Inés Drangosch (quien vive y trabaja en Mar del Plata) acaba de inaugurar la muestra “Un pequeño brote. Esto es algo”, con curaduría de Laura Casanovas, en la galería Tokonoma.
Su casa marplatense, un espacio habitual de muchos años pero que en los últimos tiempos se volvió límbico porque está en venta, es el lugar de una provisoria aunque (paradójicamente) permanente intensidad. Su casa es el núcleo generador de la obra: la poda del jardín, las ramas como alfabeto de sus dibujos; las telas para cortinas como soporte y materia de bordados, pinturas y dibujos; el espacio de reunión de la cocina donde aparecen las frases poéticas -escritas por poetas o capturadas de lo dicho por otros- que la artista rescata y anota cotidianamente, para luego bordarlas; un delantal; textos y texturas. Como sucede en cualquier casa, allí se está siempre de paso, pero de un modo creativamente activo.
Página12 conversó con la artista.
-¿Cuál es el punto de partida de esta obra?
-El jardín de mi casa, que es un lugar donde pasan cosas: unas plantas se enroscan en otras. Hay invasiones… plantas que son malas; otras que se avivan; están las que salen donde quieren, en fin: podría decir también que es una réplica posible de la guerra. De unas que se comen a otras.
-La exposición lleva el título “Un pequeño brote. Esto es algo”, y lo primero que llama la atención es esta suerte de dibujo en la pared hecho con ramas de rosales y sus sombras dibujadas.
-La frase final del título, “Esto es algo”, la digo siempre, cuando siento que aparece algo que toma importancia. La obra hecha con ramas surgió de otra que yo tenía montada en el garage de mi casa: un gran conjunto de ramas a las que les fui agregando unos nidos de golondrinas, que siempre paran en casa. Y a partir de ahí, gracias a las conversaciones con la curadora de la muestra, Laura Casanovas, tuve un “brote” creativo y fui depurando la obra. Empecé a separar las ramas y montar esto que después monté en la galería. Cuando una siente que tuvo un hallazgo con la obra es un momento muy feliz. Ahí me digo: “Esto es algo”. De pronto, de noche, cuando encendí el reflector, se produjo un fantástico juego de sombras y comencé a dibujar esas sombras. Aquí, en la galería, con una luz pareja, la sombra dibujada de las ramas va muy bien. Son sombras dibujadas como si estuvieran proyectadas por la luz.
-¿Cómo reprodujiste en la galería el montaje de las ramas que tenías en tu casa?
-Ahí entra en acción mi hermano, que es un ingeniero disfrazado de arquitecto. Él pasó todo enero en mi casa y me hizo el plano, con cada punto de apoyo: hizo literalmente un mapa minucioso, que yo después usé para montar la obra en la galería.
-Mapeó una constelación.
-Exacto. Y eso me dio mucha tranquilidad para poder trasladar aquella obra a este espacio de la galería.
-¿Y cómo aparecen en tus otras obras los textos bordados? Por ejemplo: “Las palabras son físicas”. Esa materialidad del lenguaje es coherente con la materialidad que adquiere todo en tu casa, que se transforma en obra.
-En varios casos se trata de frases de entrecasa, que pueden aparecer aisladas o combinadas con citas de poetas como Felisberto Hernández o Garcia Lorca, o escritores como Cortázar o Clarice Lispector, entre otros. La frase “las palabras son físicas” surgió en una conversación en casa, pero no sé exactamente de dónde viene. En realidad soy coleccionista de frases. Me encanta juntar, anotar y clasificar. Reaparecen mientras voy bordando, y también aparecen otras nuevas, en el momento.
Como escribe la curadora en el texto de presentación: “Hay un elemento central, demiúrgico, hilvanando todo: la línea, el trazo artístico dispuesto a bordar, dibujar palabras (propias y ajenas), delinear imágenes entre abstractas y figurativas. ¿Qué es una enredadera, una rama, un texto?, nos interpelan las obras. ‘Líneas’, respondemos al mirarlas. Ellas son sutiles, livianas, algunas coloridas, y adquieren volumen por multiplicación y superposición. Silenciosas y locuaces generan blancos creadores de sentidos, como en un poema. Y brotes, esos ‘algo’ dicentes, con su incipiente aparición y potencial, descubierto al mundo.”
-La condición de lo que hago, mientras lo hago, es que tiene que resultar entretenido y poder disfrutarlo. Por supuesto que hay trabajo, pero también hay disfrute.
-La casa está siempre presente en tu obra.
-Y al mismo tiempo la obra es una especie de autobiografía. Cuando estaba enferma y un amigo de mi hija me dijo “el mar cura todo”, enseguida tomé esa frase y la bordé. O cuando entraron ladrones a mi casa, tuve que poner un alambre de púas por protección… entonces eso pasó a un dibujo. Esas púas, esos filos, son algo horrible.
-El “brote” del título es literal, y aquí se ven evocaciones del jardín, las plantas y ramas. Pero también puede pensarse en otro tipo de brotes.
-Cuando pensé en el título de la muestra algunos me dijeron: “mirá que el brote es también otra cosa”. Por supuesto, tengo gente cercana con “brotes”. Y de algún modo, determinadas cosas producen en uno un brote interno, no diría de locura, pero si de obsesión, de hiperactividad, de conexión. Y así la obra deviene. Como le dije a Laura y lo cita en su texto: “el jardín me salva”.
* En la galería Tokonoma, en el entrepiso de Galerías Larreta -en el marco de Central Affair, un conjunto de varios locales transformados en pequeñas galerías de arte-; Florida 971/San Martín 954, hasta mediados de abril.