Ante el horror de que el presidente engañe a propios y ajenos difundiendo una estafa hipermillonaria vergonzosamente ostensible, con el agravante de que “un canal amigo” mostró cómo el asesor estrella de Milei interrumpía la grabación de un reportaje para soplarle al oído qué tenía que decir, hay que detenerse y repensar estrategias frente a esta estafa que va más allá de los negocios turbios a los que nos someten este patriarcado protector de emprendedores corruptos, mientras ataca emprendimientos honestos, jóvenes artistas, mujeres, vejeces y minorías sexuales y sociales.

Al ver nuestra realidad política tan vergonzosa y cruelmente desgarrada se abren dos senderos que se bifurcan y habría que recorrer en paralelo: resistir públicamente la descarada ofensa y la nulidad ética, protestar ante el abuso de influencias vendepatria y potenciarnos en la vida privada para recuperar fuerza y seguir luchando contra el enemigo de la democracia. Ese que debajo de la banda con los colores nacionales -que deshonra- y se autoprotege con lencería antibala, pero está desnudo, como el conductor televisivo Jonatan Viale aceptando órdenes del círculo rojo del poder político sin preservativos, así, frente a las cámaras (borradas para su emisión, pero está en YouTube).

¡Cuánto más fatídico sería atravesar tiempos difíciles si, en movilizaciones y en nuestra intimidad, no hubiese afectos que nos contuviesen ante las estocadas de la vileza gubernamental! Cuánto más siniestro serían estos días en los que, en nombre de una supuesta libertad, nos cruzan a latigazos de odio, si no disfrutáramos las alegrías de la amistad. Esa relación misteriosa, tan difícil de definir como de conseguir y, a veces, de conservar. Encuentra oro quien encuentra amistad, se replica desde el fondo de los tiempos.

Esta interrelación igualitaria tiene identidad propia, no es familia, no es relación sexoafectiva, ni laboral, ni fraternal y, puesto que exige paridad, queda para una discusión algo espinosa si se puede tener amistad con una mascota o con animales en general.

Para determinar el vínculo llamado amistad existen criterios de demarcación. Se trata de un juego de poder y afecto entre subjetividades. Difiere de los vínculos sexuales, comerciales o empáticos con gente desconocida, con animales u objetos. No requiere firmas de documentos, ni intercambio de flujos. No hay lazos de sangre, ni obligaciones civiles, ni promesas o fantasías de exclusividad. La amistad se mantiene cuando el mayor peso es el placer de la mutua comprensión, termina o se contamina cuando suscita malestar.

Tal es el antagonismo y la libertad que subyace en esa interrelación llamada amistad, que puede coexistir con otros tipos de vínculos y es más estrecha cuando se comparten ideologías, gustos, prácticas o creaciones.

Al mantener una relación de amistad se habita la alegría de la pertenencia, de ser en el mundo con otra persona. Ejemplo de ello son dos autoras, amigas, con vidas privadas diferenciadas, pero que comparten profesión y amistad -son dos filósofas argentinas- y llevaron su relación a la acción: escribieron juntas un libro titulado “Filosofía de la amistad” (Laura F. Belli y Danila Suárez Tomé, Taurus). Estas autoras consideran que este tipo de relación afectiva está basada en la cooperación, la confianza y la reciprocidad. Su naturaleza es electiva, voluntaria e igualitaria. Se caracteriza por el cuidado mutuo, por un grado relevante de intimidad, así como de actividades e intereses compartidos.

Cabe agregar que la diferencia de edad, de cultura o de identidad sexual no constituyen obstáculos. Cuando se asume que la amistad supone entrega, darse sin condiciones y sin buscar rédito económico el encuentro amistoso es una fiesta en sí mismo.

Pero no todo es alegría en este extraño, amoroso y estimulante vínculo. Además del triste pero demasiado humano desgaste al que está expuesta cualquier relación, lo más desconcertante es el ghosting: desaparecer, cortar la relación sin dar ni pedir explicaciones y de manera abrupta.

No solo en el terreno de la amistad ocurren estos intempestivos cortes, también en las parejas y hasta en vínculos familiares o comerciales. Es evidente que la pluralidad, velocidad y (frecuentemente) superficialidad de los medios digitales, facilitan ese sacudirse los compromisos afectivos como un perro mojado se sacude gotitas que se disuelven en el aire.

Hay quienes dicen que la ruptura de una amistad es tan dolorosa como el final de un vínculo de pareja. Agrego que duele más aún si es de forma fantasmal. Esfumarse sin despedirse o despedirse sin manifestar los motivos. El enemigo no traiciona, sabemos que quiere nuestro mal. Solo en la amistad se puede traicionar, ¡qué desazón! nuestro imaginario social no ofrece contención para el duelo por la amistad perdida.

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Zoon politikon, animal político, es la definición aristotélica de humano. Es quien se preocupa por la comunidad y por cada persona. Nos subjetivamos en democracia mediante el cuidado de lo público, la inquietud de sí, de la ética, de la amistad. Sócrates y Platón se habían preguntado sobre vínculos presuntamente inescindibles: la amistad, la filosofía, la ética, la política. Pero en nuestra época se dividieron de manera taxativa. La ética ni se tiene en cuenta, el presidente (negador serial) dice, desde un cargo político, que no es político mientras, en lugar de promover la amistad y la solidaridad, inculca el individualismo y el abandono del bien común.

No obstante, aquellos sabios paganos no pudieron tomar distancia de los prejuicios machistas: el único sujeto de la amistad y la política era el varón. Recién en los albores dieciochescos aparecen reflexiones y expresiones artísticas de la amistad entre mujeres, y más tarde, la amistad entre hombre y mujer que, hasta el siglo XX, siguió teniendo mala prensa. Las demás identidades sexuales ni se tenían en cuenta, a no ser para discriminarlas. El lema del proyecto moderno fue “orden y progreso”, el de los libertarios póstumos es una regresión al despilfarro financiero en beneficio de los fugadores, a la discriminación y la involución. El verdadero éxito de la amistad es evitar la dependencia. Coincide con la esencia de la democracia, esa que se está perdiendo y que -acudiendo a medios legales pero inflexibles- se impone recuperar.