En principio, “Hombres puros” (Anagrama), la última novela de Mohamed Mbouga Sarr, parece una ficción destinada a denunciar atrocidades de otro lugar, de otro tiempo. Sin embargo, las crueldades que narra, tan espeluznantes que desafían a la más sombría imaginación, tienen base en una noticia real y forman parte de la cotidianeidad que afecta actualmente la vida de los homosexuales en Dakar. Y, además, tiene ecos de una homofobia y un homoodio crecientes que amenaza extenderse a gran parte de un planeta dominado por gobiernos de ultraderecha, entre los que vale incluir a la Argentina de Milei.

El punto de partida es un video que circula y se viraliza en las redes. Son las imágenes de una horda de fanáticos enardecidos que, por la noche, desentierra un cadáver de un cementerio y lo deja a la intemperie a merced de los buitres y de los perros callejeros. ¿Por qué se exhuma un cadáver? ¿Quién, como Polínices, no merece siquiera el mínimo y humano derecho de ser sepultado? ¿Qué vidas son tan precarias que ni siquiera son dignas de ser lloradas o de duelo al decir de Judith Butler? ¿Qué seres son tan abyectos e inmundos que ni siquiera pueden permitirse el lujo de descansar en paz? ¿Quiénes son los impuros de la Tierra? La respuesta en Dakar es tan simple como despiadada: se trata de un góor-jigéen, un “hombre-mujer”, un homosexual.

El video llega a la vista de Ndéné Gueye, un profesor universitario de letras e hijo de un religioso islámico, y ese hecho impactará de manera definitiva sobre su propia vida. Porque a la vez, el docente es penalizado por incluir en los contenidos de su materia, poemas de Paul Verlaine, el poeta que amó a mujeres y varones y terminó enloquecido por otro poeta casi adolescente de ojos azules y suelas de viento llamado Arthur Rimbaud, al punto que, en un ataque de pasión desencontrada terminó disparándole a su amante en la muñeca un día de julio de 1873.

A la vez que defiende su postura y su libertad de cátedra, Ndéné Gueye se obsesiona con el muerto desenterrado. ¿Quién era? ¿A qué se dedicaba? ¿Era feo o guapo? ¿Por qué aun fallecido tenía el pene erecto? ¿Será acaso que los muertos resucitan llenos de un ardiente deseo para arrasar con cópula loca y necrófaga con todo lo que encuentran a su paso: “otros muertos, ángeles, mensajeros, vírgenes, santos, enviados, Satanás”?

Mientras intenta conservar su puesto de trabajo y busca la identidad de un muerto y su pasado, todo se desestabiliza alrededor del protagonista. Su familia lo repudia, recrudece la hostilidad en la universidad y proliferan los dichos maledicentes sobre su persona en todos los ámbitos que circula.

Pero esos hechos posibilitan que Ndéné Gueye se encuentre y se entreviste con una conmovedora Antígona contemporánea: se trata de la madre del difunto que volvió a enterrar con sus propias manos a su hijo en el jardín de su casa. Ella, como otras amigas y una valerosa travesti salida del clóset le ayudarán a buscar otra verdad.  

Y también obligarán a que Ndéné tenga que enfrentarse a posibles deseos e interrogantes que le hacen su cuerpo y su corazón. ¿Qué es lo que realmente está buscando en el muerto profanado? ¿Toda búsqueda es acaso, en el fondo, siempre una búsqueda al interior de sí mismo? ¿Por qué además de obsesionarse con el muerto, Ndéné se obsesiona con las fotografías de marineros vigorosos en plena labor que modela sus músculos y vagabundos viriles de vida breve?

El genial y aclamado autor de “La más recóndita memoria de los hombres”, escribió un duro alegato sobre la libertad y los riesgos de la libertad y una metáfora sutil y poética sobre los intrincados caminos del deseo y los pavores que atormentan los deseos. Y que también constituye una fábula respecto a los alcances y consecuencias de los regímenes dictatoriales, y la necesidad imperiosa de tomar postura frente a ellos. Como ya ha dado cuenta repetidamente la historia, como está evidenciando la actualidad argentina y cómo señala la famosa frase de Martín Nimöller atribuida a Bertolt Brecht (“Cuando vinieron a buscar a los comunistas, no protesté, porque yo no era comunista. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar…”), en los gobiernos represivos nadie está a salvo

Un texto breve, crudo y pleno de belleza, una novela conmovedora sobre la homofobia y sobre las tendencias totalizantes y globalizantes de los discursos de odio cuya pretensión es no dejar nada vivo, hermoso o erótico a su paso.

“Hombres puros” de Mohamed Mbougar Sarr. Anagrama, Barcelona 2024.