“El arte hoy es no dejarse morir”; “las travestis escriben profecía, no poesía”; “soy bella, soy una travestí”. Son algunas de las líneas que resonaron una noche de este febrero cuando travas, trans, no binaries tomaron la palabra en un bar de Pichincha, antes de que se desatara una lluvia infernal.
La primera que toma el micrófono, Evan -artista local del ballroom y escritora- grita fuerte: “Mírenme, dejen de fingir demencia y mírennos”. Ella inaugura, junto a otres compañeres, el Segundo Ciclo de Poesía Trans “Preciado Sudaco, y otros Mensajes Urgentes” en Pichangú bar, Rodriguez y Salta en el marco de los festejos por el Día de los Enamorados y organizado por el bloque antirracista en Rosario.
La iluminan unas luces que están enredadas con corazones rosas y blancos hechos con papel crepe, mientras traen pizzas (muchas vegetarianas), cervezas y fernet en un bar que es una cooperativa travesti trans, resistiendo a estos tiempos de crisis. Crisis económica, y simbólica con el incremento y la legitimación de discursos trans odiantes de parte del Gobierno Nacional. Este espacio es un ejemplo de autogestión, autogestión queer.
El salón y las mesas de afuera están en su mayor capacidad. Muchas personas se desparraman por el piso para estar cerca del escenario. En cada mesa se sonríe, porque a la realidad se le sonríe comentan por todos lados. Se escucha: “El chabón de enfrente me metió los cuernos el día que ganó Milei”. ¡No amiga, NO!
En la presentación se hace eco de los reclamos más urgentes del colectivo: el incremento de la violencia discursiva pero también material, la desaparición de Tehuel hace más de cuatro años, la falta de oportunidades laborales y el acceso a la salud, a la educación, entre otras históricas.
“El amor es un acto de resistencia”, confirma la presentadora Evan quien también comenta en cómo estos eventos son necesarios: “La palabra es la reafirmación de que estamos y qué existimos”.
La primera artista en leer es Valentina, quien es psicóloga pero hace cuatro meses se encuentra sin trabajo relacionado a su profesión. Valentina es una de las pocas de su colectivo que ha podido acceder a una educación superior, y aún así se ve marginalizada: “No importa mi CV, cuando me ven la cara me dicen ‘negra acá no’”. Sus escritos son el resultado de la experiencia reciente, de los viajes en tren, y de la necesidad de expresarse:
“Yo pensé que era que diferente pero me lastimó”
“El dolor es lo único que conozco de amor”
“Cuando están con una travestí todos se desintegran”
Luego sigue Morena García, consagrada poeta local, quien recuerda que estamos en guerra, para quienes quieran escuchar. Vuelve a la última marcha y le cuenta a la audiencia cómo tuvo que pedirles que por favor marchen por las calles porque ir por la vereda es deseo de Patricia Bullrich. En medio de los aplausos que después se convierten en risa afirma: “Los más jóvenes piensan que los derechos se cayeron de las palmeras de Oroño”.
Entonces comparte su poema la Mariquita del Octavo que arranca así:
“(...) me odia.
Esa que cuando me cruza en la calle,
cuenta las baldosas como un ejercicio de olvida,
De jauría abortada,
De vergüenza de ser lo mismo,
Sin la remota posibilidad de serlo,
La Mariquita del Octavo se tuerce como yo en la cama,
A escondidas.
Hace una pausa para preguntarle a la audiencia quiénes escriben. En diferentes niveles, quienes están sentados en el piso, en las sillas o parados levantan la mano. La mitad del salón aproximadamente. Entonces ella les responde: “Sí, escriban, que importe”. Antes había gritado: “El arte es no dejarse morir”.
Cuando baja Morena, le sigue Gi Trolx quien comparte alguna partes del Manifiesto Antirracista de Jonah Mijail, intelectual y artista dominicano. En este destaca la importancia de tener imágenes que representen. En su propio poema, Gi lee: “El amor es indispensable, tenemos que cuidar todo lo que nos hacen olvidar”.
Máxima, con su “Manual para la Travestí Enamorada” ubica una escena de película mal iluminada para concluir con “guardate el misterio, nunca el deseo”. Entre poema, habla de cómo urge recordar que “estamos, fuimos y somos desaparecidas”. Concluye: “Si te rompes, escribí, no hay trava que no haya sabido reconstruirse”. Quizás por eso no se queman más a las travas, por el miedo a la resurrección entre las cenizas. Morena García antes mencionaba :” la palabra travesti se convirtió, otra vez, en subversiva”. Aleex relata cómo se sentía encerrade en la caja que la sociedad le había puesto incluso después de un año. Sus textos se enfocan en la experiencia migrante y interseccional.
Para finalizar la noche, Evan por otro lado pide una guitarra criolla para que ayude al clímax. Lee un texto de su libro electrónico: fragmentade, donde concluye que la triste es ella en un poema que escribió poco antes que comenzaran sus compañeres.
Se termina una noche de poesía, pero les travas, trans, no binaries y quien sea que se escape del binomio heterosexual siguen existiendo, porque sus cuerpas y sus poemas serán eternos, incluso después de la lluvia de esa noche. No importa cuántas lluvias, cuántas tormentas, cuántos Milei: hay palabra, hay aplausos.