"Es absurdo decir que Revolución Federal (RF) creó un clima de violencia", quiso despegarse Jonathan Morel frente al Tribunal Oral Federal 6 (TOF6) que juzga el intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner, cometido el 1 de septiembre de 2022. El joven fue uno de los referentes del grupo que protagonizó antes del atentado una seguidilla de acciones violentas y arengas en redes sociales con amenazas de muerte a exfuncionarios, entre ellos la exvicepresidenta, pero se desentiende de los efectos que esto pudo haber provocado. En el mismo relato se jactó de haber fabricado una guillotina --elemento que le encanta invocar a Javier Milei-- que llevó a una manifestación contra el gobierno de Alberto Fernández y que, dice, ayudó a su agrupación a ganar notoriedad. La había armado en la pequeña carpintería sin cartel a la calle que tenía en Boulogne, donde mágicamente había aparecido Rossana Caputo, una de las hermanas del ministro de Economía, Luis Caputo, que lo contrató para equipar un edificio entero en Neuquén, cerca de Vaca Muerta. Los pagos empezaron un día antes de que RF se presentara en sociedad y se cortaron con el ataque a CFK.

Morel declaró como testigo en el juicio, donde a pedido de la querella de CFK y la fiscalía se analiza el clima de violencia y odio que rodeó al atentado, y que tuvo como protagonistas a organizaciones y referentes de la derecha política. Aprovechó para decir: "No participé, no tuve conocimiento, no financié, no tengo nada que ver con el atentado a Cristina Kirchner". "No conozco a ninguno de los imputados. Jamás los vi o hablé", aseguró en relación a Fernando Sabag Montiel, quien intentó matar a la expresidenta, su entonces novia, Brenda Uliarte, y Gabriel Carrizo, dueño del emprendimiento de copos de azúcar. Uliarte y Sabag estuvieron en al menos una de las protestas de RF, la llamada marcha de antorchas.

Guillotina y política

En otra causa que tramita en primera instancia Morel, de 25 años, está procesado por incitación a la violencia colectiva junto con otros tres integrantes. Para el juez Marcelo Martínez de Giorgi y el fiscal Gerardo Pollicita, sí actuaron con violencia y odio y alimentaron un espiral que derivó en el intento de magnicidio. En esa causa se supone que se investiga el presunto financiamiento recibido de Caputo Hermanos, que le pagó unos 15 millones de pesos a Morel. Ninguno de los Caputo --a quienes representa el estudio del ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona-- fue citado a indagatoria en estos dos años y medio. Morel contó que Rossana es la única de todos sus clientes (más de cien, según él) con la que sigue en contacto. Usó esa referencia para acotar: "no la conocía, no me interesaba la política, soy una persona que se enfoca en lo laboral".

Sin embargo, acto seguido dijo que fundó RF después de reunirse con un grupo de libertarios en el que conoció a Leonardo Sosa. "Pegamos afiches con la cara de Milei, que para nosotros era guau", relató. "Me compré una bandera, un megáfono y salí con mi amigo", dijo. La primera vez, recordó, fue el día que renunció el exministro de Economía Martín Guzmán. Fue a la Quinta de Olivos donde se encontró con "personas mayores", en especial "mujeres", a las que bautizó "Las Mabeles", "que se entusiasmaron al ver jóvenes", lo que sumó incentivo para armar la organización. Comentó que estaba enojado porque le iba mal económicamente, "el dólar estaba a 350 pesos y habían muerto 130.000 personas por covid". Su explicación es que quería que lo escuchen. "Hizo falta salir con guillotina, antorchas, pancartas", justificó.

Ahí contó la historia de la guillotina de madera consciente del significado: "En Twitter decían 'no hay que marchar, esto se resuelve con guillotina'. Le dije a Leo ¿Y si hacemos una? La hice en media hora, costó 5 o 10 mil pesos", resaltó para mostrar que no necesitaba millones. "La gente estaba encantada. Se sacaban fotos con la guillotina y... te espantás", admitió. La llevaron a una movilización el 9 de julio de 2022, un banderazo que tenía una amplia convocatoria de la oposición al gobierno de Fernández. Querían llamar la atención. Fueron al obelisco, donde habría libertarios y referentes del PRO.

El relato de Morel tuvo la paradoja de negar la violencia y confirmar sus acciones violentas. Se cuidó, de todos modos, cuando le preguntaron por las convocatorias en Twitter Spaces, en los días previos al atentado, mientras crecían las movilizaciones de apoyo en Recoleta a CFK por el juicio "Vialidad". El solía llevar la voz cantante, eran conversaciones sobre cómo agredir a dirigentes o funcionarios del gobierno, o a la militancia. Hablaban de matarlos, fusilarlos, tirar agua hirviendo. En una de la charlas Morel dijo que cuando veía a la entonces vicepresidenta saludando a la gente al llegar a su casa pensaba que si a él no lo conocieran se hubiera "infiltrado ahí una semana, espero que baje (...) te canto ahí la marcha peronista y en cuanto puedo paso a la historia. Me linchan, pero paso a la historia". Fue una de las expresiones que motivaron la causa donde terminó procesado. Según declaró, sólo se refería a que quería decirle a Cristina "en la cara que es una corrupta y nos arruinó la vida a toda una generación". El método de hacerse pasar por militante fue utilizado por Sabag Montiel.

Morel se refirió despectivamente a los acusados, dando a entender que no los veía capaces de organizar un ataque y que todo le parecía "raro". Como el hecho de que Uliarte estuviera en la marcha de antorchas, en Crónica TV, en un romance con el libertario Eduardo Prestofelippo (El Presto). "Esto lo hicieron por un fin político, no lo hicieron por ellos", afirmó, aunque después dijo que eran conjeturas.

De pronto hizo gala de su capacidad de oratoria. "Como soy tan buen vendedor, le terminé vendiendo 144 mesitas de luz", se refirió a Rossana Caputo, quien le habría ofrecido equipar 60 departamentos en Añelo, Neuquén, en el mismo encuentro que le reclamó por dos muebles que se le habían roto. Aquel proyecto justifica los millones para el carpintero, quien asegura que hizo el trabajo y que hasta le consiguió los sommier y las lamparitas de los veladores. "A Rossana no tengo más que pedirle disculpas", sorprendió. Su planteo es que por manifestarse perjudicó a su familia y sus clientes. Para enfatizar que no tenía relación con los Caputo dijo que si hubiera sabido de entrada quién era ella tal vez se hubiera dedicado más a trabajar que a protestar.

Morel no terminó el secundario, contó, aunque a veces omite ese detalle en su currículum. Se quejó de que la causa en su contra y el atentado afectaron su vida laboral. Cuando cerró la carpintería, trabajó de mozo en Chivilcoy, pero dijo que iba gente a agredirlo. Tuvo una verdulería y a su último trabajo llegó una carpeta con su historial y lo echaron. Se le escapó que la primera vez en su vida que se pudo comprar un celular y zapatillas fue en 2015. El abogado José Manuel Ubeira le hizo notar que debió ser fruto del gobierno de CFK. Entonces mezcló 2016, cuando ya gobernaba Mauricio Macri. "A Macri lo voy a militar hasta el último día", se enfervorizó.

Sosa, Guerra y la vecina

Gastón Guerra fue otro testigo de RF. Dijo que conoció a la agrupación en su primera marcha con antorchas, en el Cabildo, el 25 de mayo de 2022. Estaba enojado con el gobierno y se entusiasmó con militar. Se sumó al grupo de WhatsApp y cuando podía iba a las protestas. Coincidió con Morel y Sosa en el acto en Gerli en junio de ese año en el que Milei lanzaba su candidatura a presidente. Guerra vive de hacer arreglos y así justifica su presencia constante los días previos al atentado en el edificio donde vivía CFK: iba al piso de arriba, a la casa de Ximena de Tezanos Pinto, la famosa vecina antikirchnerista. Dijo que la conoció porque ella se había interesado por ir a verlo a Comodoro Py cuando lo imputaron por golpear el auto de Sergio Massa. Su abogada le alquilaba una habitación a De Tezanos Pinto, que aún no fue citada.

Sosa, que como Morel era un referente de RF y está procesado, declaró que coincidió con Guerra en la casa de la vecina en los días de movilizaciones. Se sacaron una foto en el balcón, "por cholulo y para provocar". La había conocido de manera similar: a Sosa lo detuvieron cuando se metió en aquellas manifestaciones y Tezanos Pinto apareció para su rescate. Aparecía como nexo Luján Romero, una activista cercana a Patricia Bullrich. Sosa se despegó de Morel en el manejo de las charlas en Twitter y admitió discusiones por la guillotina y la frase que llevaba: "Todos presos, muertos o exiliados", con el sol del Frente de Todos en la "o". Le habían preguntado por qué creía que el país estaría mejor con los kirchneristas "presos muertos o exiliados" y gambeteó la respuesta. Dijo que maneja un Uber, se declaró simpatizante libertario, dijo que además de haber ido al Congreso al empezar el debate de la Ley Ómnibus (donde fue repudiado) había ido a la asunción de Milei. RF, coincidió con Morel, dejó de actuar post atentado porque muchos de los que participaban se asustaron, ya que la organización quedó bajo investigación.