En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, analizó las declaraciones del Presidente Javier Milei sobre el rol de su hermana Karina, quien dijo que le establece el “límite moral”, y fue sumamente crítico con lo que esconde esta revelación: que Milei es alguien que necesita supervisión para no sucumbir a la corrupción. Algo que en el escándalo del cripto gate no terminó de funcionar.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Lo que acabamos de escuchar es una confesión de Milei con la que un psicólogo se haría un festín. Y nosotros, los ciudadanos de a pie, también.
Dice Milei en un reportaje de años atrás que Karina tiene que ver con el armado de la agenda. Que cuando pasa tiempo en política, los números no cierran. "Pará de hablar por hablar y hagamos plata...", se ve que le dice Karina. Dice Milei, textual, que su hermana le marca los límites morales.
La frase más interesante es para ponerla con esas letras negritas de los diarios cuando quieren resaltar algo: "Todo esto es crucial porque vos muchas veces vas por el camino, te traen ofertas y a veces... la mente es muy perversa... y vos te hacés trampa a vos mismo, querés justificar lo injustificable... o no querés ver."
Se tiene miedo Milei, y es lógico. Pero quedémonos tranquilos: Karina le pone límites. Imagínese que usted es chofer de taxi y tiene que llevar a su hermana de copiloto porque la mente es muy perversa y por ahí se le ocurre estafar al cliente. La mente es muy perversa, usted se tienta, pero si tiene quien le diga: no, eso no...
O que usted va en el micro con un familiar para no tentarse en meter la mano en el bolsillo desprevenido, se le ve medio celular por el bolsillo. O el verdulero pone a la hermana cuando pesa la fruta para que usted no se tiente con la balanza. Porque es una tentación y la mente es muy perversa, como dice Milei.
Escuchará más adelante a Pallarols cuando Karina le pidió plata para verlo a Milei. Ahí no estaba muy firme con los límites, se ve. O Juan Carlos Blumberg... y como Blumberg, cien.
Esa moral tambaleante, ese conocimiento de que se tienta fácil, es la de un adicto. Fácil de entender, porque todos tenemos algo a lo que somos adictos. La de Milei es la tentación por la plata.
Y en ese camino es que ha cometido este estropicio, del que sale a defenderse con la protección del más grande de los malhechores del mundo, como Trump, y el ultraderechista imbécil de Musk.
Con su motosierra de regalo, aceptando el papel de amigo plomo del sur, pero simpático. Como dice Musk, "Milei nos perturba a todos". Pero seamos justos. Más están preocupados, y con todo derecho, aquellos que son víctimas en efectivo.
Porque esta vez, algo falló, Karina no le puso límites. Porque ya no se los puede poner ni a sí misma. La criptomoneda de los cristos que le creyeron es la consecuencia de esa tentación a la que le teme Milei.
Porque la mente es muy perversa... y vos te hacés trampa a vos mismo y querés justificar lo injustificable. ¿Me entendés?