aparte tengo a mi vieja ahí, mi hermano, son muchos sentimientos encontrados, es imposible no caer en la sensibilidad y en la nostalgia.

-¿Te pesa ser el hijo de Jacinto Piedra? o ¿Cómo lo vivís? ¿Cómo es ese sentimiento?

-Es un orgullo tremendo, no me pesa para nada, es una historia hermosa truncada por una tragedia, quizás eso es lo que más pesa como hijo, la ausencia física y todo lo que nos hemos perdido de poder vivir con él como hijos, y aprender de él. Ahora todo lo que Jacinto Piedra nos dejó y su legado, está presente hasta el día de hoy. Como digo siempre, uno tiene que poner el corazón por delante para poder enfrentar semejantes acontecimientos, cantarle al pueblo no es cualquier cosa, cantarle a Jacinto Piedra, aunque sea mi viejo, no es cualquier cosa, pero para nada una pesadumbre sino un orgullo y una reivindicación de su obra, el mensaje detrás de las letras, la revolución, la rebeldía y todo lo que hay por rescatar detrás de una historia memorable como la suya. Así que para mí como hijo es un orgullo y seguiremos en su estrella.

En Santiago del Estero, enero 2025 (Imagen: gentileza Gregorio Gómez)

-¿Cómo te gustaría que recuerden a tu viejo?

-Como lo hacen, que es con cariño, admiración. Quizás en su momento no fue entendido como un rebelde, porque fue muy revolucionario, pero con el tiempo la gente lo ha ido entendiendo. Me sorprende mucho los chicos jóvenes de 22, 23 años que se me acercaban en Cosquín y me decían “desde que conocí a tu viejo, que me cambió, me voló la cabeza, me cambió la forma de pensar”, eso genera Jacinto, la rebeldía y la otra manera de ver las cosas. Creo que eso ha trascendido y sigue trascendiendo, por eso su obra es un mensaje imperecedero.

-¿Cuáles son tus sueños, los de Gregorio Gómez Cantos?

-Los sueños hay que vivirlos y yo realmente sueño con lo que está aconteciendo hoy día en mi vida, con poder cantarle a mi tierra, con poder cantarle a mi gente, con poder dar un mensaje a través de la música y el arte. Ese es mi sueño, aparte de ser padre y poder transmitir a las generaciones venideras tanto de mi descendencia como de la sociedad. Creo que eso ya es un sueño para mí y en eso estamos, estamos soñando y estamos viviendo.