"Por favor, ayúdennos", "No estamos a salvo en nuestro país", se lee en diferentes carteles colgados en las ventanas de un hotel en Ciudad de Panamá, donde están recluidos 299 migrantes deportados por Estados Unidos en los últimos días.
Los migrantes permanecen en el hotel Decápolis de la capital panameña sin posibilidad de salir y con custodia policial, aunque el ministro de Seguridad, Frank Ábrego, negó que estuvieran privados de libertad.
Los deportados llegaron en vuelos entre el pasado miércoles y el sábado, y son originarios de Irán, China, India, Pakistán, Vietnam, Afganistán, entre otros países.
"Se acordó recibir 299 personas que venían de Estados Unidos para que fueran repatriados" a sus países de origen y "171 de ellos aceptaron regresar en forma voluntaria", una veintena esta semana, dijo Ábrego.
El ministro compareció ante la prensa tras un reportaje del New York Times, que tuvo acceso a testimonios de algunos de los migrantes por mensajes de texto. Los migrantes denunciaron que les quitaron sus pasaportes y teléfonos celulares.
Según el diario estadounidense, varios migrantes dijeron que en el hotel "al menos una persona trató de suicidarse", de lo cual Ábrego dijo haberse enterado por el periódico.
"Nosotros les brindamos a ellos todas las atenciones necesarias, médicas y de comodidad, y lo seguiremos haciendo hasta que el último de ellos salga de nuestro país, que es lo que se pactó con el gobierno de Estados Unidos", afirmó Ábrego.
Durante una reciente gira latinoamericana del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, Panamá y Guatemala aceptaron servir de "puente" para migrantes de otras nacionalidades deportados por Washington y el lunes se sumó Costa Rica.
El gobierno panameño aceptó colaborar con la política de deportaciones, en medio de las presiones por las amenazas del presidente Donald Trump de que va a "recuperar" el canal de Panamá si éste no reduce su "influencia" china.
Qué pasará con los migrantes
Ábrego explicó que quienes no acepten regresar voluntariamente a sus países serán trasladados a un refugio en la selva del Darién, fronteriza con Colombia, en espera de que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y el Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur) consigan reubicarlos en otro país.
"No están privados de libertad. Están bajo nuestra custodia temporal para su protección", insistió Ábrego, aunque reconoció que como "prevención" no pueden "circular" en Panamá porque las autoridades no conocen "a fondo" sus identidades.
El defensor del Pueblo, Eduardo Leblanc, consideró "sumamente importante" verificar la relación familiar de los menores que están en el grupo de deportados "para evitar posibles riesgos de trata" de personas.
Leblanc consideró además que es necesario darles un estatus migratorio a los deportados mientras esperan "su repatriación o reasentamiento". "Hemos podido confirmar que hay un tema diferencial en cuanto a la comida, por el tema cultural y religioso", agregó.