Algunos crecimos desde la infancia con dos versiones de casi todo: la del colegio y la de la casa de cada quién. Hablo de la historia del país, claro. Dos versiones de Sarmiento, dos de San Martin, dos de Belgrano, dos de Mariano Moreno, dos o más de Perón, y así por delante. El peronismo de Isabel-López Rega mereció tantas versiones que hasta los que tenían que explicar decidieron hacerse los locos, y ya. Lo cierto es que quien cuenta nuestra historia ha dejado una enorme cantidad de callejones en la más absoluta sombra.
Aquí, como dijo un personaje de García Márquez, hay que sentarse en la vereda y empezar a contar lo que pasa, antes de que lleguen los historiadores.
Crecimos con siestas y terrazas y plazas y patios donde de la charla de dos o más adultos, terminábamos con una versión más o menos clara de por qué estaba sucediendo lo que pasaba, y eventualmente, si el cuento era entretenido, llegábamos a enterarnos de cómo era que habíamos llegado hasta ahí. Hoy, esas mismas preguntas, apenas se responden con una levantada de hombros y la comisura de los labios hacia abajo.
En no mucho tiempo tocará explicar a los chicos de hoy, que fue lo que pasó. Imaginen que dentro de quince años, un hijo, o nieto que ya tendrá veinte, pregunte: “¿Cómo fue lo del 2024, 2025?”. Podríamos agregar una cuota de tensión dramática: “che, pá (o má o abu) vos que sos peronista ¿me explicas que pasaba allá por el 25?”. Ahí tenemos varias opciones. Una es arrancar por el Chacho Peñaloza exiliado en Bolivia, acogido por el Tata Belzu y estirarla para no llegar jamás a la candidatura de Daniel Scioli presidente, contándole con lujo de detalles y gran épica y entusiasmo, cómo Martín Güemes con sus Infernales se tomaban a caballo en pleno Rio de la Plata una embarcación inglesa, venciéndolos.
Otra opción sería esperar a ver cómo acaba esta pelotera y arrancar de atrás hacia el principio, pasando rápido y como al descuido la candidatura a presidente de un ministro de economía, actual en ese momento, de un país cuya economía estaba a la deriva. Y aún la presidencia de quien era presidente ahí mismo. Es complicado y quizá haya que recurrir a la martingala de hacerse el atorado con las migas de la media luna y pasarlo de largo. Porque además habría que entrar en detalles que para qué acordarse.
La tercera opción es que en quince años estemos tan maravillosamente bien que a ningún joven le importe saber que pasó. Pero la realidad últimamente no es muy afecta a los milagros. Entonces será amargo explicar los silencios cómplices de las voces que deberían gritar por nosotros, porque para eso los pusimos.
Cuando llegues a la parte de explicar cómo y para qué aquellos hombres que por el año 1800 decidieron que fuéramos una república federal, tendrás que desgranar muy despacio que tanto la división de la región en países y las marcaciones internas de las provincias, se hizo porque lo mejor, pensando incluso en organización continental, era que fuéramos república federal, pensada como un conjunto de unificación. Había decenas de republiquetas y era un quilombo que no se podía organizar, porque cada una hacía lo que le parecía a su líder, en cambio siendo federales… ojalá tengas otra media luna, porque vas a tener que explicar que ahora es la única forma de supervivencia nacional.
Ahora bien, si vas a explicar desde lo nacional te podés ir por las anécdotas, que -ojalá- sean divertidas en ese momento. Podes contar la era de los memes del presidente con más apodos de la historia, o el cripto cagadón, o como fue que desde el gobierno se festejaban los muertos por carencia de remedios carísimos, o como les pegaban religiosamente a los jubilados todos los miércoles o (manteniendo la pregunta de “vos que sos peronista”) como era que los representantes nacionales del peronismo estuvieron ante esto en al más absoluto silencio.
Si decidiste arrancar por el Chacho Peñaloza, hay una opción interesante, que es explicar un poco unitarios y federales, aquello de las provincias contra Buenos Aires y saltás directo al 2024, 2025, pero no en aquello de que había dos bandos, sino en clave interna, pero lo mismo: Buenos Aires contra las provincias. Es indispensable contar con lujo de detalle los gobiernos de Néstor y Cristina, porque cuando acabas con eso, te levantás, pones más agua a calentar en la pava y con un poco de suerte podés dar un salto temporal donde Javier Milei aparece como un aborto de la naturaleza, que nació de un repollo donde lo dejó la cigüeña que lo trajo vaya uno a saber de dónde, cuya falta de prosapia y linaje le habilitó la boca para decir cuanta barbaridad se le ocurre. Porque si contás de verdad cómo llegó, te vas amargar sin remedio y pasaron tantos años que no vale la pena.
Si optas por esta última opción, vas a tener que esquivar algunos problemitas. Explicar por ejemplo, por qué hay provincias que ayudan a otras provincias y eso te llevará a intentar pergeñar algún razonamiento de para qué sirve entonces el gobierno central que solo se dedicaba (recordemos que estás hablando en el año 2040) a quedarse con la plata de todos para repartirla entre gente que ya tenía mucha plata. Lo bueno de esto es que cuando se te complique, vas a poder decir “mirá… la verdad no me acuerdo”, que no es algo que puedas decir ahora mismo.
Otro tema es, por ejemplo, cómo fue que el Congreso pasó de ser un lugar donde por un quítame esas pajas, se agarraban a piñas, a dejarse insultar de arriba abajo sin siquiera ruborizarse. Como fue que pasó de ser la tribuna del pueblo, así, como cancha de futbol, a convertirse en un green de golf, con caddies y todo. Y de nuevo las sombras serán inevitables, por una cuestión básica de pudor.
En fin. Habrá que ver como explicamos esto.