Tiene 21 años y nunca vio al pueblo quedarse sin provisiones un viernes, antes de salir a copar la banquina de los caminos y ver al Turismo Carretera pasar por la ruta. Nunca se le puso la piel de pollo adivinando, entre las frituras de la radio AM, que el relator nombraba a San Antonio de Areco al paso de sus pilotos. No sabe de la doble moral de un padre que pasa de largo frente a la panadería porque iba a dar esa última moneda a la peña, que pintaba en un parabrisas el nombre del pago chico. Porque Jeremías Scialchi nació en el Siglo XXI y hace más de treinta años su ciudad no tiene un piloto corriendo en el TC, la representación más popular y federal del deporte motorizado, donde la familia Saigós dejó grabado un ejemplo de esfuerzo y entrega para traer copas y triunfos, tapas de diarios y revistas, así como un dolor insuperable con la tragedia del mayor deportista arequero.

En la semana más esperada por un pueblo gaucho y fierrero, Página|12 habló con los protagonistas que reflotan la mística de la entrega absoluta y reavivan la pasión en la sangre joven. "Han pasado casi 60 años y todavía hay gente que llora el accidente", recuerda Jorge Saigós (h), sobrino del recordado Santiago Luján Saigós y heredero de Jorge (P), quien fue acompañante y encargado de la mecánica del auto que compraron. "Debutaron en el Gran Premio de 1959. Se largó de noche y como conocían la ruta, por tiempo, llegando a Pergamino estaban primeros", cuenta.

Jorge, con bigotes, junto a su hermano Santiago

Hijos de un inmigrante español que se enamoró y radicó en los pagos gauchescos, trabajando en campos de entre Baradero y Areco, habían continuado el legado de los camiones cerealeros cargando, viajando y descargando a lomo las entregas. Siendo amigos, además de familia, consiguieron el primer Ford T de Fuerza Limitada para llegar más adelante al V8 de TC. Comenzaron la historia llamando la atención en el '59 para luego ser los mejores "no ganadores" en el GP del '60. 

Santiago, el menor, apretaba la pierna de Jorge en cada largada para pedir que lo cuide. "Guito" se sabía vehemente y arriesgado, por lo que recaía en el mayor la tarea de medir excesos y regresar a salvo. Ganaron carreras y etapas de Gran Premio en las temporadas siguientes hasta que un día frenaron, para ordenar la empresa. Santiago encaraba lo comercial mientras Jorge hacía la mecánica, pero en el negocio del que dependían empleados y familias estaban los dos metidos hasta el cuello. El riesgo de ir ambos a las carreras, donde los accidentes eran a menudo irreversibles, era alto.

El brutal impacto de Saigós y Karelovich se llevó la vida de ambos.

"En las dos carreras que mi papá no fue, Santiago tuvo accidentes. Era el único que podía frenar su estilo agresivo", recordó Jorge Saigós. Ciertamente, sucedió en las 1000 millas de Mercedes y luego en el trágico 16 de mayo de 1965 corriendo en Ensenada con el Ford Falcon que le ofreció Oscar Gálvez, reclutando pilotos para la marca del óvalo. La renovación de autos fue una carta peligrosa en la adaptación de "Guito" entre la pesada coupé que solía conducir frente al ligero, compacto y veloz de la nueva era. Los experimentados de la época lo advirtieron: "Rodolfo de Alzaga le había dicho que tenga cuidado, pero correr con Ford era ser piloto oficial. Sucedió en la primera vuelta, en la Diagonal 74 de acceso a La Plata", evoca el sobrino del querido piloto. 

Tanto Santiago Luján Saigós (35 años) como el copiloto, Mateo Karelovich, perdieron la vida y fue algo que el hermano no pudo superar: "Papá quedó sumergido en esos recuerdos, me atrevo a decir que nunca salió de esa pérdida". Si bien hubo muchos pilotos que llevaron a San Antonio de Areco pintado en el frente, la familia Saigós afianzó la pasión de la tierra gaucha y fierrera. Hoy se puede observar en el Museo del Automovilismo "Juan Manuel Fangio", de Balcarce, el auto que estaban preparando para correr, al que llamaron "La Novia" por la prolijidad de punta en blanco con la que se alistaba para su gran día, aunque nunca lo pudieron estrenar.

Jeremías Scialchi toma la posta

Jeremías y la tarde en el Río Areco junto al Puente Viejo | PRENSA ACTC

Corrió contra Franco Colapinto en karting, junto a una camada de jóvenes que hoy destacan. "Es un gran referente que está muchos niveles arriba de nosotros, en la máxima categoría a nivel mundial. Los que quedamos en Argentina estamos en el camino del TC", acentúa Scialchi en Página/12. Desde la carrera con "Juanchi" Machado en Buenos Aires 1995 no hubo otro arequero en el TC hasta "Jere", este fin de semana en Viedma, Río Negro. El joven, cuya familia se dedica al negocio de las motos, realizó un camino impecable de ascenso y hoy tiene un Ford Mustang del equipo DTA Racing.

Así partió el auto del taller al autódromo | Gentileza DTA Racing

"Me sirvió mucho hacer la escalera de la ACTC. Hice dos años de TC Pista Mouras, dos de TC Mouras, uno de TC Pista y conozco el funcionamiento del auto", insiste el nuevo estandarte del pago, que es acompañado por su padre desde el karting y ahora sumó al hermano y, en ocasiones, también la mamá. Incluso la familia Saigós lo sigue, pues Jorge lo marca como "un elegido" con "una campaña impecable". En la semana más especial de su vida, hasta ahora, Scialchi reconoce que hace mucho la esperaba: "Desde que comencé y decía en qué momento me iba a tocar a mí". En medio de estas emociones, fabrica el espacio para disfrutar lo que rodea al debut con un 16° lugar en la Final, algo único en la vida de quien reavivó la ilusión de todo un pueblo.