La cantautora y actriz argentina Belén Pasqualini y el músico portugués Gonçalo Narcis presentarán en estos días en plataformas digitales “Mina de Aljustrel”, su primer álbum en colaboración y un diálogo, océano de por medio, de géneros musicales.
La distancia formó parte de ese encastre y es tal vez una de sus preferencias. Un continente para ella, otro para él y en el medio, cruzando aguas, la guitarra de Gonçalo y la voz de Belén dispuestas a borrar la distancia real -la física- para diseñar una comparecencia poética que armoniza fado, tradiciones y pop alternativo. Belén le contó a Las12: “la experiencia a distancia con mi cómplice portugués fue más fácil de lo que imaginábamos (…) nuestro deseo era crear un álbum donde se fusionaran los géneros argentinos y portugueses, un nuevo lugar habitado por ambas culturas, un crisol entre lo indie, lo folclórico y lo pop (…) Compartimos audios de voz de whatsapp con bocetos de melodías, elegimos algunas y comencé a ponerles letra. Gonçalo grabó las guitarras base, yo grabé una voz de referencia y luego empezamos a engordar esas maquetas con más guitarras, más bajos, con sintetizadores y hasta con sonidos originales extraídos de la mina. Después nos pusimos ambiciosos y quisimos honrar el cante alentejano y por eso se unió el grupo Cantadores do Alentejo, quienes grabaron coros en portugués en algunas de las canciones. Como yapa al final del último tema aparecen las voces de algunos amigos portugueses”.
El deseo de homenajear a las culturas acunadas y los viajes de Belén a Aljustrel desde hace ya algunos años motivaron la travesía quieta no tan quieta que une y eterniza la simultaneidad alterada. Cuenta Belén: “Hay lugares en el planeta a los que sentís que pertenecés. Aljustrel es uno de esos lugares para mí. Es un pueblo de la zona de Bajo Alentejo, en la parte sur de Portugal y tiene la particularidad de estar asentado sobre una mina antiquísima. La primera vez que fui fue en el marco del Festival Internacional de Teatro de Alentejo (FITA) donde presenté el unipersonal: ‘Christiane: un bio musical científico’ con el que le rindo homenaje a mi abuela científica (Christiane Dosne de Pasqualini 1920-2022). Volví al año siguiente con: ‘La luna es la luna en Buenos Aires y en Lisboa’, una obra en español y en portugués que codirigimos con Antonio Reves. Me enamoré de Aljustrel. La tierra me encandiló: su silencio, el cante alentejano, el profundo sentido de reunión donde conversan todas las edades. Volví al año siguiente con un nuevo espectáculo: ‘Na hora da Bucha’, en la que actúan mineros retirados y ahí conocí a Gonçalo Narciso. Un tiempo después aplicamos a Ibermúsicas para crear un álbum a la distancia de forma virtual.
La canción que da título al álbum ‘Mina de Aljustrel’, tiene un doble sentido: la mina que hay en dicho lugar y la mujer que soy yo, que se siente que pertenece a esta tierra”. Ocho canciones (todas de Belén y de Gonçalo salvo “Eco que se fue”, compartida con Franco Saglietto) tararean los espacios cerrados y también los de cielo abierto donde los péndulos titubean, la tierra es un amuleto y se desoye a quién hay que oír: “No escuchó al pájaro gritándole: Ya no avances, no sigas por ahí”. Un escenario transatlántico que absorbe los ritos que sobrevuelan con fugacidad indeleble y marca el temblor que celebra la música.