Javier Milei sufrió, si se quiere, lo que presagia un viejo refrán adaptado a los tiempos que corren: "Quien a tuit mata, a tuit muere". Porque fue aquel tuit en X del viernes 14 de febrero lo que lo llevó al infierno que vive por estos días. Ese escrito, donde promovió y/o difundió la memecoin $LIBRA que venía, según sus palabras, a "incentivar la economía argentina, fondeando pequeñas empresas y emprendimientos argentinos", lo que ahora se convirtió en una estafa internacional. Milei lo publicó, lo fijó en su cuenta de X que incluía el link al contrato con $LIBRA y activó así la bomba que le estalló pocas horas después en su propia humanidad, pero también en el "triángulo de hierro" donde participan su hermana y su asesor Santiago Caputo. Una crisis que desata internas, que abre investigaciones judiciales, en la Argentina y en los Estados Unidos, pero que sobre todo hace estallar la burbuja que mantenía a Milei separado de lo que define como casta política, pero que ahora sin ese halo protector se comienzan a ver en él las conductas y maniobras que suele despreciar e insultar. La única "caricia significativa" que recibió en estos aciagos días fue el saludo, la reunión y la foto con Donald Trump en Washington.

La primera reacción de Milei ante el escándalo fue el de borrar el tuit y escribir uno donde prácticamente se mostraba como un neófito de las criptomonedas y hasta que había sido prácticamente engañado. Milei optaba por quedar como un "bobo" y no continuar siendo "el especialista en temas de crecimiento con o sin dinero". Creía que de ese modo evitaba su responsabilidad en una maniobra que se parece tanto a una estafa que la justicia ya lo está investigando. 

En los siguientes dos días Milei se llamó a silencio. No solo no abrió la boca, tampoco escribió en sus redes sociales. Se pasó el fin de semana buscando cómo controlar esta explosión cuya onda expansiva superaba los límites del país y se expandía, sin solución de continuidad, por todo el mundo.

Hasta los trolls más conocidos, más difundidos del universo libertario, y que el viernes habían hecho alarde de poner lo poco o mucho que tenían en $LIBRA por la promoción de Milei, también guardaron silencio sepulcral. El daño los había alcanzado.

(des)Control de daños

La publicidad de la entrevista que TN iba a transmitir con el Presidente en la noche del lunes generó expectativas. Esa conversación había sido elegida como la mejor respuesta. Se trataba de una charla con un periodista amigable y grabada que hacía prever un resultado conveniente, donde el Presidente daría su versión de lo ocurrido sin que nadie lo moleste ni lo distraiga. Al menos es lo que se planificó. La transmisión por YouTube del crudo de la charla, donde aparece el asesor Caputo interrumpiendo la conversación para obligar el cambio de una pregunta y, por ende, "mejorar" la respuesta, destruye la estrategia del control de daños.

La semana recién había comenzado y el Presidente era arrastrado hacia el fondo de un abismo político. Los encuestadores no tenían el tiempo necesario para medir el impacto del Criptogate pero podían intuir algunos cambios en el humor social. Algunos se animaban a adelantar que el núcleo duro del "mileísmo" no se iba a modificar. Diferente sería la reacción de los menos comprometidos y los definidos como independientes donde la palabra "estafa" tendría otro impacto. Hoy ese efecto negativo ya se nota y la imagen negativa de Milei crece (56 %) y se aleja del resplandor de lo impoluto que el Presidente y su entorno gustaba destacar. Eso lo muestra con claridad la nota que escribió Raúl Kollmann. (ver página 8)

La justicia

En tanto, en los tribunales de Comodoro Py se acumularon las demandas contra Milei. También las hay en los juzgados norteamericanos. Una noticia que preocupó en la Rosada y por eso comenzaron a realizar búsquedas de estudios jurídicos. No era para menos, los ingresos a la quinta de Olivos y a la Rosada de Mauricio Novelli, el trader que hizo el nexo entre el Presidente y los hacedores de $LIBRA, Hayden Davis y Julian Peh, más las fotos que circulan en las redes anticipan problemas y complicaciones en los estrados judiciales. 

El contraataque de Milei fue avanzar en el Senado con la suspensión de las PASO, la sanción de la ley de reincidencia, reiterancia y juicio en ausencia. Todas iniciativas que podía llegar conseguir gracias a las presiones que la Rosada ejerce a los gobernadores, de todos los colores políticos. Así fue sancionaron esas leyes pero en el camino quedó el pliego de Ariel Lijo para la Corte. 

Milei buscó en la semana distraer a la sociedad del Critpogate. Le resultó complicado porque, según las encuestas, el 90 por ciento de la población está al tanto de lo sucedido. De todas maneras en su intento de sumar temas más afines a su gobierno en los medios de comunicación, la emprendió contra el Banco Nación al que amenaza con privatizar. 

De todas formas, eso no contuvo las internas en el gobierno que se desataron e incluso llegaron hasta el "triángulo de hierro". Para este pequeño grupo, al menos por ahora, la guillotina no funciona.

El Critpogate tuvo efectos en el PRO. La mala relación con Mauricio Macri, a pesar del cariño que se prodigan en público, se ha profundizado. El expresidente se queja del destrato y el robo de dirigentes que sufre. Hasta el viernes 14 Macri no veía cómo zafar de esta situación. Pero fue el mismísimo Milei el que le devolvió la vida y ahora medita cuándo comer el plato frío de la venganza. Por ahora, el jefe del PRO le dio vida al Presidente cuando el jueves pasado sus senadores votaron en contra de la comisión investigadora que se quería conformar en la Cámara alta. 

Habrá que ver cómo reacciona Milei porque el final de la semana mejoró para el Presidente cuando Trump lo acarició con la frase "estoy orgulloso de vos". Milei le sonrió como un hijo a un padre. Es un poco de oxígeno político porque nada dijo del crédito del FMI que ruega Milei. El gesto no es gratis para él, pero sobre todo tampoco lo es para el pueblo argentino.