Viste la camiseta número 10 de Independiente –nada más y nada menos que la que consagró Ricardo Bochini– y se llama Luciano Cabral. Nació en General Alvear, Mendoza, pero se nacionalizó chileno por su abuelo. Es un enganche –si todavía existe tal cosa– con ADN de potrero, salido de los arrebatos irreverentes de los intérpretes del siglo XX: pelota debajo del pie, pisada y pase entre líneas. Su juego descompone esa ilusión de que se puede controlar todo lo que sucede dentro de una cancha y lo somete más a la idea de Jorge Valdano, de que el fútbol "es arena que se escurre entre los dedos".
Cabral debutó en Primera División en 2014 con la camiseta de Argentinos Juniors y su estilo cautivó a toda La Paternal. Tuvo de compañeros a Cristian "Lobo" Ledesma y Juan Román Riquelme, de quien se decía sería su continuador. No por nada lo apodaron "El heredero". Su nombre llegó a lo más alto, tanto que resonó en el fútbol brasileño y en 2016 lo vino a buscar Atlético Paranaense. Esos meses en el club de Curitiba no fueron tan álgidos, pero igual en el rojinegro se mantuvieron las expectativas. Ese año se volvió a Mendoza de vacaciones, a pasar las fiestas con su familia y ocurrió un giro inesperado.
La madrugada del 1 de enero de 2017 no fue un día más para Cabral. Lo que tendría que haber sido un festejo familiar de fin de año en General Alvear, terminó con una pelea callejera y el homicidio de un joven (Joan Villegas) de 27 años. En ese hecho se determinó que el futbolista, junto con su padre, José Cabral y su primo, Axel Olguín, tuvo participación y fue condenado a 9 años y seis meses de cárcel.
La sentencia dejó a Cabral en un letargo de aturdimiento sin escapatoria y su vida se transformó: de ser noticia en los periódicos por el futuro prominente que se le avecinaba en el fútbol, pasó a ocupar la página de los policiales. Detrás de las rejas, se vio invadido por la desesperanza de no poder continuar con su carrera profesional y a su cara se le apagó el brillo. "Hay un 80 por ciento de posibilidades de que se corte y un 20 por ciento de que siga jugando", llegó a decir en una nota que le hicieron dentro de la cárcel.
Dentro de la cárcel nada fue sencillo, pero supo ganarse el respeto de los pares por su labor como futbolista y su buen comportamiento ayudó a que la pena se redujera a cinco años. Una vez liberado, volvió a entrenarse con expectativas de retorno a lo que realmente movía el amperímetro de su vida: jugar a la pelota. A fines de 2022 lo contrató Coquimbo de Chile y volvió a empezar. El desequilibrante diez, de buen pie, estaba de vuelta, como si el tiempo no hubiese pasado. La magia estaba intacta. "Cuando volví a pisar una cancha sentí una alegría y emoción inmensa", dijo en ese regreso.
Su rendimiento hizo que Ricardo Gareca, técnico de la selección chilena, se fijara en él y fue convocado para la lista preliminar de la Copa América de Estados Unidos 2024, pero su debut en la Roja no pudo ser y quedó fuera de la lista. Las razones: no obtuvo la visa para ingresar, debido a la condena que tuvo que cumplir por homicidio simple. La revancha vendría a fines del año pasado en fecha de Eliminatorias, en el partido frente a Venezuela que ganaron por 4 a 2. Ingresó por Arturo Vidal y tuvo varios minutos.
"Es un jugador muy claro para jugar, tiene una muy buena interpretación del juego. Ese es su punto más alto, entre otras virtudes. También es bastante solidario cuando el rival tiene el balón, un jugador muy confiable", aporta Gareca a Página 12, desde Chile. "Pienso, a la medida del hincha de Independiente. Tenemos confianza de que se pueda afianzar en un medio tan competitivo como el argentino", concluye.
Su destino continuó en México, al frente del Grupo Pachuca, quienes lo llevaron a jugar al Club León. Estuvo un semestre y cuando llegó la chance de regresar a Argentina por el interés de Independiente, no dudó en hacer las valijas para instalarse en Avellaneda. "No bajé los brazos nunca, miraba a mis hijos y de ahí pude sacar la fuerza. Mi mujer hizo un esfuerzo enorme para verme durante todo este tiempo. En el primer año fue todo nuevo para mí. Ahí adentro es otra vida, diferente al afuera. Fue mucho tiempo de aprendizaje para poder aprender cómo manejarme y poder salir sin problemas", dijo el año pasado en una nota radial
En el conjunto que dirige Julio Vaccari ya jugó seis partidos y marcó dos goles. Uno frente a Talleres por la segunda fecha del torneo, donde dejó al arquero de la T sin reacción luego de un amague en el que anunció un falso disparo al arco y el otro ante Vélez por la fecha cinco. Un tanto que terminó de sellar su distinción y habilidad.