En 1840 Sarmiento rajaba otra vez para Chile y, como escribir y denunciar se le daba tanto como orinar a cielo abierto, escribió en una roca un grafiti querellante: "Las ideas no se matan“ pero en francés On ne tue point les idées. Años después le atribuyó la frase a Fortoul pero el pedante de Groussac, que era nacido y criado, se la atribuyó al Conde de Volney en clave medio acriollada: ”A los hombres se los degüella, a