Probablemente con el fracaso de la Asamblea del año 1813 los pueblos de las Provincias Unidas del Río de la Plata se perdieron la oportunidad de grandeza y esplendor que merecían si se hubieran tenido en cuenta las propuestas que el caudillo Gervasio José de Artigas les hizo llegar con sus delegados a las reuniones para la unificación y consolidación de la patria después de mayo de 1810.
Artigas había logrado unir las provincias del litoral Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y la Provincia Oriental dictándose una Constitución. Los delegados a la Asamblea llevan instrucciones precisas, concretas y adelantadas varias décadas en su concepción y escritura. Planteaba cosas que para las familias patricias y dominantes de Buenos Aires con el apoyo de algunos provincianos entregados al poder central, igual que ahora, igual que siempre pasó en este país ,que nunca fue federal. Las tradicionales familias y poderes centrales no podía aceptar lo que planteaba a través de sus representantes el Caudillo. Algunas de las instrucciones eran: declaración inmediata de la independencia y la redacción y jura de la Constitución Nacional con división de poderes (Ejecutivo, Legislativo, Judicial), que Colonia entre otros puertos de la Banda Oriental no pagaran impuestos a Buenos Aires por el paso de barcos y mercaderías por sus ríos, total y absoluta libertad de credos, independencia provinciales (país federal), tierras para los más desposeídos (indios, negros, reforma agraria en el siglo 19). Y lo más importante: que Buenos Aires no fuera la capital.
Imagínense ustedes a los Rivadavia, los Saavedra, los Alzagas, los Anchorenas, los Lezica, los Martínez de Hoz, que ya estaban y con poder, las familias patricias y tradicionales que lucraban y se enriquecían con el manejo del puerto y la aduana. Era imposible aceptar. Y no aceptaron. Y don Pepe, el caudillo adelantado a su tiempo terminó expulsado de toda negociación y traicionado por sus protegidos Santa Fe, Corrientes y toda la Liga Federal. Después de varias derrotas se exilió con una pequeña parte de su ejército de negros y de indios en Paraguay donde terminó sus días.
Este simple relato no es sólo para hablar de Artigas y del futuro que se nos fue de la mano en 1813. Sin perdonarle nada a Rivadavia y sus oligárquicos socios porteños y del interior de esa época y de siempre, puedo llegar a entenderlos a ellos y sus secuaces internos y externos que siempre nos condenaron a ser un país unitario y centralista con una cabeza enorme y un interior que financia y apoya a ese gigante que a veces sólo reparte dádivas.
Pero lo que no puedo perdonar es algo mucho más prosaico, más común, mas banal, pero no por todo esto deja de ser menos importante, trascendente y esencial para los argentinos. Espero que alguno pueda entenderme. Si la Banda Oriental no hubiera sido echada, separada de la Patria Grande, ¡se imaginan los jugadores de fútbol que hubiéramos tenido siendo un solo país!. El arquero Mazurquiewich argentino, Forlán padre e hijo argentinos, Fernando Morena argentino, El Negro Jefe Obdulio Varela argentino, Matosas padre e hijo argentinos, el gran Enzo Francescoli, argentino jugando de compañero con Maradona en el 86 y 90, el Pistolero Suárez, argentino jugando con Messi varios mundiales. Muchos más, tantos más, todos los que ustedes se imaginan y quieran poner en la Selección Argentina. Hubiéramos ganado copas del mundo de clubes con Peñarol, Nacional y todos los equipos argentinos que también los ganaron, hubiéramos ganado las olimpiadas del 24 y del 28, además de las que tenemos, habríamos ganado los mundiales del 30 y 50 más los otros, los que ya tenemos.
Por todo esto no pudo perdonarlos, nos hicieron ser lo que somos y no pudimos cambiarlo nunca, casi que allí empezó toda nuestra incertidumbre, nuestra desazón, nuestro dolor. Qué poderosos, qué libres, qué importantes económicamente y qué campeones imbatibles en fútbol tendríamos que haber sido. Mucho más de lo que somos. Nos quitaron todo eso y a mi personalmente la oportunidad de votar al Pepe Mujica. . . qué no ni no...