La cubana voz de Carlos Puebla siempre resuena cuando voy por la ruta Interbalnearia: “Cuando todo Santa Clara, se despierta para verte…”. Esta es otra Santa Clara, con el agregado de “del Mar” y con nada que ver con el comandante Guevara, sin mausoleo que custodie. En general sigo de largo porque estoy de viaje, y pocas veces fui especialmente de visita. Tan cerca y tan lejos. A solo veinte kilómetros de Mar del Plata, es una pequeña ciudad con espíritu de localidad.

Hace casi treinta años que conozco al Chachi Oviedo, que hace un poco más de quince dejó Mar del Plata para tratar de ser feliz en el Partido de Mar Chiquita, que contiene a nuestra Santa Clara. “La historia cuenta que en los años ´50 los hermanos Orensanz, carpinteros españoles, se hicieron armadores de balnearios. Empezaron por Barranca de Los Lobos, en la zona sur, y después siguieron por acá. Compraron cuatrocientas hectáreas a las hermanas Anchorena, e iniciaron la movida con la Hostería del Viejo Contrabandista, pero no les fue muy bien, con el paso del tiempo perdieron todo. Recién en los años 80, o más bien en los 90 la zona empezó a crecer sostenidamente. Eso fue gracias a la doble vía de la ruta que se hizo cuando Daniel Scioli fue gobernador. Todos los balnearios costeros comenzaron a poblarse, desde Mar Chiquita hasta Santa Clara, pasando por Mar de Cobo, La Caleta y Camet Norte. Con el Procrear explotaron, y además crecieron los más pequeños que están cerca de Mar del Plata: Santa Elena, Playa Dorada, Frentemar y Atlántida. Debe ser una de las zonas de mayor crecimiento demográfico del país. Creo que ya duplicamos en habitantes a los tradicionales centros urbanos del Partido. Y ni hablar durante la temporada”.

“La familia Orensanz abrió un sitio gastronómico y cultural que fue muy visitado en los 80, La posta del Angel, pero luego se fundieron. Y actualmente El Balcón de los Santos continúa la tradición en la zona de ese tipo de emprendimientos. Es que en Santa Clara hay mucha avidez por lo cultural, está lleno de artesanos de todo tipo. Hay un teatro, está el centro cultural municipal Leonardo Favio, donde cientos de chicos estudian todo lo que se te ocurra. Yo mismo hago música y me junto con otros a tocar. Llegué a Santa Clara para poner una fábrica de juguetes didácticos artesanales de madera, porque te daban facilidades que en Mar del Plata no había, y me quedé. La cerré en el 2012, y dos años después la reabrí en forma de cooperativa hasta el 2017, cuando el macrismo arrasó con las pymes”.

“Ahora es mi lugar en el mundo. Por la tranquilidad, entre otras cosas, pero también porque hay un buen entramado comunitario. Santa Clara es un barrio grande, conocés a todo el mundo y hacés amigos. Muchos jubilados se están viniendo, y con ellos armamos una comisión, e insistimos para que la salita de salud atienda a todas las especialidades de PAMI, lo gestionó la Municipalidad. Hay un colectivo social que te sostiene, y bastante participación política. Fijate que en las últimas elecciones le hicimos la campaña a Juan Grabois y sacamos un once por ciento, el doble de su promedio nacional”, cuenta entusiasmado.

“Uno de los problemas que tenemos es que los chicos no nacen acá, las madres van a parir a Mar del Plata. Se estaba empezando a construir una maternidad municipal con fondos nacionales, pero la gestión actual paró todo, como ya sabemos. El gobierno provincial la está retomando como puede, convirtiéndola en un centro de atención médica más general. También es cierto que para unos cuantos Santa Clara es una ciudad dormitorio, porque muchos trabajan y estudian en Mar del Plata. Pero eso se está complicando, principalmente para los jóvenes, porque ir y venir en bondi cuesta entre seis y siete mil pesos diarios, y así no hay bolsillo que aguante, muchos están dejando la universidad. También, es notable como en los últimos meses se detuvo la construcción, antes de Milei veías dos o tres construcciones por cuadra”.

“Durante el verano viene bastante turismo, las playas se llenan, incluso con muchos marplatenses. Mirá si será así, que el Intendente anterior quería cobrarles una especie de peaje, pero los comerciantes se opusieron. No tenemos edificios grandes ni emprendimientos turísticos suntuosos, salvo uno que tiene un restaurante a todo trapo. Pero todo se mistura bien, sin que el ritmo del lugar sea enloquecedor todo marcha en su medida y armoniosamente, como diría el General. ¿Sabés que pienso? Que en Santa Clara hay una comunidad organizada, porque logramos combinar bien lo diverso. Tenemos un fuerte impacto de lo rural que proviene de Coronel Vidal y General Pirán, también hay mucha migración de comunidades originarias que trabajan principalmente en albañilería, y está la pesca artesanal que sale del muelle con gomones en cada madrugada. Y por supuesto, la producción de dulces, alfajores y de cerveza. Tenemos la Fiesta de la Cerveza Artesanal más importante de la región, en estos días, hasta el domingo 23 de febrero recibiremos a miles de personas. Pero lo bueno es que no dependemos de la temporada, acá hay vida todo el año, casi todos los negocios quedan abiertos y hay mucha pertenencia, porque yo no escucho que los santaclarenses se vayan a comprar a Mar del Plata”.

Queda el tema del origen del nombre. ªLos Orensanz bautizaron así el emprendimiento urbano porque una de las hermanas herederas de la tierra se llamaba Clara. Podría haberse llamado Santa Mercedes, que era el nombre de la otra. Seguramente fue para congraciarse o para que le haga alguna rebaja. En definitiva, ni tan santa ni tan clara, porque andá a saber de qué manera oscura fue que obtuvieron la tierra que le sacaron a los indios”.

Lo bueno es que transcurridas varias décadas, queda claro que toda Santa Clara del Mar se despierta para ver a quién la visita o a quién la elige para vivir, y brindarle hospitalidad.