El periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, analizó la entrevista que ofreció el presidente Javier Milei y cómo el mandatario es solo una herramienta para el poder real y cómo los medios lo manipulan para que diga lo que a ellos le conviene.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Pese al aire acondicionado, sudaba Milei. Era un testigo falso de su crimen de estafa, de insensibilidad, de arrogancia.
TN puso lo suyo. Su insondable capacidad para desvirtuarlo todo. Hablar de CFK, de Kicillof, durante un tiempo tan exagerado, cuando el tema era otro, muy claramente definido, era una confesión en sí misma.
"De lo mío no puedo hablar, de lo mío haceme hablar lo menos posible". Era un ruego, un pedido dramático de un facineroso moral lanzado a defenderse sin un solo argumento sobre el que pudiera pivotear, con el que pudiera más o menos moverse.
En más de una ocasión, se pierde Milei en su divague. Uno como espectador se pone nervioso y hasta quisiera ayudarlo en nombre del lenguaje. Parece que las ideas tartamudean, van y vienen como si nadara por debajo del agua y, cuando sale a la superficie, lo hace con un pez en la boca.
Está mintiendo Milei y se ve. Y sabe que los demás se dan cuenta. Y saben que él también sabe que los demás advierten que está mintiendo.
"Algo tenés que decir, no te preocupes, un poco nomas, después te saco". Da la sensación que es el juego.
Esa es la esperanza de Milei. Un nene que quiere bañarse, pero sabe que tiene que estar en el agua unos minutos y patalea con los chiches que le dan: fotos de CFK, del Gobernador de la provincia, hasta una de Lousteau le dan. En su casa, Lousteau se preguntaría: "¿Y por qué a mí? Otra vez con la 125".
El balance es un discurso sobre el estado de la Nación. Quién lo dice, cómo lo dice, por qué lo dice y dónde lo dice. Eso es lo que somos hoy día. Ese reportaje, ese canal, ese Presidente. Y no estamos bien.
Cuando el FMI nos de la plata, levantamos el cepo, dice. Y habla rápido Milei para que no lo crucen con la pregunta lógica "¿y si no te lo dan?"
Y después echa culpas, Milei. Pero cuando llega a un tal Novelli, que parece que es un jugador importante en la película, se pierde, porque tiene miedo Milei. Si se zarpa demasiado, el otro tiene mucho para decir, evidentemente. “Sacame de esto, por favor te lo pido", dice ese rostro de sudor con aire acondicionado.
Él tiene que decir que fueron los otros, los intrusos de los que no sabe nada, ni Google los tiene, pero al mismo tiempo no los puede molestar demasiado, porque andá a saber qué le retrucan. Se justifica su miedo.
A la misma hora, los de KIP Protocol, desmienten todo lo que dijo el comunicado del Gobierno un rato antes, así que está desmintiendo todo lo que ahora dice Milei en medio del reportaje. Y se terminó ahí. Yo no sabía que después venía una parte que no había visto y de la que ahora me entero.
Despedazados, el idioma, la verdad y la ética, el asunto concluye poco después de las nueve. Los demás canales entonces recuperan el aire y el zapping sin pensar en nada es un mecanismo para huir hasta la hora de acostarse.