No es ningún apodo, ni nada por el estilo. El segundo nombre del músico mexicano de pop alternativo Jorge González Ibarra es Siddhartha, y fue el que eligió para desarrollar su carrera. El año pasado publicó el EP Miel de Azar, que cuenta con las participaciones de los artistas locales Emmanuel Horvilleur y El Zar. En 2024 lo presentó en Buenos Aires, en Niceto Club (Niceto Vega 5510), y este martes lo despedirá en el mismo lugar. Aunque el sábado último también lo hizo en el Cosquín Rock, lo que evidencia su deseo por hacerse un lugar en el complejo mercado argentino. “Hay varios motivos por los que insisto con hacerme un lugar aquí”, le dijo a Página/12 el productor y multiintrumentista, una vez que acabó su performance en el festival. “Uno de ellos es que tengo una afinidad musical que excede lo musical”.

-¿A qué te referís?

-La música hoy en día tiene demasiada red como para que importe la denominación de origen de los artistas. Eso no debería existir más. Creo que merece ser escuchada como un acto de empatía, y, de hecho, eso sucede. En México y Argentina existe un sentimiento de afinidad muy entrañable. Y si vengo también a Argentina es por diversión. Cuando empecé en la música, no esperaba cierto éxito. Y lo digo sin vanidad. Me gustó la idea de repetir el reto que nos planteamos 10 años atrás.

-Siempre existen más posibilidades de que un artista argentino cale en México a que uno mexicano pueda posicionarse en la Argentina. ¿Estás de acuerdo?

-Tiene que ver con la identidad de cada país de recibir cosas que no le pertenecen a su territorio. México es un país que tiene mucha apertura a la hora de escuchar música de todos lados. Es por eso que para un artista argentino o peruano no le es difícil llenar el Foro Sol (centro de espectáculos por excelencia de la Ciudad de México). Sin embargo, soy consciente de que los mexicanos somos más consumidores de música argentina que los argentinos de la música mexicana.

-Ahora venís con "Miel de Azar", pero en 2022 sacaste el álbum "00:00". En tu caso, ¿de qué depende la salida de un disco, el formato y los tiempos para que todo esto suceda?

-Yo, la verdad, es que lo vivo a mi ritmo. No soy alguien que pueda caminar según lo que imponga la industria. Nunca lo he hecho y creo también que es una de mis características. Como no estoy seguro de si la gente espera 25 tracks míos, voy sacando material en función a lo que voy grabando. Ése es el espacio en el que convivo. Hay veces en las que los nichos son de millones de personas. Es verdad que un Bad Bunny abarca todo, pero también hay un nicho que es de excesiva población.

-Dentro de eso que contás, ¿cómo cabe la construcción de tu identidad musical?

-Ahora estoy haciendo un nuevo álbum (el primer single saldrá en mayo) que tiene un sentido musical y que al menos es diferente para mí. No sé si para los oídos de los demás. Me atrae mucho la idea de que el propósito de cada disco sea conocerte. Entonces nunca eres el mismo. Todo se convierte en una experiencia musical a través del tiempo.

-Hacés lo que hacés también porque venís de una banda como Zoé, que hizo historia en el indie de tu país, e incluso en el rock y pop. Pese a ello, armaste una carrera en solitario. ¿Cuánto riesgo te llevó tomar esa decisión?

-No me costó porque hice la mía antes de Zoé. Siempre fui baterista, y generalmente funcioné así, al igual que como compositor y productor. Hacía muchos temas para las bandas en las que tocaba, y hubo un momento en el que una alumna a la que le daba clases me dijo: “Me gustan más las canciones que me muestras cuando las cantas tú. Deberías animarte a sacarlas tú”. Y empecé a hacer el experimento. Comencé a grabar algunos temas, y los hice con el fin de registrarlos. Luego de eso, se me despertó una chispa. Y ahí comencé a hacer mi proyecto solista. Más tarde, Zoé cayó en la agenda por razones del destino, y terminé tocado con ellos. Pero mi proyecto ya estaba decidido en mi mente. Toqué con el grupo porque, aparte de que son músicos a los que admiro, y con los que me sentí identificado en ese momento, viví con ellos una etapa de mucho aprendizaje. Así que tuve la gran oportunidad de crecer, componer y producir, y luego seguí por mi camino.

-En los años 2000, que fue cuando comenzaste a hacer música, el rock y el pop mexicano vivieron un gran despegué. Pero, al mismo tiempo, apostó por un sonido más internacional. ¿Te sentís una consecuencia de la escena musical de tu país?

-No me siento muy parte. La verdad es que me tocó estar en un momento que era muy lindo estar porque fue un punto intermedio entre una etapa y otra. Entonces no fui apadrinado por nadie, ni participé de una escena en particular. Así que había que ganarse mucho el lugar. Tampoco siento que estaba en una movida en particular. Luego de comenzar, produje a Caloncho y a otros artistas tapatíos (gentilicio del nativo de la ciudad de Guadalajara, lugar de origen de Siddhartha), y se armó una movidita de la que creo que soy parte.

-¿Cómo se vive en México o cómo vivís vos como mexicano la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos y todo lo que dice que hará contra tu pueblo?

-Estados Unidos es un país que no quiere reconocer que ya no está hecho por estadounidenses. Está hecho por mexicanos, latinos y estadounidenses. Cada vez que tocamos allá, nos sorprende la cantidad de gente que habla español y la movida musical inmensa que hay en nuestro idioma. Ahora que Trump está persiguiendo a inmigrantes ilegales, yo me pregunto: ¿a cuántos puedes echar? De todas formas, por más amenazante que parezca, él ya estuvo ahí y no pasó. Tampoco les conviene a ellos.