En un verdadero choque de colosos, el Real Madrid y el Manchester City entregaron el mejor capítulo de esta nueva instancia que la UEFA acaba de inaugurar en la Champions: un repechaje mano a mano para clasificar a los Octavos, primera manga de los playoffs hacia la final. Los dos últimos grandes campeones de Europa hicieron una campaña discreta en la fase de grupos, por lo que debieron dirimir entre ellos un solo boleto al tramo más atractivo del torneo de clubes por excelencia.
Quedó, finalmente, en manos del Real. Que ayer miércoles, en Madrid, hizo estremecer al City como pocas veces en su moderna historia. Guardiola, tantas veces victorioso en ese templo, mordió la grama del Bernabéu, sin atenuantes, frente a una actuación colectiva demoledora. Y la firma estelar de Kylian Mbappé, quien labró la faena en hilos dorados con una elegante vaselina, un mano a mano trepidante y un zurdazo a media distancia. Resoluciones creativas y efectivas a acciones ajenas (la asistencia de Asencio en una contra, el toque de Rodrigo y la habilitación de Valverde tras maniobras grupales). Tres golazos para llevarse la pelota por primera vez desde que está en el Real Madrid, donde mostró –acaso como nunca desde su llegaba– la versión que se espera de él.
A un año y meses de Estados Unidos 2026, Mbappé martilla en una noche memorable su nombre hacia la transición post Messi-CR7, a quienes el próximo mundial encontrará jugando en ligas menores y dando sus funciones finales. El parisino acaba de cumplir 26 en diciembre, tiene por lo menos media década más de alto rendimiento y ya sabe cuánto pesa la del mundo. Pero eso no basta para entrar en el Olimpo. Por eso, a mediados del año pasado y después de insistir por lo mismo en mercados de pases anteriores, logró que el PSG lo vendiera al Real Madrid.
Kylian Mbappé fue compañero de Lionel Messi (también de Neymar, aunque con él no conectó tanto) pero siempre anheló el camino de Cristiano Ronaldo: son conocidas sus fotos de pibito en una habitación, rodeado de pósters de CR7 en el Bernabéu. No hay dudas que futbolística y hasta físicamente remite más a Ronaldo que a Messi (quien, en otro sentido, le ganó la disputa por un Balón de Oro y dos premios The Best de la FIFA). Sin dudas, es difícil imaginar mejor sitio para contener y detonar todo su potencial que el Madrid: un club factoría planetario. Justo lo que necesita alguien que buscar ser "el mejor". Un futbolista que marca una época. La que se nos avecina cada vez más urgentemente.
Su llegada a La Casa Blanca, sin embargo, no fue la que soñaría alguien con las ambiciones de Mbappé: el Real acababa de ganarlo todo, la Liga Española, la Champions, el Mundial de Clubes… ¿cómo seguir después de eso? Para colmo, lo esperaba en el vestuario otro de los principales aspirantes a liderar la era post Messi-CR7: Vinícius Junior. El brasileño tiene dos años menos que Kylian y mucha más manija que él por ser "el mejor", algo que en el fondo no ungen los premios sino el reconocimiento universal, un reservorio indiscutible. Para suerte de ellos y de este brete, tienen por encima a un DT experimentado en tales lides, de alto mando pero bajo perfil: Carlo Ancelotti. El mismo que hizo lucir a Zinedine Zidane, Kaká, Ronaldo, Ronaldinho y al propio Cristiano en su prime histórico.
La noche del miércoles, con sus tres golazos, reubican a Kylian Mbappé en lo alto de la marquesina después de meses adversos: el Real trastabillaba en la Liga, deambulaba por la Champions y Kiki no arrancaba. Sin embargo, el Bernabéu le concedió un acto revelador: pudo mostrar por primera vez aquello que había evidenciado en otros equipos, pero no aún en el Madrid. Una acción consagratoria, en una instancia decisiva y ante un oponente de respeto y nivel. "Lo importante son los títulos. He marcado muchos goles en mi carrera, pero a veces para nada", reflexionó minutos después del partido. ¿Lo diría por los otros tres que hizo en la final de Qatar 2022? La historia, en última instancia, nos dirá cómo deberemos recordar a cada uno de ellos.