Yamila tenía 21 años y era una piba de barrio. El 25 de octubre de 2009, salió de la casa de su abuela en el barrio Coronel Olmedo, de la ciudad de Córdoba, y nunca más apareció. Antes de salir, había tenido una discusión telefónica con Néstor Antonio Simone, su ex pareja. Desde ese día, no se supo más nada de ella, nunca regresó.

Había dicho que iría a almorzar con unas amigas pero no la volvieron a ver. Yamila cuidaba a su abuela, era responsable e independiente. La acompañaba a los controles médicos y tenía una buena relación con toda la familia. Por eso, no hay posibilidad de que decidiera alejarse voluntariamente. Su familia la buscó desde el primer día. Cuando fueron a la comisaría, la policía se negó a tomar la denuncia, dijeron que había que esperar. Recién tres días después la aceptaron pero durante todo ese tiempo, que es clave en una desaparición, a Yamila la dejaron sola.

¿Por qué desaparecen tantas mujeres? ¿Por qué el Estado no las busca? Porque la impunidad protege a los responsables de estas desapariciones. Los acusados son su ex novio Nestor Simone y su hermano, Horacio Ramón Palacios. Los dos serán juzgados por homicidio agravado. Palacios enfrenta además cargos por trata de personas con fines de explotación sexual. Cabe aclarar que en 2010, Simone, fue sobreseído por el juez federal Alejandro Sánchez Freytes, y el fiscal de ese momento, Gustavo Vidal Lascano, que había pedido la imputación, no apeló la medida. Lo libró de toda culpa e impidió que se lo investigue por trata de personas, desconociendo pruebas y testimonios aportados por la familia de Yamila, que seguía desaparecida.

Durante todos estos años, su hermana Soledad Cuello, encabezó una lucha cotidiana e incasable contra la impunidad y la trata de personas. No solo denunció la responsabilidad de los acusados, sino también la complicidad del Estado. Soledad construyó redes de solidaridad con otros familiares de desaparecidos en democracia, tanto a nivel local como nacional. Su compromiso por encontrar justicia por su hermana y visibilizar casos de trata no se ha detenido.

El comienzo del juicio abre una esperanza para la familia Cuello de que por fin se haga justicia. 

Las distintas violencias

La investigación da cuenta de que Yamila era víctima de violencia sexual, física y psicológica ejercida por Simone -19 años mayor que ella-, en un contexto de explotación sexual. Los malos tratos, las amenazas y los controles que ejercía sobre ella estaban ligados a la dinámica de sometimiento con fines de explotación. Simone tenía antecedentes por estafas y juego clandestino y, junto a su hermano, la obligaba a participar de negocios ilícitos, reforzando así su dominio sobre Yamila, que tenía 17 años cuando comenzó la relación con su agresor.

Desde el primer momento, la familia de Yamila le solicitó a la justicia que investigue a Simone, que fue imputado por el delito de trata de personas, sin embargo, aquella sentencia apresurada dictada en 2010 por el juez federal Sánchez Freytes, lo benefició. Simone era el único imputado en ese momento y obtuvo un sobreseimiento que quedó firme. Eso limitó la investigación del delito de trata de personas en contra del principal sospechoso.

Ayer jueves 20 de febrero, después de muchos años de espera, comenzó el juicio contra Simone y Palacios, ambos imputados por homicidio agravado. Palacios, además, está acusado de trata de personas con fines de explotación sexual. El fiscal a cargo es Carlos Gonella.

“Fue muy intenso todo” -dijo su hermana Soledad Cuello al finalizar la audiencia en la puerta del Tribunal-. “Venimos muy movilizades, tenemos a mi mamá y a mi abuela enfermas pero vamos a estar.” Agradecida por el acompañamiento, Soledad espera que el Tribunal condene. “No hay cómo reparar nada pero creo que nos va a dar un poco de paz. Y que el tribunal pueda escuchar sin dejar de pasar tantos años”.

La familia de Yamila sigue sin saber qué pasó con ella. “La responsabilidad de que Yamila no aparezca es de la justicia, de los gobiernos y del Estado”, señala su hermana Soledad, y afirma que nunca la buscaron. “Siempre digo que este gobierno ha sido el más duro, nos quitaron las políticas de género y de la lucha contra la trata. Poder fortalecernos ha sido costoso. Estamos en la calle porque no tenemos otra salida para visibilizar que hay desaparecidos y que queremos justicia por Yamila. Si mi hermana desapareció fue porque el Estado no la rescató. Solo espero que haya una condena ejemplificadora porque Yamila no se fue, se la llevaron”.

Soledad sostuvo que si llegaron a un juicio fue porque estuvieron 16 años en la calle. “Admiro la fortaleza de mi hermana Karen y de mi hija que se bancaron estar acá frente a los acusados sin que a ellos se les mueva un pelo, de hecho se abstuvieron de declarar”, concluyó.

Ludmila, sobrina de Yamila tenía solo tres años cuando desapareció: “La vida puede ser un poco frágil y tenemos que disfrutar y aprovechar el tiempo con las personas que queremos. El vacío es constante y no se llena con nada. Participé bastante, entregué volantes con su cara en la calle, acompañé a mi mamá a los Encuentros de Mujeres para expandir su desaparición en otras provincias. Encabecé una marcha un 25 de octubre con el megáfono y me gustó poder cantar y gritar sobre ella, trataba de hacerlo lo más fuerte que podía. Eso hizo mantenerla viva en mi y que permanezca siempre en mi corazón.”