Se venía la esperada intervención de Milei en Davos ante los capitalistas planetarios. Los editorialistas “independientes” lo presentaban como la sensación del momento, quien había logrado impresionar a los súper magnates. Su magnetismo es tan potente y los resultados de su gestión económica thatcheriana - trumpista, tan exitosa, que esos pragmáticos señores se ablandarían ante el “Gran Hombre”. Todo muy fascinante.
Bien. El presidente argentino no pudo sustraerse a tantos elogios y se los creyó, más bien se intoxicó. Su discurso lo dedicó a la batalla cultural, descalificando y agrediendo a las diversidades sexuales, arremetió violentamente contra la agenda woke y planteó eliminar la figura del femicidio. Su declamación fue precedida por la defensa de su amigo pro nazi Elon Musk y su amenaza a “los zurdos hijos de puta”.
Allí metió su primer gol en contra. Decenas de miles de personas de todas las ciudades y pueblos del país se movilizaron para condenar sus palabras. Ya en esas manifestaciones la composición fue trasversal, con una fuerte presencia de jóvenes. En el entretiempo, su vocería y los troleros financiados por el Estado, asociados a los medios hegemónicos; se dedicaron a atacar al gobernador de la provincia de Buenos Aires con un discurso artificioso sobre la inseguridad en su territorio, incluyendo el amarillismo del “baño de sangre”, además de propagandizar la “justicia” para proscribir a Cristina. Sus pruritos y la cháchara de la “justicia independiente” la vuelven a ocultar en el viejo arcón de los recuerdos. Pero vendría un nuevo episodio que oscureció el discurso de la marcha triunfal. A partir de su negacionismo del cambio climático, el presidente vació el presupuesto del rubro “servicio nacional del manejo del fuego” en un 80%, por lo que su gobierno abandonó al pueblo patagónico y al correntino que están viviendo la tragedia de la quema de decenas de miles de pastizales, bosques, y fuentes de agua, y causó la muerte de dos personas. Su enceguecedor fanatismo ideológico sobre la exclusión del estado, lo condujo hacia una zona de delirio: el culpable de la catástrofe climática no era otro que el marxismo cultural.
En este caso, quien se transformó en protagonista fue la joven generación de cantantes, quienes enfrentaron públicamente al presidente reivindicando el valor de la solidaridad y rechazando el concepto inhumano del individualismo. La popular quilmeña María Becerra fue clarísima, “demostremos que somos un pueblo solidario, que somos fuertes”. Desde Confluencia sostuvo su discurso valiente y humanista: “sabemos que la Patagonia sufre, no hay que quedarnos con los brazos cruzados, no solo con palabras, hay que hacer, compartir y visibilizar la situación”. La joven artista expresa una reacción de rebeldía frente a la insensibilidad social. Con palabras sencillas y desde el corazón convocó a defender los lazos sociales y la militancia. Se trata de ideas muy valiosas, ya que muestra una juventud contraria a la pasividad y al “yo no me meto” propio del ensimismamiento insensible y egoísta. Estas palabras expresadas ante una multitud de jóvenes son la muestra de una reacción crítica y de rechazo a los liderazgos mesiánicos y violentos. El ataque mileísta a la joven generación de músicos continuó con la censura al cantante de 18 años Milo J, quien convocó en la ex Esma a miles de seguidores. Si bien el Ministro de “Justicia” y el presidente impusieron la clausura del recital y un fenomenal despliegue policial, la conducta del joven cantante fue clara y firme ante la prohibición y la amenaza represiva.
Todo este devenir proveniente de la cultura, va fisurando la leyenda de los consultores y editorialistas “serios y expertos” de que las nuevas generaciones son atraídas por el mileísmo y su relato anti casta, anti política y pro capitalista. La reacción del Presidente fue la de siempre: retuitear y reput*ar a Lali, intentado desgastarla y calumniarla con sus mentiras y sus pseudo humoradas. Ya lo había hecho con Wos, Divididos y La Renga. El Presidente obnubilado, no puede ver la emergencia de una nueva generación, que recoge el legado de antecesores músicos desde su propia impronta creativa, y con sus modos de rebeldía social y cultural. Se manifiesta nuevamente un rasgo típico del fascismo con el envase de estos “tiempos modernos”: atacar a la cultura. Ahora fue a músicos, anteriormente al cine nacional, y a la joven generación de científicos, como la censura a la presentación de un libro del escritor Rocco Carbone. El Presidente ya había protagonizado el año pasado la descalificación a la cultura en la Feria del Libro, bajo la inspiración del “ministro de ilustración pública y propaganda del tercer Reich”, J. Goebbels: “nunca encontrarás a millones de personas que den la vida por un libro, hay que apelar a las emociones y al instinto”.
Si bien la historia no es un calco de otras épocas, existen componentes ideológicos y políticos inspiradores de nuevos relatos con sus consecuentes acciones. Asoma desde el huevo de la serpiente la irresistible tentación de la barbarie, propia de estos regímenes antidemocráticos particularmente contra la cultura, sus ideas y valores y las creaciones de sus trabajadores, siempre queridos por el pueblo. El simplismo de los invadidos por el desaliento y la desesperanza de que “todo le funciona”, “a él no le importa nada” y la “juventud lo apoya”, se va rajando.
Cuando finalizaba la semana negra, el Presidente desde su sensación de soberbia e impunidad, embaucó a los casi 4 millones de sus seguidores proponiéndoles un “proyecto privado para incentivar la economía”. Se desconoce la cantidad exacta de víctimas aunque sí que alguien ganó cerca de 100 millones de dólares en un rato gracias al presidente de la nación. Este oprobioso episodio, se genera no solo por la irresponsabilidad de Milei, sino por su ideología extrema de libertad de mercado, en el que se puede hacer cualquier cosa “libremente” sin ninguna regulación del Estado. Como si en el mercado capitalista no existieran monopolios que controlan ramas enteras de la economía imponiendo precios y todo tipo de pautas desde su condición dominante. O estafadores que se presentan como modernos emprendedores privados. Como si no se supiera que en el mercado, como en el océano, hay tiburones que siempre se comerán a las sardinas. El presidente es culpable del fraude al pueblo argentino.
* Secretario General del Partido Solidario. Presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos