Anne Dufourmantelle fue una prestigiosa filósofa y psicoanalista francesa, autora de libros tan destacados como En caso de amor y Elogio del riesgo, que se caracterizó por crear una narrativa propia: sus relatos eran impersonales, aun cuando contaba aspectos de casos de las sesiones con sus analizantes. Se doctoró en Filosofía en la Universidad de la Sorbonne, ejerció el psicoanálisis en asociaciones de París, Nueva York y Londres; trabajó como editora para Calmann-Lévy, escribió columnas notables en el diario Libération, además colaboró con el filósofo Jacques Derrida. Su trabajo filosófico se centró en la asunción de riesgos, que ella argumentó que era esencial, diciendo que la seguridad absoluta "es una fantasía" y que "hay que hacer frente a los peligros reales para sobrevivir". Dufourmantelle padeció en carne propia el peligro: falleció el 21 de julio de 2017, en la playa de Pampelonne, cerca de Saint-Tropez, mientras intentaba rescatar a dos niños que habían sido arrastrados mar adentro. Los chicos fueron rescatados por socorristas y sobrevivieron, pero Dufourmantelle no pudo ser reanimada. Dejó una obra notable, propia de un espíritu curioso y una gran personalidad, con más de veinte libros que, cada vez más, suman miles de lectores de todo el mundo.

La obra de Dufourmantelle fue publicada en español y en la Argentina por la editorial Nocturna, cuyas editoras son las psicoanalistas Fernanda Restivo, Luciana Grande y Amalia Federik. Restivo conoció personalmente a Anne Dufourmantelle en la Jornada de Psicoanálisis "Un analista es al menos dos", que se realizó en el 2014, entre analistas de Argentina y Francia. Sin saber quién era la analista francesa que estaba hablando en un español bastante claro (se trataba de Dufourmantelle), Restivo se fascinó con el relato cuando la francesa expresó que el título de la jornada era una invocación a tratar de estar a la altura de ese título. No era un título muerto. "Me pareció de una ética muy cercana a la práctica de un analista: que las palabras no sean palabras muertas, sino que las palabras hacen cosas y nos hacen hacer cosas", recuerda Restivo.

Desde ese mismo momento, se puso a averiguar quién era Dufourmantelle, de quien hasta ese momento Restivo desconocía hasta su nombre y apellido. Alguien le comentó el nombre y Restivo se propuso buscar qué publicaciones había de la autora, en español. "Entonces, extendí a mis compañeras y a otras colegas. Convoqué a estas colegas, les conté de esta experiencia que tuve en estas jornadas y dijimos: '¿Y si nos juntamos y la traducimos?' Ninguna de nosotras tenía una editorial. Lo que nos interesó fue que llegara, en principio, a la Argentina la posición ética de esta analista y el modo de transmitir que dio cuenta tener", relata la psicoanalista argentina sobre la francesa. 

A partir de un viaje que emprendió una amiga, Restivo le encargó que le trajera un libro de Dufourmantelle. Eligió En caso de amor. Otra psicoanalista argentina, Clara Cruglak, la vio un día con ese libro y Restivo le contó la historia. "Yo soy amiga de una amiga de ella y le puedo decir que acá en Argentina quieren traducir este libro de ella a ver si me dan su mail y vos te contactás con ella", le comentó Cruglak. Así fue. "Me consiguieron el mail de Anne Dufourmantelle, le escribí, le conté mi experiencia de haberla escuchado y ella me dijo que por supuesto que sí, que le parecía súper interesante todo y que estaba a total disposición", recuerda Restivo.

-Charlotte Casiraghi dijo: "Algunos textos como Elogio del riesgo tienen una potencia tal que cambiaron la vida de sus lectores hasta provocarles una transformación radical". ¿A usted le provocó algo de eso la lectura de sus textos?

-Sí, sin duda. Elogio del riesgo, en particular, es el libro que más ha provocado eso en los lectores. Tenemos comentarios de lectores que nos agradecen que esté la obra en castellano porque a partir de ese libro (también En caso de amor) han hecho crisis vitales, se han separado, se han armado una metamorfosis en la vida. Es impresionante la potencia que tienen sus libros.

-Dufourmantelle define el riesgo como aquello que abre un espacio desconocido. ¿Cómo podría ampliar este concepto desde el psicoanálisis?

-Para ella el riesgo es una exploración de cómo podemos inventar un afuera. ¿Un afuera de qué? Un afuera de ese lugar en que, como neuróticos, estamos embargados, encerrados en un sistema de pensamiento, que es una una construcción mortificante. ¿Cómo se puede inventar un afuera?¿Qué tan libres podemos ser? De ninguna manera propone una libertad absoluta: siempre estaremos sujetos al lenguaje, donde habitamos como seres hablantes. Sin embargo, ¿qué orientación puede tener un análisis como para que podamos inventar ese afuera que nos produzca una metamorfosis?

-¿En qué aspectos coincide con su pensamiento respecto de que estar vivos es un riesgo? Que se opone de algún modo al riesgo de morir del que suele hablar generalmente el pensamiento occidental...

-En principio, ella hace una clara diferencia entre el riesgo y el peligro. O sea, no se refiere al riesgo en tanto la pérdida de la integridad que podemos tener, ponernos en peligro, atentar contra la vida. Ella dice que el riesgo no se trata de eso. El riesgo que está elogiando es el riesgo de animarse a estar vivos. Podemos estar muertos en vida, como si fuéramos zombies y el riesgo es justamente poder orientar nuestra vida hacia ese terreno inédito, impensado. Ese es el riesgo que plantea y estoy completamente de acuerdo.

-Ella también se preguntaba si quienes no conocen la angustia serán humanos. ¿La angustia es lo más característico de lo del humano antes que el miedo?

-Volverse humanos implica un pasaje por la angustia. Volverse humanos, digo. O sea, seres humanos a nivel de la especie desde ya lo somos y como tales estamos muertos de miedo. Pero volverse humanos como dimensión implica un pasaje por la angustia pensando la angustia como un peaje inevitable a la hora de esta metamorfosis que abre estas líneas de riesgo, que es el deseo.

-En el libro En caso de amor, ella escribió que alojar lo nuevo, lo inédito es aterrador para la psique ya que ningún paso está nunca asegurado. ¿Por qué hablaba de terror ahí?

-La diferencia entre el terror y el miedo es que el miedo siempre tiene un objeto, siempre está circunscripto a un objeto: "Tengo miedo a tal cosa". En cambio, el terror es terror porque no tiene bordes. El miedo tiene bordes que es ese objeto al que se circunscribe. El terror es una oscuridad absoluta, en el sentido de que no hay representación posible porque es completamente inmérito. Vivimos en una construcción, que es un guión que está hecho de una trama de identificaciones y la propuesta de extender esta línea de riesgo hacia afuera de esta trama en la que hemos sido constituidos. Entonces, no hay más guión. El terror es porque no hay representación de lo que sigue. Si estamos alojando lo inédito no hay ninguna representación. Y eso es completamente abierto. Por eso dice terror y no miedo.

-¿Qué podría decir de del estilo de su escritura? En caso de amor relata 28 casos de sus sesiones con analizantes, pero escribe en tercera persona, por ejemplo.

-Anne, además de psicoanalista y filósofa, es una gran escritora. Además del pensamiento, que tiene una gran potencia, también tiene una gran potencia su escritura porque está en la narrativa. O sea, el analista es un personaje. Escribe desde la narrativa. El analista es una voz, es distinto del autor. Por momentos, el analista es un personaje y tiene una voz. Y por momentos, el autor se refiere a otros personajes. Quiero decir que conoce perfectamente lo que es la estructura de la narrativa, construye puntos de vista, construye personajes. Es muy buena escritora.

-En ese sentido, ¿cómo cree que ella marcaba las diferencias en la manera de sentir como analista y de sentir como persona respecto de lo que relataban sus analizantes?

-Tiene la generosidad de relatar lo que aparece del lado del analista y lo toma como parte de la transferencia que hay en juego. Por ejemplo, hay un caso de En caso de amor, en el primer capítulo, donde ella tiene un olvido. Ella olvida decirle de su viaje a su analizante y toma ese olvido como parte de un saber inconsciente que forma parte de la dramaturgia de ese analizante. Freud decía: "Hay un solo inconsciente en juego en un análisis". Uno solo. Entre analista y analizante, hay un solo inconsciente, no hay dos, y es el del sujeto analizante. Ella, por ejemplo, en su libro En caso de amor -y en otros también-, da cuenta de esta afirmación freudiana, de que se trata de un inconsciente. Y,  entonces, a ese saber no sabido lo toma como parte de esa transferencia y nos muestra esto. No es un sentimiento que tiene como persona. Hace un análisis de las formaciones del inconsciente que aparecen del lado del analista, las incluye desde los sueños, los lapsus. Muestra lo que sucede en la clínica.

-El subtítulo de En caso de amor es "Psicopatología de la vida amorosa". ¿Siempre hay patología en el amor?

-No, me parece un título hecho por un editor. Muy buen título. No me parece que esté planteando patologías, tampoco creo que se trate de patologías en el amor. Uno nace en una trama hecha de eros dulce y amargo y, en todo caso, eso genera algún padecimiento, pero yo no lo clasificaría, ni tampoco ella lo hace como patologías, sino cómo has sido amado y esa será tu manera de estar en el mundo que habrá que airearla para que no te genere sufrimiento. El libro no tiene ninguna clasificación psicopatológica.

-¿En Inteligencia del sueño habla de inteligencia por el valor que le otorga a la experiencia onírica?

-En primer lugar, Anne es francesa, hija de un país que tuvo primacía el Iluminismo. Primero arrancaría poniendo en contexto que ella, viniendo de la filosofía y siendo francesa, ubica la inteligencia en el sueño; o sea, en lo que viene del lado de la noche , cuando ella viene del Iluminismo, el Siglo de las Luces. En principio, diría que tiene esa conformación el título. Es echar luz justamente en la noche y no en las luces. De hecho, trabaja en distintos capítulos con grandes hombres vinculados a la razón, como puede ser Descartes, donde da cuenta de que el arribo al cogito cartesiano fue a través de un sueño.

-¿Y habla también de inteligencia porque en el sueño hay libertad en relación con el deseo, con la razón y con el tiempo, por ejemplo?

-Sí. Ese contexto tiene esa reversión que hace de poner la luz en la noche y no en las luces. Después, se refiere a la inteligencia por la inteligencia que tiene el sueño como siendo intercesor. Le da la figura intercesor de un saber inconsciente, como también se refiere a otros intercesores en ese libro, pero al sueño lo ubica con la inteligencia de traernos una letra que permanecía en la oscuridad a partir de un trabajo que hace el sueño que ya lo conocemos por Freud: un trabajo de figuración. En ese sentido, es freudiano lo que plantea. Pero se refiere no al trabajo de interpretación que pueda hacer un analista. De hecho, no se mete con el trabajo de interpretación en ese libro, sino con el trabajo que hace el sueño para poder figurar un saber inconsciente.

-¿Qué manera de entender la ternura cree que propone en Potencia de la dulzura?

-La dulzura no se trata de la ternura. Justamente, tiene varios capítulos. María del Carmen Rodríguez es una traductora muy conocida y da cuenta en el prólogo muy bien de esto que voy a decir: no se trata de la ternura, se trata de la dulzura. En francés, la dulzura tiene una cantidad de acepciones que no tenemos en español. Para nosotros, la dulzura es una palabra un tanto edulcorada y degradada. La potencia que tiene en ese libro el concepto de dulzura llega al punto de tocar lo animal. Ella plantea la dulzura como una pulsión más. Con Freud y Lacan conocemos un catálogo de pulsiones, como puede ser lo oral, lo anal, lo escópico, lo invocante y ella dice que a la dulzura se anima a proponerla como una pulsión también. Como una pulsión que está más cerca de lo animal que de la ternura.

-¿Ella creía que convivimos con una visión pervertida de la dulzura?

-Dice que la dulzura no tiene contrario. Uno puede decir que la dulzura y la agresividad suponen lo que podría ser un contrario. Ella dice que la dulzura no tiene contrario; en todo caso, el contrario de la dulzura sería el fingimiento de dulzura. El fingimiento de lo que ella desarrolla como concepto de dulzura. Entonces, hace un desarrollo de lo que ella considera que es el fingimiento de la dulzura.

-¿El salvajismo materno explora la maternidad de un modo poco convencional?

-Sí, porque no es habitual. Lo materno está muy cargado socialmente de algo tierno o está muy cargado de la idea de estrago. Y es muy habitual en su pensamiento que soporta siempre la tensión de la paradoja. Ella muestra en El salvajismo materno un orden inicial de llegar al mundo, que es un orden que se encuentra en en el caos. Es un orden que se encuentra en el caos, anterior al ordenamiento simbólico que se produce con el acceso a la simbolización del lenguaje. Pero si ese orden que hay en el caos no estuviese, estaríamos lanzados a la melancolía. O sea que ese salvajismo es un orden absolutamente vital. Si no está, es peor.

-Vuelvo un segundo a En caso amor porque en ese libro Anne Dufourmantelle señala: "Hay que creer que el abandono es una realidad más violenta, arcaica, más sufrida que el amor, que nos agarra ahí donde nos creemos más protegidos, invulnerables. El abandono es el lugar primero en nuestro venir al mundo". ¿Considera que ella se está refiriendo a que el abandono muestra, de algún modo, lo expuesto que el sujeto está frente al amor?

-Yo creo que se refiere al desamparo que tenemos como seres que llegan a este mundo, a un desamparo de origen, si se pudiese ubicar en algún lado el origen, un desamparo que no se puede cubrir con el amor.

-¿Y el otro auxilliador no sería cubrir con el amor?

-Sí, el otro puede tener una función de envoltura. De hecho, lo desarrolla así. La versión que hicimos en Nocturna de ese libro tiene un desgarro, que sería ese desgarro de inicio, el desgarro que implica entrar al lenguaje. No hay otro que te ampare, te las tenés que ver vos con ese ingreso al lenguaje que entra siempre como injuria. Siempre entra como injuria. El lenguaje es injuria, más allá de que luego los neuróticos nos fabriquemos un ser supremo en maldad que nos hace daño y nos abandona. La entrada al lenguaje es injuriante y, en ese sentido, estamos solos frente a esa experiencia del lenguaje. Me refiero a ese desamparo.

-¿En qué aspectos se puede decir que Anne Dufourmantelle provocó una modificación, una transformación en algunos aspectos del psicoanálisis?

-En primer lugar, me parece que su escritura tiene como interlocutor a todos y todas. No se dirige solamente a sus colegas psicoanalistas. Es una escritura que lleva su pensamiento a que el psicoanálisis se extienda a todo aquel que pueda querer. Ofrece el psicoanálisis como una vía de metamorfosis y la extiende a un público en general. Eso me parece que es una transformación porque no es habitual una literatura así. Antes de Anne Dufourmantelle no conocí una literatura que transmita y que ofrezca el psicoanálisis y se dirija a todo aquel que pueda querer tomar esa opción del psicoanálisis para poder producir un cambio en su vida. Creo que ese es el primer efecto transformador que produjo su obra. Por otro lado, me parece que también ha animado a muchos y a muchas a que podamos transmitir el psicoanálisis desde algo más cercano a lo que acontece en la práctica clínica, que se trata de narrativas. Cuando alguien viene a consultarnos, se va a sentar ahí y lo que va a hacer es componer una narrativa que va a tener un punto de vista, de encierro, y por eso sufriente. Y ella muestra que se trata de eso, porque lo que hace es escribir un psicoanálisis donde no se ahorra ni una sola técnica de la narrativa. Eso muestra que no se trata del concepto de la verdad, sino que la práctica que hacemos está más en relación a la ficción que a la verdad.

Quiénes hacen posible que la obra de Dufourmantelle esté en la Argentina

Además de Restivo, Grande y Federik, el equipo de trabajo de Nocturna Editora se completa con la gestora cultural Ariadna Mierez.

"Nosotras jerarquizamos el trabajo de traducción por la potencia que tiene la escritura de Dufourmantelle", precisa Restivo. Las traducciones estuvieron a cargo de Karina Macció, Fernanda Restivo, Emanuela Dunand (En caso de amor, La mujer y el sacrificio e Inteligencia del sueño), Julieta Sbdar (Defensa del secreto), Irene Agoff (El salvajismo materno), Maricarmen Rodríguez (Potencia de la dulzura) y Simone Hazan (Elogio del riesgo). "Además de que algunas son profesionales que vienen del campo de las Letras y trabajan con la traducción se ha hecho un trabajo enorme para resguardar en español la misma potencia que tienen los textos de Dufourmantelle en francés. Tiene un francés muy complejo, una retórica en su escritura muy compleja, fragmentos muy largos. También tiene una cadencia, un ritmo que se lo hemos cuidado al extremo en español", refiere la editora.

El diseño de los libros es muy original, para nada convencional ya que las editoras entienden que "es muy importante porque se trata que en cada uno de ellos se vea materializada la propuesta conceptual", según explica Restivo. Los responsables de los diseños de los libros son Rym Tarfaya y Diego Maxi Posadas.