¿Qué tiene que ver ¡Tango!, la primera cinta sonora del país, con La viuda de los jueves o Esperando la Carroza? ¿Que tienen de parecido con Carne, Psexoanálisis o cualquiera de las más de un centenar de películas que integran el Archivo Cuir de cine argentino? Según el creador de la página web de archivo y difusión gratuita de películas argentinas con elementos cuir, Román Brutti, son la prueba fehaciente de que nuestras existencias no salieron de un repollo woke plantado por organismos internacionales; que existimos desde siempre y así fuimos representades de diversas maneras.
“El Archivo Cuir es un registro del cine argentino a través de una mirada cuir. En su versión actual, es una base de datos curada con más de 120 películas estrenadas entre 1933 y 2009”, reza el home de la página archivocuir.ar . El punto de corte se debe a que luego del 2010 —sanción del matrimonio igualitario en nuestro país— hubo ciertos cambios positivos en la representación de las personas LGBTI+ en el cine argentino, además de un incremento notable en producciones interesadas en la diversidad sexual.
Con una web intuitiva y bien estructurada, se muestran en el archivo la selección del compilador por década, género y duración y agrega un muy bienvenido botón de “Película aleatoria” que invita al espectador a dejarse llevar por un mundo distinto del mainstream y los grandes algoritmos. En esta línea, Axel Fritzler que, junto a Pablo Taboada hacen el podcast argentino sobre películas y series LGBTIQ+, Sodomarama—que ahora también puede apreciarse en video por Youtube—, celebró la creación del Archivo Cuir y dijo que cuesta conseguir las películas más que nada del cine nacional y que está bueno que “al menos exista una base de datos, una IMBD nacional, tenga el link a la película o no”.
Es notable entonces que, presentadas en distintas plataformas de uso gratuito (Dailymotion, Vimeo, Youtube, etc.) y servicios de pago, se puede ver con variadas calidades de video un catálogo cuidadosamente seleccionado, posible en muchos casos gracias a la dedicación de muches que a lo largo de los años han subido estas joyas a la red y han colaborado de forma silenciosa a nuestra memoria. Ahora SOY conversa con Román Brutti, el creador de la web, sobre la importancia del archivo en un momento de desfinanciamiento de organismos públicos como el INCAA, el desprecio por nuestras existencias y la necesidad de una cinemateca nacional.
Comentás en la web que tu recorrido personal con el cine cuir comenzó con la lectura del libro Otras historias de amor: lesbianas, gays y travestis en el cine argentino, de Adrián Melo. ¿Hubo alguna película en particular que te hizo pensar que era necesario armar este archivo?
—No hubo una película en particular, mi recorrido tuvo que ver con la tele. Nací en el 92, todas mis representaciones que vi de chico tienen que ver con eso. Me acuerdo de una nota que le hacía Mauro Viale a dos madres lesbianas y esa era la nota: polemizar sobre eso. Después con un scketch de Francella que terminaba en una Marcha del Orgullo y la que hacía de su esposa le decía "ay, qué estás haciendo, esto sale por la tele ¿que van a decir tus hijos"...todo lo que tenía que ver con la diversidad en pantalla era negativo.
El Black Film Archive de Maya Cade también fue una referencia clave para el Archivo Cuir. ¿Qué elementos de ese proyecto te parecieron fundamentales?
—Lo que tomé de ahí en particular fue esa parte de que se pueda entrar y navegar. Algo medio retro y cuando digo retro me refiero a lo que era Internet hace 10-15 años, de entrar a una página web y navegar y navegar. Muchas de las fuentes que usé estaban en libros, pero vivimos en una época altamente audiovisual. Mi manera de hacerlo de más fácil acceso fue hacerlo interactivo.
El cine argentino tiene una historia rica, pero también fragmentada por censuras y falta de conservación. ¿Con qué obstáculos te encontraste a la hora de rastrear y catalogar estas películas?
—El primer obstáculo es la falta de políticas públicas y de una cinemateca nacional. Eso sin duda, porque es casi imposible y una tarea titánica andar catalogando el cine argentino. Si de forma amateur querés acceder es súper complejo, falta información. El segundo obstáculo son las grandes productoras de cine argentino, que todo el tiempo están bajando películas de Youtube. Entonces la película tal vez no está disponible de forma oficial, en ninguna web, nada. Pero si alguien la grabó de Volver en el año 95, capaz está en algún lado y es la única copia a la que todos tenemos acceso.
La memoria audiovisual es un terreno de disputa política. ¿Sentís que en este momento de retroceso en derechos el archivo cobra un nuevo significado?
— Cobra nuevo significado porque nunca creí que íbamos a estar en esta situación de desguace del INCAA y de la historia. También hay un gran desinterés por preservar lo que ya se hizo. Definiticamente cobra un nuevo significado y creo que toma un interés especial después de la marcha antifascista y los dichos de Mieli en Davos, aunque no lo haya pleneado: hace años vengo trabajando el proyecto.
Tu trabajo también dialoga con la falta de una cinemateca nacional. ¿Cómo pensás que la ausencia de políticas de preservación afecta el acceso a nuestra memoria cinematográfica?
—Es a contramano. Siempre nadando a contracorriente para encontrar cualquier película. Lo que salva el acceso al cine nacional es la piratería, sin ella no podríamos ver casi nada. Esto tiene que ver con la historia mundial del cine. La piratería hace que hoy podamos ver Nosferatu de 1922 y que no haya sido quemada por los que tenían los derechos de autor.
En un contexto donde se multiplican los discursos de odio, ¿cómo creés que el cine puede seguir funcionando como una herramienta de resistencia?
—Creo que lo más importante es generar un sentido común incluso entre los gays despolitizados, que entiendan que no salieron de un repollo, que existimos desde siempre. Creo, por la respuesta a algunos reels que subí estos días sobre la peli Tiro de Gracia donde se habla de taxiboys, las teteras y el yire, que está bueno que haya un entendimiento de que esto siempre pasó, estuvo retratado y que esta idea de progreso es dañina. Ahora hay más (entendimiento), por los avances sociales respecto a la comunidad pero hay momentos de luz y oscuridad en nuestra historia.
El Archivo Cuir permite ver que las disidencias siempre estuvieron en pantalla, incluso en épocas de mayor censura. ¿Cuáles fueron los descubrimientos más sorprendentes al armar esta base de datos?
—A los 18 leí el libro de Osvaldo Bazán, Teoría de la Homosexualidad en Argentina, y me abrió mucho la cabeza. No podía creer la cantidad de historia LGBT+ del país. Tiene algunas secciones de la tele y el cine y fui enterándome que esta idea conservadora de pensar que los gays salimos de un repollo que vino del extranjero era todo mentira. Estuvimos siempre acá, siempre presentes. Incluso los heterosexuales lo advertían muchísimo y nos ponían en pantalla. Muchas veces con representaciones negativas, sí, pero había muchas más.
Más allá de personajes y tramas abiertamente LGBTI+, el archivo también rescata películas con participación de realizadores cuir o con temáticas de interés para la comunidad. ¿Cómo definiste qué películas incluir y cuáles no?
—Empecé siendo muy rígido y ahora estoy más flexible. Primero pensaba que debían ser sólo películas de producción argentina, pero, por ejemplo, Happy Together de Wong Kar-Wai, la incluyo porque fue grabada en Buenos Aires. Tiene momentos de representación muy lindas de Buenos Aires y él se inspiró mucho en Manuel Puig, entonces la incluí. Esperando la Carroza o Esa Maldita Costilla no tienen personajes gays, pero resuenan tanto con la comunidad que es imposible no incluirlas. En general, tienen que tener algún elemento, ya sea que algún periodista o alguien que escriba sobre cine vio alguna lectura cuir o porque yo lo vi... es muy amplio.
El archivo se presenta como una plataforma gratuita para explorar la historia audiovisual cuir en Argentina. ¿Cómo imaginás su impacto en las nuevas generaciones de espectadores y realizadores?
— Lo hice para ellos. Yo quería una plataforma que a mí me hubiera gustado que exista. Me han escrito personas que dan cursos de guión y me comenta que la van a usar para sus clases. Sirve para cualquiera que quiera ver cine argentino y descubrir películas que no hayan visto. Me gustaría que la usen cineastas. Ahora hay una foto muy icónica de Moria Casán de Foto Estudio Luisita, ese documental que rescata el trabajo de esta fotógrafa, Luisa Escarria. Esa foto de Moria es la que termina referenciando Lali años después en el video que hace con Moria. Esa foto mucho no se conocía; sin ese trabajo de rescate ese look no se hubiera tenido en mente. Ese trabajo de archivo fue un recurso importante para los realizadores. Quisiera que también los artistas puedan usarlo para aportar a la memoria audiovisual del país.