Un muñeco con la cara del Presidente, de esos cabezones que se usan en el carnaval, cruzó la Plaza de Mayo, llevado por los manifestantes, que le habían colgado al cuello un cartel: “Milei: menos $Libra, más Libros”. Así arrancó la protesta con la que los movimientos sociales le reclamaron al Gobierno el pago de un Ingreso de Emergencia Escolar de 300 mil pesos, que permita a las familias que han caído bajo de la línea de pobreza comprar los útiles para mandar a los chicos al colegio. El cálculo es que un kit escolar -la mochila, los cuadernos, el guardapolvo, lápices y demás- está en 250 mil pesos: tres veces más que la ayuda escolar que percibirán quienes tienen una Asignación Universal por Hijo.

Las organizaciones proponen que el pago del bono se haga a la manera de lo que fue el IFE durante la pandemia, es decir sin intermediarios. Obviamente, no tienen ninguna chance ni expectativa en conseguirlo. El objetivo de la protesta callejera fue más humilde: hacer visible la crisis económica y el deterioro de las condiciones de vida en momentos en los que el gobierno asegura haber bajado la pobreza.

También fue un gesto de contenido político, un modo de decirle a la administración libertaria que los movimientos sociales siguen existiendo. Aunque mermados -no eran muchos, lograron cubrir un cuarto de la plaza de Mayo-, salieron a la calle, que es más de lo que pasa en otros sectores del mundo del trabajo. Tanto la Utep como el Frente de Lucha Piquetero anunciaron que realizaran plenarios o congresos para reimpulsar sus protestas.

La ministra de Seguridad Patricia Bullrich tomó nota del gesto y no se privó de hacer el suyo: un operativo de seguridad impidió a las organizaciones llegar al ministerio de Economía, que es lo que habían anunciado. La policía sólo autorizó a que una delegación se acercara al edificio, donde entregaron el petitorio, mientras el resto de los manifestantes tuvo que esperar en la plaza, sin bajarse del cordón.

La movilización fue convocada por la Utep, el Frente de Lucha Piquetero y Territorios en Lucha -los tres agrupamientos de los movimientos sociales-, que salieron en unidad.

Además del Ingreso de Emergencia Escolar, reclamaron por alimentos para los comedores populares y por un aumento en los planes sociales, cuyo monto está congelado en 78 mil pesos.

Mientras en la ciudad de Buenos Aires la protesta se hizo en la Plaza de Mayo, en otras localidades fueron frente a sedes de Anses.

En la plaza hubo declaraciones contra el presidente y anuncios de más medidas. “Estamos en manos de un gobierno de estafadores que quiere instalar que bajó la pobreza, lo que no es cierto: en el país cerraron más de 12 mil empresas;

nuestros barrios populares todos los días están siendo ocupados por los narcotraficantes que son socios de este gobierno, que han blanqueado más de 30 mil millones de dólares para darle respaldo económico”, dijo el titular de la Utep, Alejandro Gramajo.

Eduardo Belliboni, del Polo Obrero, planteó que el de Milei “es un gobierno estafador que se tiene que ir”. “En las próximas semanas un plenario piquetero va a discutir muchas más acciones para derrotarlo”, agregó.

Si se pregunta a los referentes barriales, cuentan que vienen sosteniendo los comedores y merenderos con colectas. Dependiendo del signo político que gobierna cada territorio, tienen la asistencia de las gobernaciones y municipalidades. Cuentan además que muchos trabajadores de los comedores y emprendimientos han debido salir a buscar changas para sostenerse, alejándose de los movimientos, pero que hay un núcleo que permanece organizado. En cuanto a la salida a la calle con planes de lucha, lo real es que las organizaciones sociales han espaciado sus protestas, tras los allanamientos y aperturas de causas judiciales contra dirigentes -el caso más conocido es el de Belliboni, que está a las puertas de un juicio oral-, militantes y vecinas que trabajaban o tenían un comedor en su casa.

Por eso el modo en el que salen a la calle ha ido cambiando: lo hacen con movidas en unidad o sumándose a luchas de otros sectores o multisectoriales -por ejemplo, en este enero fue en defensa del Hospital Bonaparte, del Centro Cultural Haroldo Conti, en la ex Esma y de otros espacios de la Memoria-.