AÚN ESTOY AQUÍ 7 puntos
(Ainda Estou Aqui; Brasil/Francia, 2024)
Dirección: Walter Salles.
Guion: Murilo Hauser y Heitor Lorega.
Duración: 137 minutos.
Intérpretes: Fernanda Torres, Fernanda Montenegro, Selton Mello, Valentina Herszage, Luiza Kozovski, Maria Manoella.
Estreno en salas de cine.
La primera escena de Aún estoy aquí delimita claramente una geografía y un tiempo. Una mujer de mediana edad disfruta de un baño cálido en una céntrica y atiborrada playa carioca, pero el paso de un helicóptero militar oscurece los rayos del sol y echa sombras tenebrosas a su paso. La metáfora es directa pero nada superficial. El nuevo largometraje del brasileño Walter Salles, su primera película de ficción en casi doce años, es a todas luces una de las más personales del director de Estación central y Diarios de motocicleta. No sólo porque describe un período negro en la historia de su propio país sino, esencialmente, porque la familia que protagoniza el drama es cercana en la vida real al clan Salles (en varias entrevistas el realizador ha descrito los recuerdos de sus visitas a la casa de los Paiva). Basada en hechos verídicos descriptos en el libro Ainda Estou Aquí, de Marcelo Rubens Paiva, el film se divide en tres bloques temporales diferenciados, aunque casi dos tercios del metraje transcurren a comienzos de los años 70, época en la cual el ingeniero Rubens Paiva fue detenido y desaparecido por la dictadura militar de Emílio Garrastazu Médici.
La protagonista excluyente de Aún estoy aquí, a pesar de tratarse de una película en la cual todos los miembros de la familia tienen un rol destacado, es la esposa del también exdiputado Paiva, encarnada por la actriz Fernanda Torres en una de esas actuaciones consagratorias que el reciente Globo de Oro y la nominación a un Oscar no hacen más que poner de relieve. Es Eunice Paiva quien aporta el punto de vista de la narración, que desde el momento del secuestro y detención de su marido se instala con fuerza para nunca más abandonarlo. Previamente, la descripción de la dinámica de una familia de clase media relativamente acomodada, abierta a la discusión política y habitante de una casa de puertas abiertas, siempre dispuesta a recibir visitas de amistades y conocidos, que comienza a ser horadada por la preocupación y el pavor.
Fiel a su estilo, Salles entrelaza lo colectivo y lo personal a través de un relato de tintes clásicos que afortunadamente evita cualquier atisbo de sentimentalismo innecesario. Incluso cuando el registro hogareño en Super-8 de unas vacaciones o algunas salidas del clan empapan la pantalla de emoción, el tono elegido evita los embates de la sensiblería. Cuando Eunice se ve obligada a pasar unos días encerrada en el calabozo de un regimiento militar los horrores de la tortura permanecen en un estricto fuera de campo visual, aunque la pista sonora los describa en toda su magnitud. La búsqueda de Eunice de una respuesta de las autoridades, el deseo de encontrar el paradero de su esposo, primero, y la ubicación de su cuerpo más tarde, es esencial a la trama, al tiempo que comienza a acompañar su rol de madre y ama de casa con el de la abogada y activista especializada en derechos humanos.
El irónico hecho de que Eunice haya sufrido durante los últimos años de su vida (falleció en 2018) de Alzheimer, haciéndole perder lentamente la memoria de todo aquello por lo cual había batallado durante más de cuatro décadas, ocupa el tercer y último tramo de Aún estoy aquí. En una estupenda decisión de casting, quien reemplaza a Torres en el papel central es su propia madre en la vida real, la también actriz Fernanda Montenegro, la protagonista de Estación Central. Si Marcelo Rubens Paiva comenzó a escribir el libro dedicado a la madre cuando esta comenzó a sufrir los golpes de la enfermedad, como una manera efectiva de proteger esa memoria, la película de Salles parece haberse construido alrededor de un concepto similar: forjar nuevos recuerdos de hechos que nunca deben ser olvidados. Que lo haya hecho con herramientas cinematográficas nobles (ver sino ese último plano de la casa vacía, potente precisamente gracias a su sencillez) merecen destacarse, más allá de los galardones y la triple nominación a los premios Oscar, que incluyen las ternas a Mejor Película y Mejor Película Internacional.