Un pez remo, conocido como el "pez del fin del mundo", sorprendió a turistas en Playa El Quemado, México al aparecer en aguas poco profundas. Su presencia despertó asombro, no solo por su extraña fisonomía, sino también por su asociación con antiguos mitos sobre desastres naturales.
Estos peces suelen vivir a profundidades de entre 200 y 1000 metros, por lo que verlos cerca de la orilla es poco común. Con su cuerpo alargado y plateado, adornado con aletas rojizas, el pez remo parece sacado de un relato fantástico. En un video grabado por turistas, se observa cómo nada cerca de la playa antes de quedar varado en la arena.
Uno de los testigos intentó regresarlo al mar, pero el pez volvió repetidamente a la orilla, lo que hizo pensar que podía estar enfermo o desorientado. "Nunca había visto uno en persona, es impresionante", comentó Robert Hayes, quien captó las imágenes del inusual avistamiento y las subió a sus redes sociales.
El mito del "pez del fin del mundo"
Desde hace siglos, este pez está rodeado de supersticiones. En la cultura japonesa, se le atribuye la capacidad de anunciar terremotos y tsunamis, creencia reforzada por su avistamiento en Japón antes del sismo de Fukushima en 2011. Sin embargo, un estudio de 2019 desmintió cualquier relación científica entre estos animales y los desastres naturales.
Expertos del Florida Museum explican que los cambios en las corrientes marinas, variaciones de temperatura o enfermedades pueden llevar a estos peces a aguas menos profundas. Su particular forma de nadar, moviéndose de manera vertical y aprovechando la luz para camuflarse, es una de sus características más intrigantes.
Un misterio de la naturaleza
Los avistamientos de peces remo son extremadamente raros. Desde 1901, solo se documentaron 20 ejemplares en la costa de California, según el Instituto Oceanográfico Scripps. Que uno haya aparecido en Baja California Sur, México, es una oportunidad para los científicos, quienes buscan entender por qué emergen a la superficie.
Aunque su aspecto pueda resultar inquietante, los especialistas coinciden en que su presencia no es una señal de desastre, sino un recordatorio de lo mucho que aún queda por descubrir en el océano.