El escenario es inédito, pero bastante lógico si se observa la escena completa. Aún con los indicadores de inflación en su nivel más bajo en años, la economía de las familias atraviesa el peor momento casi desde la crisis del 2001. El consumo masivo está planchado porque los costos fijos (tarifas y servicios) hasta triplican a la inflación anual; y los salarios, bastante por debajo del IPC y acumulando pérdida en los últimos dos años, no les dan márgen alguno a los hogares ni para comprar lo mínimo. Así, el mayor indicador del funcionamiento o no de la micro, sigue en terapia intensiva.
Un informe privado al que accedió Página I12 muestra cifras de impacto, que contrastan con la lectura que el Gobierno hace de la situación económica general. El primer dato que introduce el trabajo de la consultora Pulso Research, que da una idea general, es que 69,4 de los consultados resignaron algún consumo el último mes. Dentro de esas restricciones, además, sorprende que 6 de 10 contestaron que lo que dejaron de consumir fueron Alimentos y Bebidas, es decir, productos que se necesitan para la vida básica. Esto es lo último que cae en cualquier crisis, tanto que ni en el peor período reciente, el de Macri en 2018, se vieron estas cifras.
Pero el combo que plantea la encuesta es aún más complejo cuando se ve que el proceso de restricción del consumo viene acompañado de otros tres indicadores de riesgo: el primero, que el 39 por ciento de las familias dejaron de pagar, además de lo que recortaron en canasta básica, "impuestos o servicios" durante el mes de febrero. Esto es central porque es lo que ha subido muy por encima de la inflación. Dentro de ese item no sólo hay luz, gas y agua, sino también prepagas, telecomunicaciones y otros servicios.
En segundo lugar, Pulso reportó que el 47 por ciento dijo "haber aumentado mucho o bastante su nivel de deuda para hacer frente a los gastos del hogar". Este diario publicó, la semana pasada, que en los últimos meses, 5 de cada 10 compras en supermercados se hicieron con tarjetas de crédito, en detrimento de la caída en el uso de débito y efectivo.
El tercer punto serio, en tanto, aporta una duda que también se ve en otros sondeos de opinión y que se posicionó en el top 3 de los mayores problemas sociales. El 50 por ciento de los consultados manifestó "haber tenido miedo de perder su trabajo en el último mes". La preocupación por el desempleo se instaló, en todas las encuestas, en el segundo lugar, reemplazando a la inflación.
Naturalmente, esta postal global ordena conceptos en la discusión que hay en el país sobre los indicadores de inflación. Lo primero que clarifica es que la baja del IPC no necesariamente redunda en una mejora del poder de compra de los salarios, tal la idea que tiene el presidente Javier Milei. Lo segundo es que no sólo los salarios están planchados o, en algunos casos, con subas muy moderadas; sino que los precios -tanto de servicios como de bienes- quedaron extremedamente elevados para la potencialidad de sueldos que tienen las familias.
El sueldo es más débil que la carne
En las encuestas de opinión, incluso en aquellas que juntan datos sobre el escándalo $Libra con datos de la economía, se perciben todos los datos que se ven previamente. La gente tiene en la desinflación un elogio más vinculado a la estabilidad, pero no hay una sensación de crecimiento del poder adquisitivo del salario.
De hecho, el trabajo de Pulso, desglosa en dónde se dan los recortes en los gastos de las familias, y es casi transversal, hay un ajuste generalizado. El problema es que lo que más se cortó fueron Alimentos y Bebidas, con un 39,4 por ciento asegurando que ahí se restringió. Además, 17 por ciento aseguró que dejó de comprar carne, lo que totaliza un 60 por ciento cortando el gasto en el rubro de canasta básica.
En el segundo escalón aparece el recorte en "Salidas en general", donde se listan restaurantes, teatros, cines, etc, con el 21,9 por ciento admitiendo que ya no hace ese tipo de gastos. Asimismo, el 13,7 por ciento dejó de comprar Indumentaria.
Qué ajusta cada rango etáreo
La encuesta midió cómo reaccionan al ajuste familiar cuatro rangos etáreos, desde los 16 a los mayores de 65 años. En todos, el mayor ajuste en las compras se dio en Alimentos y Bebidas. Naturalmente, en los jubilados es algo menor que en el resto: entre los mayores de 65, el 35 por ciento aseguró reducir en comida. Mientras que entre los que van de los 16 a 65, el 40 por ciento redujo en el rubro.
En ese contexto, hay un dato importante: en el rango que va de 30 a 49 años, es decir, gente joven que presuntamente tiene hijos y familia constituida, el segundo item que más recortaron es "la compra de carne". Es el único rango que tiene en segundo lugar a ese item, el resto (de16 a 29; del 65 para arriba y de 39 a 65) apuntan que el segundo mayor recorte son "salidas en general".
En el caso de los jubilados, otro dato que impacta es que un 8,2 por ciento admitieron que recortaron el gasto en medicamentos, otro de los items que han subido muy por encima de la inflación anual. También, los mayores de 65 consultados reportaron que 3 de 10 de ellos dejaron de hacer salidas recreativas. Claramente, el ajuste que el Gobierno de Milei generó sobre las jubilaciones dejó a los pasivos como a uno de los sectores más dañados de la sociedad.
El mito de están "todos de vacaciones"
La firma Pulso Research incluyó en su encuesta un capítulo que evalúa que hizo la sociedad con el tema vacaciones. Preguntaron si "¿usted viajó o tiene pensado viajar por vacaciones?". El 49,4 por ciento admitió que "no suelo viajar", mientras que 27,8 por ciento se sinceró y destacó que no tiene pensado viajar, "aunque suelo hacerlo". Es decir, casi 8 de 10 admitieron que no salieron ni saldrán de vacaciones. De ese total, casi 3 de 10 afirman que la crisis les pegó y no pueden salir de vacaciones. Solo el 16 por ciento, es decir, menos de 2 de 10, aseguran que sí salieron o saldrán.
A continuación, consultaron sobre "¿dónde viajó o tiene pensado viajar? Aquí es interesante la respuesta, porque el 62 por ciento aseguró que a "destinos de Argentina", y el 31 por ciento a "destinos del exterior". Es decir, en el corto márgen de gente que se va de vacaciones, la cantidad que fue al exterior es poca ya en relación a la poca gente que dice salir de vacaciones. Esto enmarcado en la sensación de éxodo general al exterior, aprovechando el tipo de cambio congelado artificialmente por el Gobierno. Por razones obvias, si la gente no está pudiendo comprar alimentos básicos, menos aún podrá gastar en otros bienes más caros o bien vacaciones.
Ahora bien, de los que fueron al exterior, Brasil se lleva casi todos los turistas, que hacen allí casi un "deme dos". El 47,6 de los que viajaron al exterior fueron al país vecino; mientras que el segundo destino más elegido fue Europa, con un 23 por ciento. Detrás de eso, el 10 eligió el Caribe, el 4 Chile y el 3 Uruguay.